sábado, diciembre 23, 2006

¡Chócala otra vez! Festejemos la locura navideña

Para los que han venido a Hungría, desde algún país estadísticamente más rico, hay una pregunta insistente, de respuesta poco convincente. ¿Tú qué haces aquí? Miran desconfiando, sin llegársela a creer. En realidad no es tan complicado. Estos extranjeros no suman a las estadísticas de locos, borrachos o suicidas que caracterizan a una peligrosa parte de la población. Más bien ocupan sectores medianamente acomodados y pueden incluso abusar del buen nombre y prestigio de todo lo venido del antiguo y mítico “Occidente”. Pueden mirar la pobreza física y mental que se columpia en la ciudad con aire bohemio y hasta poético.Total, siempre les queda París, Berlín, Londres o Barcelona.

En fiestas las contradicciones se disparan todavía más. La locura se agita, los borrachos cantan a gritos “Feliz Navidad” en la parada del tranvía y el que nunca pensó en el suicidio mira con cariño las vías del metro.

Después de Hanuka y Navidad la mayoría nos volveremos a encontrar con aquellos que dejamos días atrás, nosotros mismos pero menos borrachos, con una chispa de locura siempre encendida y sobre todo vivos.

Espero que disfrutéis con esta colección de artículos de “¡Chócala otra vez! Festejemos la locura navideña ” y que os animéis, quienes viváis o hayáis vivido en Hungría a escribir en las próximas ediciones. Solo tenéis que enviarnos un e-mail y os contestaremos a la brevedad indicándoos formato y tema.

A las hostias en Kosovo y a las hostias en casa

por Sebastián Santos

Las Fuerzas Armadas Húngaras llevan 10 años en constantes cambios y reestructuraciones, intentando conjugar la optimización de recursos y la consolidación del reciente ejército profesional. Si bien esto representa un trauma para buena parte del personal de Defensa, que ve su situación laboral siempre pendiente de un hilo, en términos absolutos la partida ministerial no va a la baja sino al contrario, aumenta.

Digamos, que de momento con cierta habilidad, el gobierno logra un beneficioso y equidistante equilibrio como aliado europeo y estadounidense. Por un lado buena parte de los fondos de cohesión europeos se orientan a la mejora de las fronteras de la Unión; por otro, su mantenida fidelidad para con Bush le asegura una plataforma económica y tecnológica de cuidado.

Pero los aumentos no se reflejan en número de personas. Desde los anunciados planes camino hacia Schengen ya se han perdido unos 5000 puestos de trabajo, mediante la modalidad de despidos o jubilaciones anticipadas para las personas con por lo menos 25 años de antigüedad. Los recortes se realizan en base a la lógica del mejor uso de los recursos y la especialización y privatización de parte del aparato militar. En este marco, uno de los sectores más castigados es el de la salud. El Ministerio se desprende de una importante parte del personal sanitario, sobre todo de los de grado medio y bajo; y de los institutos asociados. Las explicaciones se esgrimen desde dos concepciones diferentes y complementarias: en cuanto a la salud física de los soldados, la de la privatización del sistema sanitario en general; y en lo que a la salud psíquica se refiere optan por minimizar su importancia y quitarle publicidad a los casos que podrían levantar escándalos. A modo de ejemplo comentar que para el próximo marzo se espera el cierre de la Red para la Detección y Prevención de Crisis, asociada al Ministerio de Defensa.

El esquema general de la organización de la salud en el ministerio se divide en tres grandes bloques: el de análisis del terreno, que se ocupa de examinar el estado del suelo y el aire en los lugares en el extranjero donde irán las misiones húngaras; el de acceso al cuerpo; y el del control médico periódico. En los exámenes de acceso al cuerpo participan tres departamentos: el de rendimiento físico, el de control médico y el psicológico, que se ocupa de diagnosticar el ICQ, el nivel de atención y los tipos de reacción del individuo.

En cuanto a los de control, una vez en activo, hay varios departamentos, dentro de los cuales se encuentra el de Salud Mental. La atención se dispensa en los propios cuarteles; en dependencias especiales; en el Departamento de Psicología del Hospital Militar, en casos graves; y alguna vez ha habido psicólogos en alguna misión, como en Kosovo o Irak.

La actual Red para la Detección y Prevención de Crisis, que he mencionado anteriormente, es un grupo multidisciplinario, que si bien no depende directamente de Defensa, sí presta servicio a su personal. En ella participan médicos, psicólogos, asistentes sociales e incluso curas. Para todo servicio solo hay dos psicólogas, una de las cuales trabaja con psicología simbólica y la otra con psicología individual, de la escuela de Alfred Adler. Ellas, además de participar en la Red, se ocupan del tratamiento terapéutico individual que suele ser de entre 5 y 20 sesiones de 50 minutos cada una.

Los problemas principales con los cuales trabajan son drogas ilegales, alcohol y tabaco. El caso de las drogas es algo diferente al resto desde que se ha eliminado el servicio militar obligatorio. Ahora la tolerancia es “cero”, con lo cual el trabajo de prevención es mínimo y la detección del consumo de drogas implica automáticamente el despido del cuerpo.

En los últimos tiempos se ha puesto hincapié en el tema del tabaco y para ello se organizan cursos para dejar de fumar donde se combinan los parches de nicotina con terapias basadas en el cambio de hábitos y comportamiento. Los resultados en el corto plazo son muy positivos. Después de 3 meses de trabajo más del 50% deja de fumar. Un libro de referencia es el reciente “¿Hay vida después de fumar?”, de Gyöngyvér Kugler, editado por el propio Ministerio de Defensa.

Otra terapia grupal, en activo, es la de reintegración de los soldados a su regreso de las misiones. Actualmente hay unos 1000 soldados fuera de Hungría, en Afganistán, Irak, Kosovo, Bosnia, Macedonia, Chipre y Egipto, en la península de Sinaí. Y, como es natural en el gremio, suelen padecer el sabido síndrome de desorden de estrés post traumático (PTSD). Las misiones suelen durar unos 6 meses y en algunas ocasiones 1 año, como en el caso del Sinaí. El regreso no suele ser fácil, tanto al cuartel como a su propia familia. Las separaciones son cosa común.

El curso se realiza después de una o dos semanas de haber vuelto a Hungría. Lamentablemente solo dura 10 horas durante todo un día. Ya que las crisis, de producirse, no suelen aparecer antes de los dos o tres meses, el curso básicamente intenta explicar o concienciar al soldado de los síntomas que puede llegar a padecer más adelante.

En resumen, los soldados, fruto de las guerras o de la inestabilidad laboral, presentan cuando toca, en su mayoría, dos cuadros opuestos: depresión, caracterizada por el desgano, el aislamiento y la apatía; y estrés, donde últimamente se han puesto muy de moda los ataques de pánico.

Por otra parte comparten el mal estado general de salud de toda la población húngara. Hungría es el primer país europeo en enfermedades cardiovasculares, el tercero en suicidios y uno de los primeros en cáncer, alcoholismo y tabaco. En este último los soldados superan en un 7% la media nacional. Y en conjunto, comparando con otros países europeos, la esperanza de vida es bastante baja: 67 años para los hombres y 70 para las mujeres.

Probablemente la reducción de profesionales de psicología en las Fuerzas Armadas mejorará las cuentas de Defensa, pero sin lugar a dudas dejará a los soldados en manos de los antidepresivos, por sugerir una solución rápida y al alcance de todos, prometiéndonos individuos adictos y si cabe, aún más violentos e impredecibles.

En cuanto a los psicólogos que en primavera se queden en la calle, como tantos otros profesionales que trabajan en el sector público, también tienen su consulta privada que en este caso puntual representa una cierta tranquilidad en lo económico. Yo he tenido el placer y la oportunidad de visitar a G. Kugler, quien además de terapias particulares se ocupa de hacer informes para peritajes judiciales, sobre todo en casos de divorcio y en lo relativo a la custodia de los hijos. Kugler es una de las pocas especialistas en Hungría en violencia familiar y de género.

Fuentes:

Ministerio de Defensa Gyöngyvér Kugler, 2006. “Van-e élet a dohányzás után?”. Budapest, Honvédelmi Minisztérium

Otra copa antes de irnos

por Gastón Dirk

Para la mayoría de los españoles, los países como Hungría, o los que en general se conoce como los países “donde hace un frío que te cagas”, suelen estar en Europa Central o Escandinavia y ser zonas de elevado consumo de alcohol. Arquetipos y creencias populares hacen de estos países los modelos idóneos de los grandes consumidores de alcohol.

Es el tercer invierno que paso en Hungría y mi amor por estas tierras va en aumento, al igual que mi amor por la bebida, aunque el “palinka” local no esté entre mis preferidas.

Es interesante investigar las raíces del alcoholismo, indagar en él, pero se debe tener claro que de llegar a alguna conclusión, esta no será más que una hipótesis, porque esta enfermedad viene dada por una serie de circunstancias demasiado amplia, como para inclinarse por una de ellas.

Para situarnos voy a empezar por enumerar una serie de estadísticas, que he estado recopilando, sobre el alcoholismo de los “magyares”. Se consume de 40 a 50 litros de vino por año por persona y 110 de cerveza. En varias regiones del país, se gasta de un 40 a un 60 % del sueldo en alcohol. Aproximadamente son 800.000 los alcohólicos registrados en Hungría y más de 7.000 personas mueren al año por cirrosis. A juzgar por estas estadísticas podemos decir que es un país en el que el nivel de alcoholismo es elevado.

Yo, como cronista de los abismos, y como artista decadente, conozco los ambientes bohemios de la capital. He visitado los “kocsma” (bares de mala muerte) mas degradantes, donde una capa densa de humo invade el lugar y los alcohólicos están a punto de enzarzarse en peleas con lanzamiento de taburete incluido. Y aunque he crecido y viajado por buena parte de España, diría que aquí son muchos más frecuentes, o al menos proporcionalmente, tomando en cuenta extensión y población.

En los países nórdicos, con una larga tradición en el tema, dicen que el alcoholismo y más allá el suicidio, tienen que ver con los divorcios y con el frío. Aquí es el frío: el cielo constantemente gris, la sensación de que en el aire algo no va bien, la oscuridad entristecedora. Y aunque sea una consideración algo poética seguro que el frío y toda su metáfora, conduce a la depresión y de la depresión al alcohol todos sabemos que hay solo un paso.

He estado toda la noche en vela tratando de desmarañar los secretos del alcohol. Y aunque suene contradictorio me la he pasado bebiendo, inspirándome en cada trago, pero nadie podrá acusarme de no involucrarme en mis escritos.

Hace apenas unos momentos, ahora son las 8:30 de la mañana, he bajado al clásico “supermercado de la esquina” y he podido recopilar mas información para el artículo. He observado que los clientes de género masculino que se encontraban comprando, recién levantados y todavía con legañas en los ojos, no llevaban mas que latas de cerveza o botellines de alcohol duro en la cestita de la compra. El alcohol parece estar al primer orden del día, mucho mas que en otros países que he visitado anteriormente.

Siempre me gusta darle un toque cultural a todo lo que escribo, un toque literario, me parece que hace el texto mas ameno. Así que mencionaré al gran Charles Bukowski (uno de los escritores que leo en exceso y estudio a fondo), un oso, un bebedor nato. Nadie podría aguantar como este hombre aguantó. Budapest me recuerda a él. Los bares sucios, los ambientes de suburbio, la estética gris, los alcohólicos empedernidos que vagan por las calles en busca de la próxima gota de elixir etílico revitalizante. Esta ciudad destila bohemia, nunca mejor dicho.

Otra de las razones obvias que causan el alcoholismo y específicamente aquí, en Hungría, son los problemas sociales. En Finlandia o en Noruega, como ya he dicho antes, consumen cantidades mastodónticas de alcohol. El clima es horrible y la tasa de suicidio muy alta, pero también son conocidos como unos de los países con el mejor nivel de vida del mundo, lo cual parece irónico. Pero en Hungría, los sueldos del trabajador corriente y especialmente los relacionados con los trabajos físicos, como por ejemplo un peón de la construcción, no bastan para mantener una familia. Los problemas que de ahí se derivan son asfixiantes. Y esto lleva al alcoholismo en muchos casos. Se puede observar que los trabajadores “duros” beben mucho más que los “hombres de negocios”, incluyendo a los administrativos y demás trabajadores de cuello blanco.

El alcoholismo en Hungría es un tema difícil, pero a la vez lógico y comprensible. Y si cayeron los grandes bajo su dictadura, como Hemingway, Céline, Poe o Bukowski, ¿qué nos espera a los de a pie?

A los 50 años, Charles tuvo que ir al hospital por serios problemas de hígado a causa del alcohol y el médico le dijo que si volvía a beber, lo más probable era que muriese. Charles, al salir del hospital, lo primero que hizo fue entrar en el bar mas próximo y pedir una cerveza.

Ahora, la última copa antes de que cierren.

Nos vemos en los bares.

Un paso al más allá

por Kléber Mantilla

Al pasar cualquier tarde por el Puente Libertad de Budapest, después de una jornada de trabajo, no es raro que el tráfico esté detenido porque alguien esté encima gritando que se quiere matar. Luego llegan los bomberos y la policía para rescatar al suicida que suele arrepentirse cuando constata una gruesa muchedumbre de curiosos y fotógrafos a sus pies, que apuestan al "si se lanza o no".

¿Un problema de salud pública? ¿Un oleaje de depresión por temporada? ¿Una nostálgica tradición magiar de actuar bajo la depresión? Tal vez, de todas maneras, históricamente, el país que más suicidios registra en el mundo es Hungría, donde está la región de Kiskunhalas, la más vulnerable del mundo para que sus habitantes atenten contra su propia vida.

Las razones son difusas: el extenso período de frío en invierno, el cambio de sistema económico, el alcoholismo de las zonas rurales, la falta de servicios de apoyo psicológico, entre otras. Sin embargo, el concepto del suicidio magiar es profundo. Tan antiguo y debatible como cualquiera de sus encrucijadas y leyendas urbanas. Muchos aún se preguntan si una tonada triste y un puñado de palabras pueden ser la causa de un suicidio masivo. ¿Cómo es posible que después de escuchar la misma canción se hayan suicidado más de cien personas y otras tantas intentaran hacerlo?

Se cuenta que el húngaro Rezső Seress, después de una decepción amorosa, en 1933, escribió una canción que tituló “Szomorú Vasárnap” -Domingo Sombrío-. La chica responsable de su pena, al escuchar la tonada volvió a sus brazos y una semana antes de su boda, planificada para un domingo, se suicidó con un papel en su mano, donde se leían esas dos palabras. Después la canción fue traducida al inglés –Gloomy Day- y habría provocado una hilera de muertos melancólicos que no resistieron la “crueldad de vivir”. Finalmente, se dice que las autoridades prohibieron la canción porque fomentaba al suicidio.

Pero al dejar a un lado el mito, sorprende constatar que la realidad de esta zona de Europa no es diferente, pues el número de muertes por suicidio en la actualidad supera al de muertos en accidentes de tránsito y es la primera causa de muerte violenta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta entidad asegura que en el mundo existen un millón de suicidas por año y para el 2020 el promedio será de 1,5 millones. Los suicidios superan la cifra de muertes por homicidios y por guerras. Y, las tasas más altas están en Europa del este, mientras las más bajas están en América Latina, los países musulmanes y unos cuantos países asiáticos.

Más allá de un debate sociológico o médico, también existe una implícita tarea intelectual y epistemológica para ampliar las razones del suicida magiar. La dicotomía entre la vida y la muerte, la forma de morir, la muerte súbita, sin dolor y el paso del sueño a un estado de inercia. El suicidio está enlazado con la humanidad y sus costumbres. Por decir, los mayas, alababan a Ixtab, la diosa del suicidio, y los japoneses practicaban el “harakiri” como un honor de guerra. En cambio, los húngaros solo lo desarrollaron, después de perder dos guerras mundiales y la mitad de su territorio cercenado. Al mismo tiempo que se cultivó un modelo Estatal que muchos lo denominaron „jaula de hierro” se desató la amargura social. Luego se incrementó con la incertidumbre del cambio de modelo socioeconómico de la década del 90.

¿Una enfermedad del industrialismo? Sin duda, pero también un mal por resolver para sociólogos, sicólogos, psiquiatras, antropólogos y demógrafos. En el libro “El suicidio” del francés, Emile Durkheim se afirma que se trata simplemente de un hecho social. Nunca se trata de algo individual o psicológico disperso. El teórico explica que “esta enfermedad” mental o acto de eliminación vital es una consecuencia de procesos sociales crueles, como guerras o depresiones económicas. Asegura que “la tasa de suicidios es diferente de unos países y de unas comunidades a otras. Por ejemplo, en las sociedades católicas había menos suicidios que en las sociedades protestantes (...) la tasa de suicidios depende más del tipo de sociedad en la que se producen que de las circunstancias psicológicas de los individuos”. Asimismo, otro teórico Max Weber plantea que ocurre en sociedades con perdidas “existenciales” y con desencanto por el mundo y con depresión.

De su lado, el austríaco Thomas Berhard sostiene que los Alpes son la “región con más suicidios del mundo”. En una novela titulada Frost –Helada-, describe el clima de la región y dice que todos acaban sintiéndolo. “No sólo el frío físico, sino una sensación interior que nunca abandona, hasta que te lleva a la pérdida de la razón. Y de ahí, inevitablemente, al suicidio”.

La OMS confirma que por cada suicidio se producen entre 10 y 20 intentos fallidos, que causan lesiones, hospitalizaciones y traumas emocionales y mentales. Y se produce no solo por el clima sino que se suman factores como “el desempleo, la pérdida de seres queridos, una discusión, la ruptura de relaciones y problemas jurídicos o laborales, antecedentes familiares de suicidio, abuso del alcohol y estupefacientes, maltratos en la infancia, aislamiento social y determinados trastornos mentales, como la depresión y la esquizofrenia”.

Al parecer es más difícil conducir la propia vida que un auto. En la Unión Europea se registraron en un año 58 mil suicidios contra 50.700 muertos por accidentes de tránsito. El experto Markos Kyprianou, confirma que “las enfermedades mentales son el asesino invisible de Europa”. Un asesino que habita en el alma pero que se reproduce pronto en el aislamiento social. De hecho, un frustrado suicida lo volverá a intentar en el Puente Libertad o en cualquier otro sitio. Como un salto al vacío. Como un paso al más allá.

Fuentes:

Asinorum

Vencer a la vida

por Timea Radó

Se va acercando la Navidad, el tiempo de estar con nuestra familia y nuestros seres queridos, es decir, la fiesta del amor. Pero, según las estadísticas, es el período cuando suceden un gran porcentaje del total de suicidios de nuestro país. Probablemente tanta Navidad por todas partes hagan recordar a algunos que no tienen familia o no tienen amor, y por eso, eligen la muerte en vez de la vida.

Lamentablemente el suicidio es un gran problema. La causa más frecuente es la depresión y sobre todo afecta a los hombres. Se suicidan cuatro veces más que las mujeres. Estar solo, sufrir demasiado estrés, fracasar en la carrera o en la vida privada, pueden causar esta enfermedad, porque sin lugar a dudas, la depresión es una enfermedad. Una enfermedad que se puede curar, si se trata, pero mucha gente no se da cuenta de su problema hasta que es demasiado tarde, hasta que la sucesión de desgracias los llevan a intentos de suicidio o al suicidio mismo.

Por suerte, y según unas nuevas estadísticas, en Hungría, el número de suicidios va decreciendo en los últimos años. Desde el año 1985 ha bajado un 30%. Pero, aunque la tendencia es satisfactoria, todavía estamos entre los países con uno de los índices más altos. En 2001, en Hungría, de cada 100 000 habitantes 29 se suicidó. Deberíamos acercarnos a la media de salud internacional que rondaría los 10, aunque nos alejamos, paulatinamente, de aquellos 40 de los países líderes del sector del suicidio.

Es muy difícil imaginar, para la mayoría de nosotros, las causas que pueden conducir a uno a matarse. Naturalmente, todo el mundo tiene problemas, muchas veces bastante graves, pero la fe en la vida y la fe en nosotros mismos y la familia o amigos nos ayudan vencerlos. Quien elige la muerte, ha perdido la confianza en sí mismo y en los demás. Probablemente la pérdida creciente de objetivos los transforma en seres solitarios y obsesivos, a veces difíciles de percibir. Hay gente que parece tenerlo todo: un montón de amigos, dinero y acceso a todas las riquezas materiales, pero al final se suicidan y sale a la luz lo vacío de sus vidas.

Los sociólogos tienen una lista de los síntomas que nos permitirían detectar una persona propensa al suicidio. Hablan mucho de la muerte. Constantemente se declaran aburridas y buscan relacionarse, con ansiedad. A esto le llaman „el último grito”. Muchas veces a su alrededor no se dan cuenta de que él o ella ya lo está planificando, y por eso, nadie puede, ni se le ocurre, impedir la tragedia.

Existen muchísimos modos para matarse, no hace falta entrar en detalles. Pero por mencionar los modos "preferidos": se ahorcan, se llenan de pastillas o, en la capital, saltan delante del metro. Hay quienes lo hacen en casa o en público, de acuerdo al tipo de trauma que han ido acumulando. Los de los puentes, en general son otro tipo de enfermos, que quieren llamar la atención y se dejan estar hasta que llegen los bomberos a quitarlos. El objetivo no es matarse ni mucho menos. Gritan desde lo profundo: ¡Ayudadme!

Y en la gran felicidad de la Navidad, tenemos que pensar un poco en estos pobres, en los que no tienen nada por qué vivir. Y aunque no los podamos ayudar, seguramente nos ayuden a pensar un poco en nuestra vida y a valorar más lo que tenemos. Y tal vez, eso es la Navidad: revalorar nuestra vida. Con amor, todo va mejor.

Fuentes:

Depresszio.hu

sábado, diciembre 09, 2006

Muerto el rey, el deporte a caballo de las mujeres

¡Por fin se ha muerto Puskás! ¡Llevábamos ese lastre desde hace más de 50 años! Que si fuimos los mejores, que si el 6-3 contra Inglaterra, que qué épocas aquellas, y qué pitos y flautas. Pero como a todos, a Francisco le llegó su San Martín y la palmó. Con él, esperemos se haya ido una leyenda y una carga ya insoportable para Hungría. Por fin podremos poner más atención en otros deportes y dejar, para otros con más cancha, el dichoso fútbol, el infierno de la pelotita enloquecida. Ha llegado el momento de prestar atención a aquellas cosas que sabemos hacer, aquellos deportes en los que, sin lugar a dudas, somos los que llevamos la sartén por el mango. El agua se nos da de maravilla, por ejemplo.

Pero con Panchito no solo se fue el futbolista, el macho dejó el escenario y ahora le toca el turno a otras estrellas, al batallón de mujeres que está entrenándose y listo, a la espera de una señal, para darle la vuelta a la tortilla. La sociedad cambia de la mano de las mujeres, y no solo aquí sino en todo el mundo; de las mujeres y de los “hombres sensibles”, cosa de no quedar fuera y por usar alguno de los tópicos con el que se suele caracterizar al sexo progresista.

Y es desde esta sensibilidad desde donde se podría esperar una nueva concepción del deporte, menos elitista, más popular y equidistante de nuestras miserias y minusvalías. Un deporte en el que entremos todos, donde todos jodamos por igual, como decían los de Molotov. Quizás es mucho pedir, pero yo por ahí tiro el boliche.

Y al mismo tiempo que los deportes “10” se pasan de mano en mano también podríamos volver un poco al caballo, a potrear el valle. Pararnos en alguna pulpería y recordar con nostalgia las épocas del fútbol y jugarnos una quinielita o un PRODE de algún país exótico y seguir marcha campo a través hasta la próxima posta.

Espero que disfrutéis con esta colección de artículos de “Muerto el rey, el deporte a caballo de las mujeres” y que os animéis, quienes viváis o hayáis vivido en Hungría a escribir en las próximas ediciones. Solo tenéis que enviarnos un e-mail y os contestaremos a la brevedad indicándoos formato y tema.

¡¡Adiós Panchito!!

por Kléber Mantilla


La primera vez que supe de Ferenc Puskas fue cuando miré una película de cine blanco y negro de la década de los 50. Mis anfitriones me dijeron que cuando se presentó por primera vez a una cancha de fútbol, los comentaristas se referían como un zurdo bajito y gordito. Pero también me anticiparon que era el mejor en lo que hacía: jugar al fútbol. Esas eran las imágenes del cuarto mejor futbolista del siglo XX.

Con la camiseta húngara marcó 83 goles en 84 partidos, entre 1945 y 1956, aunque pudieron ser muchos más, pues dejó de jugar por su país cuando emigró primero a Austria y luego a España, después del levantamiento húngaro contra de la ocupación de la URSS del 56. En los juegos olímpicos de 1952 alcanzó una medalla de oro para su país. “Cuando dejé Hungría y me sancionaron sin jugar, me juré que nunca volvería. Sin embargo, 25 años después, volví. El aeropuerto estaba atestado de gente gritando como si fuera una estrella del pop. En cuanto pude, visité el cementerio: no había visto la tumba de mi madre antes", le dijo Puskas al diario El País cuando le consultaron sobre las razones de aceptar la nacionalidad española.

En el mundial de Suiza de 1954, Hungría perdió la final contra Alemania Occidental (2-3). Según la opinión internacional porque Puskas estuvo lesionado. Luego de una suspensión de 18 meses jugó junto a Alfredo di Stefano, en el Real Madrid, donde logró hacer 35 goles en 39 partidos europeos. La copa europea ganó tres veces, siendo famosa la final de 1960, entre el Real y Eintracht Frankfort, anotando cuatro goles. En total fueron 512 goles, en 528 partidos. En España se nacionalizó y defendió esa selección en cuatro ocasiones, hasta la Copa del Mundo de Chile en 1962. Se retiró del fútbol en 1967. Pero también fue técnico del Colo Colo de Chile y en 1971, con el equipo griego Panathanaikos, llegó a la final de la copa europea.

Mientras la película narraba la historia del primer mundial televisado, pues nueve partidos se habrían retransmitido para todo Europa, se mencionaba en la selección húngara a Nandor Higdekuti, Czibor, Ferenc Puskas y Sandor Kocsis, el máximo goleador del torneo, como miembros del equipo dorado, que antes habían eliminado a Brasil con un 4-2. Ese partido fue bautizado como “la batalla de Berna” y en la semifinal cuando Hungría ganó a Uruguay 4 a 2. Estuvo muy cerca. Sin embargo, Puskas, el “Cañoncito” fue elegido el mejor jugador del Mundial de Suiza. Y su compañero, Sandor Kocsis, fue el máximo goleador del torneo con once goles.

El diario „Népszabadság” calcula que el costo de los funerales de Puskas bordea los dos millones de euros. En estos días los restos de Puskas se velan en la iglesia de San Esteban. Falleció el 17 de noviembre y será sepultado el 9 de diciembre. Un período digno para la despedida del mayor héroe deportivo magiar. En cambio, el diario „Magyar Hírlap” asegura que a su entierro en la Basílica, entre los asistentes constan: Ramón Calderón, presidente del Real Madrid, Franz Beckenbauer, la directiva y ex jugadores del equipo griego Panathinaikos y el vicepresidente de la UEFA y presidente de la Federación Española, Angel María Villar, entre otros, junto a 300 cantantes y 150 bailarines. La prensa señala que en el sepelio se colocará un cartel gigante en la Basílica y se encenderán 30 mil velas y 500 antorchas.

El director de cine Nimród Antall realizará una película sobre Puskas, mientras en las escuelas se dedicará una clase especial y un día de duelo en homenaje al más grande de todos. Otro productor, Adám Neményi, estrenará un documental el próximo año sobre la vida de „Pancho”, Puskas.

¿Cómo ponen sus cuerpos en movimiento las mujeres húngaras?

por Annamaria Preisz


La población húngara es bastante perezosa. Según algunas mediciones, pasamos solo una mínima parte de nuestro tiempo libre practicando deportes. Por ejemplo, en 2003, una investigación demostró que sólo el 3% de la gente en Hungría se inclina a "dilapidar" su tiempo con actividades físicas. Esto, comparado al 20% de media de los otros 20 países europeos y de los EE.UU., es una vergüenza.

A pesar de estos números, igual tengo la impresión de que un significativo grupo sí ha empezado a hacer gimnasia frecuentemente. Esto se explica por varias razones: la mejora del nivel de vida, un abanico de deportes mucho más amplio y una mejor infraestructura y aparatos, todos de última generación. Lo que buscan es compensar las falencias de la vida moderna, conservar la salud y tener un cuerpo atractivo. Y también, por supuesto, hacer sociales, disfrutar de la compañía de los demás.

Así es que desde principios de los ‘90, las salas de fitness se van multiplicando por todos lados. La palabra "fitness" ya se ha incorporado a nuestro vocabulario e incluso los abuelos la conocen y lo que es más sugerente, ¡la entienden! La media nos recuerda que ser "fit" es indispensable en cualquier edad. Y dos de nuestras mejores estrellas de fitness, Norbi y Alexandra Béres hacen todo lo posible para persuadirnos de lo hermoso de sus musculosas figuras y de la imperiosa necesidad de comprar sus dvd-s, de ir a sus clubes o de alimentarnos con sus milagrosas pócimas, especialmente desarrolladas para moldearnos esbeltas y majestuosas.

Para las mujeres la gimnasia preferida es el aeróbic. Para el otro sexo, el fútbol y body-building. Al mismo tiempo la popularidad de los ramos "tradicionales", como el ciclismo, el footing o la natación, ni mucho menos ha abajado, incluso ha crecido.

La industria del fitness, escalando en espiral y buscando aumentar sus beneficios, dibuja una fantasía llena de formas y colores y se ocupa de estimularnos constantemente con nuevos métodos y formatos para que estemos siempre atentas y entusiasmadas, especialmente las mujeres. Las actividades punteras son el aeróbic, el yoga y el baile, que a veces aparecen en sus formas más puras y otras mezcladas entre sí.

Por ejemplo, aquí viene el surtido que podemos probar en un club de fitness cualquiera (hay que destacar, que en estas clases los varones raramente aparecen):

Gimnasia para estilizar: incluye varios ejercicios semejantes al aeróbic, pero un poco más “tranquilos”. También se la conoce como “Gimnasia para quemar grasas”.

Interwall: se alternan fases de alta y baja intensidad, lo que se conoce como entrenamiento cardiovascular. El objetivo, cómo no, es quemar grasas y mejorar la resistencia.

Streching: sirve para mejorar la flexibilidad del cuerpo e intensificar la circulación de la sangre.

Step (versión tradicional): insistentemente se sube y baja de una plataforma plástica, interpretando a la vez absurdas coreografías. Hay numerosas variantes de steps: Kondi Step (de acondicionamiento), Step para quemar grasas y Step 3/4 (con un toque meditativo y usando música "New Age")

Pilates: Es una rutina de ejercicios que propone poner énfasis en lo que Pilates llamó “la mansión del poder”, es decir, en la musculatura del tronco, principalmente abdominales, paraespinales (yo me dedico sobre todo a las dorsales), y glúteos. Se trabaja fuerza, resistencia y flexibilidad muscular y de articulaciones. Se pueden utilizar los aparatos que Pilates especialmente diseñó o sobre la misma colchoneta, la Pilates Matt. De cualquiera de las dos maneras funciona muy bien.

Gimnasia Espinal: se practica para aliviar los dolores en espalda y en cintura. La estrategia principal es fortalecer los músculos.

Kick-box: se trata de un tipo de aeróbic con elementos y movimientos de Kick-box.

Dance Aerobic: es otro tipo de aeróbic, pero haciendo coreografías de danza.

Latin Party: es una gimnasia de intensidad media con coreografías de baile muy sencillas.

Funky: en realidad ésta es una clase de danza propiamente dicha.

Danza del vientre: es otra clase de baile 100% pero en este caso, tradicional.

Gimnasia prenatal: es una gimnasia controlada muy útil para mujeres embarazadas.

Yoga con el bebé: aquí la madre y su bebé se pueden comunicar, en movimiento, de una manera relajada y particular.

La gama es amplia y hay para distintas edades y tipologías. La regularidad es la clave del disfrute. En Hungría parece que vamos al paso de las últimas tendencias "internacionales" y además nos gusta innovar. En algunas salas ya se puede practicar Gyrotonic, que ya es popular en toda Europa y EE.UU. Es un nuevo sistema de acondicionamiento físico que integra principios de danza, yoga, tai-chi, natación y gimnasia olímpica. Consiste en trabajar el cuerpo a base de giros y se caracteriza por sus movimientos elegantes, delicados y llenos de armonía. Se practica en unas máquinas especiales, diseñadas por Juliu Horvath (un bailarín húngaro), y construidas para que el cuerpo humano pueda moverse con entera libertad de movimiento.

También la Power Yoga está aquí. Son los ejercicios tradicionales pero mucho más de prisa e intensamente. A Madonna, Sharon Stone y Gwyneth Paltrow, entre otras famosas, les encanta, y seguro que ya muchas de mis conciudadanas la practican.

Y terminando confío en que gracias a las mujeres, rápidamente, mejoren las estadísticas húngaras, al menos en lo que respecta a actividades deportivas.

Fuentes:

Szabó Ágnes: A szabadidősport fontossága és megjelenési formái társadalmunkban, különös tekintettel az egyetemistákra. Portalfitness

Los deportes húngaros de éxito

por Tímea Radó


Hablando de deportes en Hungría, a mucha gente lo primero que se le ocurre es el fútbol. Es verdad que hace muchos años la selección nacional era mundialmente reconocida, con nuestra estrella Ferenc Puskás. Él murió sólo hace dos semanas, el 17 de noviembre, y con él nuestra nación perdió, tal vez, al hombre y deportista más conocido no sólo en Hungría, sino en todo el mundo. Con su duende la selección húngara ganó contra los ingleses en 1953 el famoso 6:3.

Pero tenemos que admitir que hoy en día el fútbol ya no tiene la gloria que tenía hace 40 años. La verdad es que se sacrifica un montón de dinero en desarrollar este deporte, pero los resultados no se ven ni en la Liga ni en los partidos de la selección. En los últimos años no hemos podido clasificarnos para ningún campeonato internacional.

Naturalmente, hay otros deportes en nuestro país que, aunque no reciben tanto dinero, son tradicionalmente un éxito. Me refiero al waterpolo, al balonmano y al piragüismo. En estos deportes obtenemos resultados bastante importantes, pero necesitarían aumentar sus presupuestos y ayudas en general para que lleguen a ser realmente populares.

En verano muchísima gente va a Margitsziget para ver partidos de waterpolo. Y no sólo los partidos de la liga húngara son de alto nivel, sino que también nuestra selección gana primeras posiciones en los Juegos Olímpicos y en otros acontecimientos internacionales.

El mejor equipo de balonmano masculino probablemente es el de Veszprém. Con sus jugadores, internacionalmente respetados, han creado un equipo que frecuentemente gana contra los equipos españoles y croatas, dos de los países con las ligas más duras del mundo.

Y el piragüismo es tal vez el deporte en que alcanzamos la fama más grande a nivel mundial. Aunque lamentablemente poca gente conozca bien este deporte, ni siquiera pueden distinguir, por ejemplo, un kayak de una canoa.

Pero ¿cómo se hacen los deportistas más famosos? En la mayoría de los casos el tiempo es lo más importante. Casi todos han empezado a practicar este deporte desde niños o niñas, y han sacrificado mucho de su tiempo libre para practicar y para ser cada vez mejores. Los jugadores de waterpolo pasan horas en la piscina, nadando y jugando, practicando una y otra vez las tiradas. Los kayakistas, ya de niños, tienen que trabajar muchísimo: en verano entrenan pero también compiten; y en invierno es todavía más duro. Además de remar en piscinas especialmente acondicionadas, tienen que correr muchísimo y pasar horas y horas en el gimnasio.

El deporte es bueno para la salud, está comprobado. Los deportistas son más resistentes a las enfermedades. Pero no se habla mucho de las desventajas de tanto esfuerzo. Las articulaciones y los músculos son más susceptibles de lesionarse. Pero por suerte hoy en día los médicos las pueden curar pronto, y los deportistas regresan casi instantánemente al terreno de juego.

Hungría no solo ha producido al futbolista más conocido del mundo, Ferenc Puskás, y a otros deportistas destacados, sino también ha dado cabida a los acontecimientos internacionales más ilustres y de más alto nivel. La piscina Alfréd Hajós en Margitsziget de Budapest ya ha sido anfitriona de varias competiciones internacionales de natación y waterpolo. También está la pista de remo cerca de Szeged, llamada ’Maty-ér’, ubicada en un lago artificial, y que ya ha protagonizado por dos veces el Campeonato Mundial de Kayak y canoa, en 1998 y 2006.

Todavía el deporte no es en Hungría lo que en otros países, pero con tiempo y apoyo financiero los deportes estrella, que he comentado, podrán llegar a ser populares y mejorar, si cabe, nuestro score en la clasificación mundial.

Tippmix al natural

por Sebastián Santos


Montados en viejos caballitos de tiovivo le damos vuelta a Europa y sin calentarnos demasiado, al mundo entero. Hay cuatro deportes exóticos en los que destacamos y el fútbol nos gusta, como a todos, pero somos horribles con el esférico.

Lo que es bonito y aparentemente desapercibido son los juegos de azar. Hay por todas partes y de todas las formas. Pero nadie habla de ludopatía ni se montan escándalos porque instalen o desinstalen un casino. No es el estilo tragaperras español, sino más bien la onda reducto del juego de las películas yanquis.

El deporte no se queda atrás y si bien aquí no se gastan las millonadas de la península en equipos, sí hay amontada una buena infraestructura para reventarte la calderilla y si te descuidas, la cuenta del gas.

Estas semanas me permití incursionar en las casas de lotería. El modelo es equivalente, totalmente transferible, a cualquier otro rincón de los que conozco. Pagas el derecho a poner una cruz, a elegir, en una especie de desenfrenado y melancólico ataque democrático. El deporte parecería ser totalmente intercambiable con cualquier otra actividad crucera. Eliges 6, 11, 32 números y pagas, cabrón y a veces cobras, a veces no.

Hay un misterio en el juego, la esperanza de ser el elegido, el de la teletransportación selectiva. Te vas a salvar, vas a dejar el puto trabajo, la enmarañada red de relaciones personales que te asfixia y te ves en esos míticos rincones calientes del Pacífico, en una nube de placer, intocable y eterno.

El subidón dura poco, y dura menos si juegas poco, como yo, que soy una rata de cloaca. Pero así y todo se me revolvió el gusanito las veces que jugué. Elegí el Tippmix y elegí tirar la pelota a la olla, al montón, a la muchedumbre, en lugar de hacerlo desde casa, porque también se puede jugar directamente por internet y por supuesto, ver los resultados en el teletexto.

Lo primero realmente bonito es la complicidad del jugador, sobre todo de ese que se las sabes todas y va loco por batírtela. Cuando me arrimé al Lottozó de Keleti no entendía nada. Me acerqué tímido y dije en un húngaro, digamos bárbaro: “foci”. Yo quería el Tippmix, pero no sabía el nombre. El juego es fantástico y refleja a la perfección la ubicación periférica de Hungría. Puedes apostar a partidos de los rincones más alejados del mundo y a un sinfín de deportes, hockey sobre hielo, fútbol, volley, baloncesto, béisbol, lo que se te ocurra.

El secreto para poder surfearla es conseguir el periódico donde están apuntados los códigos de los partidos, quién es local y quien visitante y las previsiones de los resultados. Después es estrellan las cruces al tun-tun o como hago yo, confiando en la dicha de una biografía movida. Le jugué a Los Ángeles por mi hermana, rompí una lanza por la bañera donde tomábamos sol en pelotas en el terrado de La Boca, y tiré la primera piedra por el Celta de Vigo, recordando los paseos por los bosques de eucaliptos de la hermosa Galicia de mi viejo.

Simplificando y sin entrar en valorar los pronósticos deportivos del Nemzeti Sport, lo que básicamente hay que hacer para jugar una boleta es rellenar las primeras tres columnas con los códigos de los partidos (un número en cada bloque). Por ejemplo, en la vuelta de hoy, para “Sacramento-Orlando” en básquet, habría que poner 0-7-1 y después H, D, V, de acuerdo a si quieres local, empate o visitante. Tienen una versión fantástica y es que puedes jugar incluso por partidos que no llegarían a terminarse antes del cierre de la edición. Lo solucionan jugándole al resultado al final del primer tiempo. ¡Eso es ganas de estar en todas partes, carajo!

Se pueden anotar tantos partidos como quieras pero hay un mínimo de acuerdo al tipo de partido, que ellos tienen clasificados en orden numérico. No sé si es siempre igual, pero en el de hoy, por ejemplo, del 001 al 022 puedes poner uno solo; pero del 023 al 147 tienes que elegir un mínimo de 3; y del 148 al 200, 5 por lo menos, supongo que estos son los más fáciles para los entendidos.

Cuando terminas con la calentura de apuntar pasas a los cuadros de abajo. En uno mandas la cantidad de partidos que has puesto y a la derecha el dinero que quieres apostar. Te lo dejan clarito, si no aciertas a todos no ganas una mierda y por eso te dejan al pie la opción de la combinada, que asegura alguna, pero también se paga (no son bobos). La primera que puedes hacer es de 3 combinaciones y pagas 4 veces más la apuesta. Yo no entiendo de matemáticas, pero supongo que más o menos cuesta lo mismo que repetir una a una todas las boletas.

Pasaron los días y me quedé con las ganas de probar la Totó, la Góltotó, el Kenó, la Lottó, la Hatos lottó, la Skandináv lottó y la Luxor, con la que ahora me choco cada día en las páginas del Metro.

En definitiva para jugar al Tippmix al natural, primero hay que dejarse caer en cualquier parte, pero hay que hacerlo con todo el cuerpo, soltando el aire por la boca y sintiendo como los músculos van bajando, la panza se estira y se desplaza hacia delante y los brazos se descomponen pajaritos a los costados. Te puedes sentar en alguna escalera, en el banco de una plaza o recostarte contra una pared o contra la parada de algún bus, metro o troley. Después hay que mirar, sistemáticamente. No de arriba hacia abajo, sino más bien de derecha a izquierda y viceversa. Buscamos algo amarillo y verde, algo que sobresale de la estética de postguerra de la ciudad. Son unos carteles siempre impecables y siempre nuevos. Sino se ven a la primera, hay que probar otra vez y sino caminar, desinteresadamente, sin prisas, pero tampoco sin parar. A medida que avanzas, sutilmente ve revisándote los bolsillos del abrigo buscando un boli. Siempre hay alguno olvidado. Sino la jodiste, vas a poder jugar pero todo el mundo sabrá que eres un satélite, un visitante ocasional. El bolígrafo es fundamental, es la lanza de Don Quijote, la espada de Lancelot del Lago o el martillo de Tor. Cuando diste con el boli, lo aprietas fuerte en el bolsillo donde esté e incluso, para hacer el paseo musical, si eres como yo que todavía no tiene reproductor de MP3, le puedes rítmicamente poner y sacar el capuchón. Le da su onda a la búsqueda.

Al entrar en la agencia. Seguro que a esta altura ya la has encontrado. Vas directo, como si entrases en el bar de tu adolescencia y le pides a Manolito el periódico del Tippmix, o quizás simplemente (yo no lo he probado canchenge, todo hay que decirlo) le dices tipo “Tipp” y le haces una cabeceada y seguro que el punto entiende y te da el periódico.

Ahí siempre hay lugar, siempre hay un mostrador libre donde escribir. Incluso hay algunos que hasta tienen mesas para sentarse y la tele que te muestra los últimos resultados. No, ¡si es la hostia!

No hay que pensarla. Recuerda que se trata de ser uno más. Es como si fueses a mear y te la quedases mirando en medio del pasillo frente a los migitorios. Eso no se hace. Si quieres hacer el análisis dermatológico o futbolístico, en casa, con la parienta, si está afín.

En resumen. Rápido. Pim-pam. Entras, como un cow-boy, pides el periódico, te arrimas a un mostrador, sacas el boli, ya sudado y marcas con naturalidad las cruces. Son las fijas, ¡no puedes perder! Y vuelves al cajero.

Recuerda que no puedes apostar una miseria. Hay un qué dirán, un prestigio popular, un inconsciente colectivo que te vigila. Para miserias te vas a casa derechito después del trabajo y miras “Eastwood” en la TV2 chupeteando el osito de miel. No hay que pasar papelones ni romper un imaginario. El mínimo para jugar es 100, pero porfi, haz por lo menos un 500, ¿ok?

Sales tan rápido como has entrado. No hablas con nadie y tampoco te paras en la puerta como si no supieses adonde vas, como si estuvieses solo como un perro abandonado en pleno agosto. Antes eliges, derecha o izquierda y después ya encontrarás algún metro o autobús que te vaya acercando a casa y durante los próximos dos días tienes para entretenerte mirando los resultados en la tele, en internet y en donde narices te de la gana.

¡Suerte!

Todo deporte, todo igualdad

por Ágnes Lammel


Érase una vez un equipo en Dombori… Así empieza, o quizás así termina, un sueño que se ha vuelto realidad…

En mayo de 2006 la Fundación Planet ganó un concurso de la Unión Europea para realizar unas jornadas llamadas “Deporte e Igualdad”. Participamos en ellas 33 jóvenes de 4 países (España, Austria, Bulgaria y Hungría). Durante una semana se sucedieron sin descanso múltiples presentaciones, talleres, excursiones, juegos, entrenamientos y fiestas nocturnas.

Para daros una idea, cojo un día al azar y os lo describo. A las 8 de la mañana, deporte, carrera y remo. A las 9, el desayuno. Después varios talleres hasta la hora del almuerzo. Entre las 2 y media y las 5, algún deporte importante de uno de los países participantes. De ahí hasta las 7, alguna performance de países más lejanos, como por ejemplo capoeira o baile hindú. Después, cena y a partir de las 10 entrenamiento para la final, seguido de fiesta hasta el amanecer.

La meta de las jornadas era reflexionar, en el marco de la globalización de la educación, sobre los problemas pendientes y quizás insolubles de nuestro planeta. Pasamos una semana bajo el signo del Comercio Justo. Su esencia es la transparencia de las relaciones comerciales, llamando la atención sobre el trabajo infantil y la explotación en los países pobres. Se intenta crear un vínculo directo entre los productores en origen y los compradores, expulsando de la red comercial a los intermediarios que solo miran por sus beneficios.

En función de los temas de las jornadas (comercio justo, deporte, globalización e industrialización) tuvimos que, primero investigar sobre ellos y luego confeccionar carteles y proponer soluciones. En uno de los talleres, por ejemplo, probamos y examinamos la situación de los minusválidos. En grupos de cuatro (uno hacía de ciego, otro de sordomudo, otro de inválido y el cuarto de persona sin minusvalías) tuvimos que preparar los distintos elementos para una maqueta de pista. “Yo fui inválida, y gracias a este ’juego’ aumentó mi respeto hacía los inválidos, porque, aunque solo un poco, pude sentir sus mismas dificultades” –dice Vanesa.

En un otro taller representamos una situación real del sur de Bulgaria, dónde en una nueva fábrica de zapatos los obreros trabajan entre 16 y 18 horas por un salario de hambre. En tanto dueños, organizadores, trabajadores y representantes de derechos humanos tuvimos que discutir la situación. “Para mí, como dueña, era horroroso insistir en que ellos necesitaban este trabajo, aún en estas condiciones.”- dice Raphaela.

Junto al deporte, juegos y trabajo, nos quedó tiempo para salir de excursión y visitar algunas ciudades, como Pécs o Szekszárd, donde entre otras cosas, fuimos a ver un partido de baloncesto de la NB1

Los tambores españoles y su espíritu de fiesta incesante, la bebida nacional de Bulgaria, la compañía emocionante de los austriacos y nuestro apoyo inspirador, dieron una mezcla que produjo un ambiente perfecto, íntimo.

Durante los entrenamientos, el deporte era comunicación. Y al final, en “La Copa”, contra los jóvenes de Tolna, jugábamos como un verdadero equipo. Los 33 jóvenes llegamos a ser uno cuando terminaron las jornadas.

Y para terminar dejadme citar a algunos de los participantes: “Nosotros nos hemos vuelto una gran familia”(Gergő). “Tras el trabajo y el deporte todos fuimos como átomos en una molécula” (Juanlu).

Fue como un sueño. Y todavía lo siento. Y puedo decir, con todo mi corazón, que fue una de las semanas más bonitas de toda mi vida. Y los ojos se me llenan de lágrimas cuando la recuerdo.

Los jornadas tuvieron lugar entre el 4 y el 12 de noviembre, en Dombori, al sur de Hungría.
Participamos 33 jóvenes de 4 países diferentes: 8 españoles, de la Organización “Casa de la juventud” e “Imagina”; 10 búlgaros del Barbastro Work Team y del “PTPI AUBG Chapter”; 6 austríacos del “Akzente Salzburg”; y 7 húngaros de la “Fundación PLANET”. Además contamos con la colaboración de un fotógrafo portugués y la asistencia de una búlgara de “EVS”.

sábado, noviembre 25, 2006

La montaña de libros viejos en español que se amontona en nuestras librerías


¿Cuál es aquel pedacito del otro que podemos apreciar cuando leemos un libro? ¿Qué universo desprenden las letras diferente del cine o de la música? ¿Qué sentido despierta el traqueteo insistente del bus, del metro, trolebús o tranvía, cuando ensimismados leen camino del trabajo o descansan frente a la tele apagada en el comedor de casa?

Si la música puede sugerir cómo nos movemos en la cama o cómo hombres y mujeres se lanzan unos sobre otros; las películas, siempre tan pudorosas todas ellas, muestran las relaciones más allá del sexo, las de la calle y de las fiestas. Los libros, en cambio, invocarían al individuo, una especie de tira de encefalograma, que mostraría nuestro ritmo mental y los devaneos, ilusiones y calamidades que maquinamos en nuestra soledad.

En Hungría estas tres demostraciones culturales llegan a destiempo. Si por un lado no se puede negar que con cierta puntualidad aterrizan algunas de las últimas producciones en cine o en música, no pasa lo mismo con los libros. En algún momento se creó una gigantesca pared entre estos dos planetas y los que ya estaban de este lado siguieron reeditándose a sí mismos. Los que han llegado después se han dado de narices contra el ladrillo y apenas algunos espaldas mojadas pueden escabullirse. La visión que la literatura ofrece a los húngaros de España y Latinoamérica es vieja y pasada de moda. Nos ven bailar pero no tienen ni idea de los que nos pasa en la cabeza.

Esto está cambiando, lentamente claro, y por supuesto siempre será mucho más de lo que los hispanos conocen de este rinconcito europeo. Es la infalible regla de la periferia, cuanto más periféricos somos, más abiertos y multiculturales pensamos y nos expresamos.

¡Queremos carne fresca!

Espero que disfrutéis con esta colección de artículos de “La montaña de libros viejos en español que se amontona en nuestra librerías ” y que os animéis, quienes viváis o hayáis vivido en Hungría a escribir en las próximas ediciones. Solo tenéis que enviarnos un e-mail y os contestaremos a la brevedad indicándoos formato y tema.

Apología del nebiolo

por Sebastián Santos

Presentación de “Historia de Cronopios y de Famas” en el Instituto Cervantes
Arrancando de un pasado entre juguetón y revolucionario, nostálgico, llegó al Cervantes cortito y juguetón Julio Cortázar.

A simple vista no parece la literatura ni el autor más apropiado para adornar el momento húngaro. La convulsionada Latinoamérica de hace 40 años donde Cortázar parió, entre otros, esto que ahora se prsentó en el Cervantes, “Historia de Cronopios y de Famas”, dista una enormidad de la Europa de hoy, arrastrada por la velocidad del video clip y la repulsa alérgica a la revolución socialista.

Cortázar personaje político, especialmente comprometido con la revolución cubana y más tarde con la nicaragüense, no se atrevió o no le dió la gana mostrar en sus obras su rostro político. Más que nada era un guiño para los que pensaban diferente. Hablar de Cronopios y de Magas era también hablar de revolución y de lucha anticapitalista.

A Hungría llega un Cortázar descafeinado, inocuo, pero siempre divertido y ocurrente, sin el peso político de años atrás. No llegó literatura roja, sino un libro de todos los colores. Pero así y todo me intriga como reaccionará el público ante su lectura que parece hoy ingenua, achiquilinada, llena de excesivos juegos léxicos, ortográficos y semánticos y que incluso pueden fastidiar en lugar de agradar. Otra épocan, otras emociones a despertar.

La explicación más plausible de la habilidad con que este librito de tapas negras, letras verdes y brillantes, salpicado de dibujos crípticos, se ha colado en las estanterías de las librerías húngaras es básicamente la pasión y entrega de su principal traductora, Andrea Imrei, que ha dedicado buena parte de su vida a seguir consiensudamente la obra de Julito.

Pero el éxito de este y otros libros se enmarca en un contexto más amplio: el de la oferta y la demanda. Desde hace unos años vivimos el boom del español en buena parte del mundo, debido fundamentalmente a la ola inmigratoria que ha cambiado la composición social en Estados Unidos. Lo que hace el mono, hace la mona y todos repetimos el modelo americano.
De mano de este subidón las editoriales e instituciones que promocionan el castellano tienen que echar mano de los especialistas que hay en cada país. En el caso húngaro la mayoría de especialistas han sido formados herederos del mito comunista, una vez triunfó la revolución socialista en Cuba. De ahí que no es que no sea raro sino más bien inevitable que buena parte de los autores que se traduzcan, fuera de los clásicos de hoy de siempre, tengan ese ramalazo izquierdista que hoy la generación “x” mira con incredulidad.

Historia de Cronopios y de Famas se presentó en el Cervantes dos veces, el martes 7 y el domingo 19 de noviembre, siempre a sala llena, así que por narices tuvo que haber gustado. Yo me ocupé de hacer la traducción simulatánea, así que disfruté diferente, solo, artística y agitadamente hablando conmigo mismo y casi siempre pensando en pasado. Pero pude apreciar los preparativos y más allá de las postres. Vi antes y vi después. Vi colores y formas para nada habituales en esta casa y quedé de lo más agradecido de los nuevos aires que corren. Artistas saliendo de armarios, papagallo, bicicleta entre el público, globos y plástico decorando a medida que avanzaba la representación. Trompeta.

Después de la representación alguno me preguntó: “¿Para qué tanto espamento si al fin y al cabo solo se trata de presentar un libro?” Y el que no lo preguntó tampoco se atrevió a festejar abiertamente su admiración ni su éxtasis. El colectivo involucrado con el español, en su pavura por conservar su espacio de poder, llega a ser de un conservadurismo que asusta y se cuida mucho de no decir cosas fuera de lugar, no sea que le quiten la pelota, le pinchen el globo o le chupeteen el polo.

Tal vez me equivoque, tal vez sea la falta de expresividad con la que desde otras latitudes contemplamos a los húngaros. Pero chica...¡apenas hubo 4 risas roñosas!. Los actores terminaron, cobraron y desaparecieron con la velocidad del rayo; y con el cóctel de después de la obra hubo más que nada un juego de acercamientos, una búsqueda de complicidad por la ansiada opinión correcta.

Pero si bien yo quedé contento como cucaracha en azucarera, entiendo el desconcierto. Hay que reconocer que así como yo viví mi propio Cronopio encerrado en la cabina del fondo, también el texto y los actores jugaron por separado. Me atrevería a asegurar que no había un conocimiento profundo de la obra antes del montaje, ni después. Los colores, los ruidos, la música y las performances que tanto me gustaron, también hay que decir que estaban aplastadas contra el libreto sin mayores consideraciones. Con el mismo modelo estético se hubiera podido representar cualquier otra obra, que también tuviera como esta, algo de chispita criolla. Para el caso es lo mismo. La puesta de Réka tiene sobre todo el valor de lo novedoso, no en la escena del teatro mundial, claro, sino en la plataforma cultural del Instituto Cervantes. De seguir la fiesta, podríamos hablar del efecto Cortázar.

Aunque aprovechando la lección, para la próxima habrá que leerse antes los textos y conseguir ese swing del que hablaba Julio Cortázar y no fiarse de que todo se arregle a las carreras y con mucho nebiolo.

¿Cuánto se sabe sobre la literatura española e hispanoamericana en Hungría?

por Annamaria Preisz

¿Y sobre García Lorca y Radnóti?

En nuestras escuelas secundarias las materias que componen la enseñanza de la alteridad en tanto género, etnia y cultura naturalmente incluyen artistas españoles e hispanoamericanos. Por supuesto, también, en nuestras universidades, en los programas de lengua castellana figuran varios cursos de literatura española e hispanoamericana, enfocados desde el aspecto histórico o estilístico.

Lo que quiero mostrar son los personajes literarios más importantes con los cuales nuestras sudorosas profesoras intentan despertar el interés de los adolescentes por el mundo latino, a lo largo de sus estudios.

Después de un breve repaso resulta que no solo conocemos a Cervantes. Todos los chicos tienen bien clara en su memoria la imagen del caballero y de su acompañante Sancho, sobre todo por las series de dibujos animados y las obras de teatro, pero también por haber leído en clase algunos fragmentos de El Quijote.

Después del manco de Lepanto, tal vez Gabriel García Marquez con Cien años de soledad, sea el autor más conocido. Hay que destacar que en Hungría, esta obra, es lectura obligatoria en muchos institutos y según las estadísticas de “El gran libro” ocupa el puesto 12 en la lista de preferidos. Desde hace años viene representándose en teatro y actualmente se puede ver en el Vígszínház de Budapest y en el Vörösmarty de Székesfehérvár.

En tercer lugar estarían Borges y Cortazar, que parecen atrapara a los jóvenes con sus historias insólitas y entreveradas.

En lo que se refiere a la poesía hispanohablante cabe decir que ha tenido una importante influencia no solo entre el público lector sino también en nuestra propia producción literaria. Miklós Radnóti (1907-1944), uno de los poetas más geniales de Hungría, fue un ferviente seguidor de los acontecimientos de la España de los años ’30. En el verano de 1936, en París, participó de una gran manifestación de solidaridad con la República Española y de la que nacieron sus versos “España, España”, donde recoge imágenes de un París afligido y furioso en contra de la guerra y apoyando a los que luchaban por la libertad.

Radnóti admiraba a los combatientes antifascistas y sobre todo a Federico García Lorca, al que consideraba el gran poeta y dramaturgo de la primera mitad del siglo XX. Para él era el gran mártir de la Guerra Civil. En 1937, en uno de sus poemas se refería a él de la siguiente manera:

Porque España te quería
y tus versos decían los amantes...
¿Qué quedó a los de siempre cuando llegaron?
Eras poeta... ellos te mataron.
Ahora sin ti el pueblo su lucha libra,
¡Ah, Federico García!

También aparece en otro poema, algo más clásico, titulado “Primera Ecloga”, en el que se refiere al fin de la guerra y explica el asesinato de Lorca en manos del ejército fascista.

Igual que a Lorca y a cientos de miles, a Radnóti lo mataron los nazis en 1944. Lo habían llevado a un campo de trabajos forzados en Bor (Yugoslavia) y cuando empezó la retirada hacia el oeste lo ejecutaron, seguramente sin saber ni importarles que era uno de los grandes artistas de la época.

Radnóti, pese a su corta y trágica existencia compuso hermosos poemas, algunos incluso desde el encierro; escribió varios libros, redactó antologías y coordinó revistas artísticas. También se destacó en el campo de la traducción de numerosos poetas como La Fontaine y Apollinaire.

Fuentes:
Wikipedia
Acett

Esquivel, Cohello y Borges, los más leídos

por Kléber Mantilla

Para seleccionar al escritor latinoamericano o hispano más leído hemos recurrido al listado de los libros más vendidos en Hungría en los últimos meses en librerías y en editoriales. El colombiano Gabriel García Márquez es el único latinoamericano que se ubica entre los 10 primeros. Su libro Cien Años de Soledad sigue siendo un deleite pese al paso de los años.

Pero también se leen como un deleite: El Otoño del patriarca y El amor en los tiempos del cólera. Sin embargo, existen escritores “clásicos” que están en otras ubicaciones y son frecuentes al gusto del lector húngaro y de las casas editoras.

Podemos mencionar a la escritora mexicana Laura Esquivel, quien fue educadora y realizó obras de teatro y creación dramática, con especialidad en teatro infantil. Entre 1979 y 1980 escribió programas infantiles para la televisión mexicana. En 1985 realizó el guión de la película Chido One, el Tacos de Oro, nominada al premio Ariel de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de México. Dos años más tarde lanzó su obra de teatro infantil Viaje a la isla de Kolitas. En 1989 publicó Como agua para chocolate, que fue llevada al cine por el director Alfonso Arau, guión escrito por la propia Laura Esquivel. Esta sería la obra más leída de Esquivel en Hungría. El relato de una historia de amor desde los fogones de una cocina, „no realismo mágico, sino una magia de la literatura”, ha dicho la crítica. Se realizaron traducciones a decenas de idiomas y, en 1994, la novela recibió el Premio American Bookseller Book of the Year en Estados Unidos.

Otro latinoamericano muy solicitado es el brasileño Paulo Cohello, aunque en idioma portugués hay que mencionarlo, pues su fama no es gratuita. Viene de una familia de clase media y católica. En Río de Janeiro, estudió en un colegio jesuita. Luego, pasó por una época de rebeldía y fue internado tres veces en una clínica psiquiátrica. A finales de la década de 1960, fue hippie, viajó por México, Perú, Bolivia y Chile, luego Europa y el norte de África.

Compuso letras de canciones junto a Raúl Seixas. En 1974 estuvo detenido en un centro militar de torturas acusado de actividades subversivas contra el gobierno. Sin embargo, como escritor, ocupa las primeras posiciones en las clasificaciones de los libros más vendidos en Brasil, Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Canadá, Alemania, Italia, Países Bajos, México, Israel, Grecia o España. En Hungría también encabeza los listados en varias librerías.

El registro de ventas considera que vendió 65 millones de libros, con traducciones a más de 40 idiomas, siendo el autor mas vendido en lengua portuguesa de todos los tiempos. Entre sus novelas se encuentra El Alquimista de la que se han vendido más de 11 millones de ejemplares en todo el mundo.

El escritor Jorge Luis Borges, quien nació en 1899, es uno de los clásicos de la literatura latinoamericana de siempre. Con cualidades únicas, pues fue bilingüe desde su infancia y aprendió a leer en inglés antes que en castellano. A los seis años ya decidió ser escritor. A los siete años escribió un resumen de la mitología griega y a los ocho, La visera fatal, inspirado en un episodio del Quijote de la Mancha. A los nueve tradujo del inglés "El príncipe feliz" de Oscar Wilde. Entre 1914 y 1918 escribió algunos poemas en francés publicados en un periódico de Ginebra. Luego aparecen poemas y manifiestos en la prensa literaria de España, desde 1919 hasta 1921, cuando regresa Buenos Aires.

El joven poeta describe su ciudad natal en su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires (1923). Luego publica algunas revistas literarias y dos libros más, Luna de enfrente e Inquisiciones. En los treinta años siguientes se transforma en un brillante y polémico escritor pues crea un nuevo tipo de regionalismo, con base en la perspectiva metafísica de la realidad.

Escribe sobre el suburbio porteño, el tango, fatales peleas de cuchillo, en "Hombre de la esquina rosada" o "El Puñal". Otra época que lo caracteriza es la narrativa fantástica o mágica.

Entre 1930 y 1950 escribe Historia universal de la infamia, Ficciones y El Aleph. Este último sería uno de los libros más leído en la Hungría actual. Solo hasta1961 cuando comparte con Samuel Beckett el Premio Formentor otorgado por el Congreso Internacional de Editores, comienza su reputación en todo el mundo.

Luego de Esquivel, Cohello, Márquez y Borges podemos mencionar, del peruano Vargas Llosa, El paraíso en la otra esquina, y el Bestiario, del argentino Julio Cortázar, como libros de interés para los húngaros. José de Saramago y Carlos Fuentes también encabezan algunas listas de escritores más solicitados. Pero si hay que destacar nuevas cartas de presentación consta el ecuatoriano Abdón Ubidia y la colombiana Laura Restrepo.

Ubidia es narrador, ensayista, antólogo y crítico literario. Fue miembro de un grupo contestatario denominado „Tzántzico” el mismo nombre del ritual de la reducción de cabezas de los grupos nativos amazónicos. Colaboró con la revista La bufanda del sol y dirigió la revista cultural Palabra Suelta. Su libro „Sueño de lobos” consta también en los listados de libros más vendidos de Hungría.

En cambio, Historia de un Entusiasmo, de Laura Restrepo, relata una experiencia periodística como negociadora entre los grupos irregulares colombianos y el gobierno. La escritora estuvo exiliada en México y España, pero cada vez ha madurado su expresión literaria junto a su investigación periodística.

La fuerza del realismo mágico en Hungría

por Timea Radó

Desgraciadamente, leer no es un pasatiempo muy popular entre nosotros los húngaros, respetuosos de los tendencias mundiales que proclaman los expertos. Se dice que con la evolución de la media esta forma de entretenimiento ha pasado de moda. No es sólo que los adultos no lean, por el natural agotamiento al que nos tiene acostumbrados el trabajo, sino lo más alarmante es que a los jóvenes no les interesan los libros, al menos según las estadísticas.

Y por eso me considero una persona afortunada y no sólo porque con mucha frecuencia, sino además porque tengo muchos amigos que optan por pasar su tiempo libre leyendo una novela. Fuera de mi selecto grupo, debo admitir que hoy, encontrar a alguien con el que se pueda discutir un libro o que pueda recomendar un escritor es una pura una casualidad.

Pero, ¿qué leemos cuando se nos da la oportunidad? No sólo libros de los escritores húngaros más famosos, los que nunca pierden popularidad, como Mikszáth, Jókai o Gárdonyi, sino también escritores modernos, y por supuesto literatura internacional de ayer y de hoy. Las novelas francesas e inglesas son las favoritas.

En cuanto a la literatura que viene de los paises hispanoamericanos hay algunos escritores que están muy de moda, pero dentro de un círculo digamos reducido. Este tipo de literatura no tiene mucha tradición en nuestro país. Si le pedimos a un húngaro, seleccionado al azar, que mencione por lo menos tres escritores latinoamericanos, probablemente no podrá hacerlo.

Pero si alguien llega a enumerarnos los escritores que conoce o ha leído, seguro mencionará los del boom latinoamericano: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Jorge Luis Borges. La mayoría hará referencia a las novelas y apenas conocerá algún que otro poema, en general no hay predilección por la lírica.

Entre los tres nombres mencionados, el de Márquez es lo más conocido. La editorial húngara que lo promociona ha procurado mantener siempre el mismo estilo y tipo de presentación, así que no es difícil identificarlo en las estanterías. Pero ¿cómo puede ser un autor de Colombia tan conocido en el centro de Europa?

La literatura de Márquez es mágica. Suelen llamar a su estilo “realismo mágico”, estilo que él mismo creó uniendo la vida cotidiana de su pueblo con historias misteriosas, el folclore con una extraña organización del tiempo y las secuencias. Mágico.

Por una parte, conocer la vida de un pueblo tan lejano significa mucho para el lector húngaro, casi diríamos abre “un nuevo mundo”. Por otra parte, uno de los escenarios preferidos de Márquez, el pueblo pequeño, no representa en absoluto algo desconocido para nosotros. Es algo así como la sorpresa de la diferencia y la coincidencia de dos puntos tan alejados del globo. Nos encanta pensar en ese pueblo al lado del mar en América Latina.

Y ¿qué más? El estilo de Márquez, en algunos libros, es bastante complicado, por ejemplo en “Cien años de soledad”. Para llegar al meollo es de receta leerlos por lo menos dos veces y así vamos enterándonos de más y más cosas y descubrimos un universo realmente exótico, como el de Macondo, este fabuloso pequeño rincón contado de ancianos a niños, de generación en generación.

Márquez se esmera en transmitir al mundo entero las tradiciones que representan a su país y a Latinoamérica. Y además nunca ha esquivado el compromiso político. Estuvo al lado del Che Guevara y de Fidel en tiempos de la revolución y sigue. En 1982 se le otorgó el Premio Nobel de Literatura y su obra autobiográfica, ‘Vivir para contarla’ (2002) ha ganado una gran fama en Hungría.

Mario Vargas Llosa, escritor y ensayista peruano también vende un gran número de libros en Europa y nuestro país. Su estilo es parecido al de Márquez. Se pueden encontrar las huellas del realismo mágico, pero con un estilo mucho más complicado y estructuras mucho más complicadas, donde fácilmente uno llega a perderse. Sus libros más conocidos son ‘La ciudad y los perros’, ‘Pantaleón y las visitadoras’ y ‘El Paraíso en la otra esquina’.

Jorge Luis Borges es conocido casi en el mundo entero, como escritor y filósofo. Vivió no sólo en su patria, Argentina, sino también en Europa, y como buen escritor bilingüe, sus obras están cargadas de un denso ambiente internacional, pero donde Buenos Aires ocupa un papel privilegiado. Fue un escritor prolífico y aún ciego, a causa de una enfermedad hereditaria, siguió escribiendo, imparable. Sus obras no pasan de moda.

Como vemos, al lector húngaro le encanta este realismo mágico de la literatura hispanoamericana. Pero aunque la fama de estos autores no es cuestión de debate, estaría muy bien que nos ocupásemos de otros, para así poder conocer otros aspectos de esas latitudes.

Una deuda española con Hungría

por Pedro Voltes

No son escasas las conexiones entre la historia y la cultura de Hungría y España. Desgraciadamente, han sido menos divulgadas y fomentadas que las que ambos países tienen con otras naciones, y por esta razón no es raro que causen sorpresa al ser puestas a la luz. Uno de los casos menos populares y aplaudidos fue el del escolapio Padre Kőrösi.

Este ilustre hispanista nació en Gelmecz en 1860 y, en una época en que España podría llegar a decirse que no había un solo intelectual interesado por Hungría, el doctor religioso había dedicado amplios estudios a las letras españolas, y especialmente a Cervantes. No puede sorprender que se moviera brillantemente en nuestros temas, puesto que, aparte de dominar el español, traducía cosa de cuarenta idiomas. Algunas de las lenguas que manejaba eran asiáticas y un sector de los estudios del Padre Kőrösi versó sobre las afinidades entre algunos idiomas orientales, el húngaro y el antiguo vascuense.

El benemérito religioso cultivó la amistad de Ángel Guimerá, Núñez de Arce y Campoamor, entre otras figuras de su tiempo, y no se cansó de dar conferencias y clases sobre temas españoles. Era catedrático de la Universidad de Budapest y en Alemania y los demás países vecinos se le distinguía con respetuosa estimación. La Real Academia Española le nombró miembro correspondiente y pertenecía también a la Sociedad Geográfica de Madrid y la Sociedad de Autores de España. Tradujo al húngaro buen número de obras clásicas españolas como las de Lope de Vega, Calderón y Zorrilla, y se le puede considerar presentador en Hungría de las figuras de sus coetáneos españoles como Verdaguer, Pereda, Ventura de la Vega y Víctor Balaguer. En el curso de esta incansable actividad elaboró una antología de la literatura catalana y extendió su estudio de las letras españolas a países americanos con cuyos periódicos e instituciones mantenía viva relación.

domingo, noviembre 12, 2006

¡Bájala! o ven y tócala. Hungría le da la vuelta al folk

Hay una referencia reincidente en el mar de desconocimiento que rodea a Hungría, a sus magos y a sus duendes. Es la música. Cualquier rápida búsqueda en internet sobre Hungría nos va a llevar de cajón al mundo de la música y especialmente al de la etnomusicología, a las más interesantes técnicas de enseñanza musical y también seguramente daremos con algún luthier de prestigioso nombre y buen precio.

Sin lugar a dudas el folclore húngaro consolidado entre fines del XIX y principios del XX es todavía una etiqueta distintiva del país. Y no es difícil disfrutar de viejos ritmos zapeados por los más excelsos músicos.

Pero Hungría no es un museo de antigüedades. Budapest es una ciudad caliente y si así no se la imaginan los turistas antes de llegar, es simplemente por mala o conservadora publicidad institucional, que insiste en mantener los viejos tópicos. Fácilmente puedes perder la cabeza a orillas del Danubio, perdidamente embrujado, cautivado por una trompeta o por una hermosa mujer.

Aprovechando el boom de la fusión en todo el mundo los jóvenes húngaros no se han quedado atrás y revientan el escenario, poderosos, tecnológicos y siempre con la chapita húngara del renombrado folk. Y una vez encendida la mecha las variaciones son interminables, incluso diría que hasta originales, únicas.

La próxima vez que vengas a Budapest, evita los palacios y las termas y dedícate a la música. La cantidad de antros enterrados como búnkers, siempre encendidos y desparramados por toda la ciudad llega a hasta dar miedo. Valen la pena. Ven tócala, escúchala y báilala. Y sino puedes, pues bájala de internet.

Espero que disfrutéis con esta colección de artículos de “Bájala o ven y tócala. Hungría le da la vuelta al folk ” y que os animéis, quienes viváis o hayáis vivido en Hungría a escribir en las próximas ediciones. Solo tenéis que enviarnos un e-mail y os contestaremos a la brevedad indicándoos formato y tema.

Bartók: ¿la étnia del músico o el etnomúsico?

por Kléber Mantilla


Para seleccionar al mejor músico de la humanidad tendríamos que depurar el concepto de cultura universal, pues la música es fatalmente universal, y habría que volver a inventar la vida pero con música. El mejor músico sería un demiurgo detallista y ocioso que habría logrado describir la esencia de la vida con tonalidades y ritmos. O tal vez, quien habría vuelto a reinventar con arte ese conjunto de información y habilidades que explican la manera de ser de la gente. Pero, si la música es algo tan cercano a lo divino y la cultura tan diferente a la naturaleza, ¿por qué los músicos contemporáneos poco comparan e investigan los pueblos, antes de embarazar su musa?

El creador de la étnomúsica, el húngaro Béla Bartók, nos daría una respuesta: la cultura es una pluralidad muy diferente a la idea de naturaleza. Este compositor, pianista e investigador de la música folclórica de Europa del Este, los Balcanes, Turquía y de regiones no occidentales, estaba convencido que para hacer arte hay que estudiar la manera de comportarse del hombre.

Bartók nació en 1881 en un pequeño pueblito llamado El Gran San Nicolás (Nagyszentmiklós), que ahora se conoce como Sinnicolau, y pertenece a Rumanía. Perdió su padre a los siete años y su madre, Paula, trasladó la familia a Vinogradiv, ahora en Ucrania.

Cuando Checoslovaquia fue creada en 1918, Béla y su madre vivían con la frontera en el medio. Desde pequeño estudió y enseñó piano en Pozsony, -ahora es Bratislava- en Eslovaquia. Estudió piano con István Thoman y composición con János Koessler en la Real Academia de Música en Budapest (1907-1934). Cuando conoció a Richard Strauss se formaba como pianista y hacía giras por Europa. Pero cuando entró a la Academia logró estar en un sitio fijo y a la vez recoger más música folclórica. Ahí conoció a Zoltán Kodály y juntos investigaron la música folclórica de la región. Esto lo catapultó a la Academia de Ciencias (1934-1940).

Bartók mostró influencias de su compatriota Franz Liszt, del francés Claude Debussy, del compositor alemán Richard Strauss. Pero junto a Kodály descubrió las canciones folclóricas de los campesinos magiares, y realizó una adaptación de esas melodías a su propia música. Para esto escribió pequeñas piezas de piano con adaptaciones del folclore magiar. Y hacia 1905 Bartók se dio cuenta de que lo que se consideraba música popular húngara era en realidad música gitana reordenada según los criterios centroeuropeos. Con Kodály, Bartók también reunió y analizó de forma sistemática músicas pertenecientes al folclore de otros orígenes que recogió en una admirable obra de investigación. De esta colaboración surgieron 12 volúmenes que contienen 2700 partituras de origen magiar, 3500 magiar-rumanas y varios cientos de origen turco y del norte de África, incluso con registros sonoros. Así, desarrolló un estilo propio cargado de una gran fuerza y energía, con entornos melódicos inusuales y ritmos asimétricos y a contratiempo, típicos de la música folclórica de los Balcanes y de Hungría.

En 1903 escribió un largo trabajo orquestal, denominado Kossuth, el nombre del héroe de la revolución húngara de 1848. En 1909, se casó con Márta Ziegler y dos años después escribió su única ópera, El Castillo de Barbazul, con la cual concursó en el premio de la Comisión para las Bellas Artes Húngaras; pero no pudo interpretarla porque para ello debería haber borrado del programa el nombre del libretista, Béla Balázs, por sus ideas políticas. La ópera solo se estrenó en 1918.

La música de Bartók es cromática, las notas son contiguas a una dada, y con frecuencia muy contrapuntística, entretejiendo distintas líneas melódicas y sirviéndose de la disonancia. Le gustaba el uso de acordes por su sonoridad y era muy hábil para encontrar atmósferas y colores musicales, tanto en el piano como en la orquesta. Como gran pianista que fue, compuso varias piezas didácticas para el instrumento. Su obra Mikrokosmos Sz 107 (1935), formada por seis volúmenes, contiene 150 piezas para piano de dificultad progresiva y constituye un resumen de su evolución musical. Igual ocurre con sus 6 cuartetos para cuerda, considerados tan difíciles como los de Ludwig van Beethoven.

Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial concluyó sus viajes de recopilación de materiales musicales y volvió a la composición. Con alta calidad armónica y compleja estructura compuso dos sonatas para violín. Luego escribió su tercer y cuarto cuarteto de cuerdas en 1927. El Quinto Cuarteto lo realizó en 1934 y el sexto y último en 1939.

Bartók tuvo dos hijos Béla y Péter, uno con Márta y otro con una estudiante de piano, Ditta Pásztory. Para las lecciones de música de su segundo hijo compuso una colección de seis volúmenes de piezas de piano graduadas.

La Segunda Guerra Mundial fue una ventana abierta en su alcoba que le inspiró la narración de su propia historia en el piano, pero también fue la puerta de salida de Hungría. Primero envió sus manuscritos fuera del país, y luego en 1940, emigró por razones políticas a los Estados Unidos con Ditta. Péter Bartók llegó en 1942, y al poco tiempo se enroló en la Fuerza Naval.

La pasión de Bartók fue desbordante, pese a que fue un desconocido en Estados Unidos. Allá continuó sus investigaciones en la Universidad de Columbia y enseñó música en Nueva York, hasta que un tal Serge Koussevitsky le comisionó el famoso Concierto para Orquesta, el trabajo más popular de Bartók, que cubrió parcialmente su difícil situación económica. Luego compuso el Concierto para Piano no. 3, y su Concierto para Viola que quedó inconcluso y fue completado por su alumno Tibor Serly, después de su muerte por leucemia, en 1945. Fue enterrado en el Cementerio Ferncliff de Hartsdale, de Nueva York, pero en 1988, con la caída del comunismo en Hungría, sus restos fueron repatriados.

Sus obras

Ocho Danzas rumanas de Hungría (1915), para piano, (también orquestadas y transcritas para varios instrumentos); el Allegro bárbaro (1911), para piano; la ópera El castillo de Barbazul (1911); los ballets El príncipe de madera (1914-1916) y El mandarín maravilloso (1919); los 3 conciertos para piano y orquesta (1926,1931,1945); su Música para cuerda, percusión y celesta S 106 (1937) y el Concierto para orquesta (1943) que le encargó Serge Kusevitski.

También son notables su Concierto para violín y orquesta nº 2 S 119 (1938), la Música para dos pianos y percusión (1937) y su Concierto para viola, que quedó incompleto a su muerte y fue terminado por el violinista Tibor Serly.

Fuente:
Compositores Húngaros: Memorias.

La música en Hungría, entonces y hoy

por Timea Radó


Parece mentira, pero a pesar de su historia rica y única, la música en Hungría va tomando, a medida que pasan los años, un cierto carácter conformista. Naturalmente, esta tendencia es casi normal, y hay que admitir también que en la música moderna húngara todavía se pueden encontrar las huellas de la música tradicional.

Ahí mantenemos el recuerdo del meneo de los tiempos en que el famoso Béla Bartók (1881-1945) coleccionaba música folclórica. Registraba las canciones que no estaban escritas, melodías que la gente había conservado boca a boca. No es raro que de Bartók se diga que ha sido el personaje más importante en la historia de la música húngara.

Ahora existen varios cantantes y grupos que intentan unir los motivos clásicos y folclóricos con las tendencias modernas, cosa que no es muy simple, pero imprescindible para mantener la presencia del pasado. Y además, como hemos visto en el caso del grupo llamado ’NOX’, este tipo de música puede elegantemente representar a Hungría en eventos internacionales. Una de sus canciones fue la canción oficial del Campeonato Europeo de Natación.

Hoy en día la música, como elemento lúdico y fuente de diversión, es mucho más compleja y diversificada de lo que era antaño. Desde la revolución de la música en 1955, con el nacimiento de ’Rock Around The Clock’ de Bill Haley; y con esta canción, el nacimiento del rock&roll, el número de géneros musicales diferentes, sean populares o alternativos, es casi innumerable.

En Hungría hay ciertos géneros musicales cuya popularidad es grandísima. Podríamos dividirlos en los dos grupos más característicos, la música instrumental y la música electrónica. Ocurre frecuentemente que los jóvenes amantes de uno de estos grupos no pueden soportan al otro. Los amantes de la música instrumental dicen que el sonido que no sale de un instrumento propiamente dicho, no se puede considerar música verdadera. Por otra parte, los amantes de la música electrónica opinan que esa otra música es imposible bailar ni digna de una fiesta en una discoteca. Pero la mayoría de personas no es tan extrema. Es normal que uno escuche un poco de hip-hop, de rock y de clásica, por ejemplo.

Claro que también se podría clasificar entre ’música popular’ y no tan popular. La música popular sería aquella que se pone constantemente en la radio y en las discotecas, la que está de moda escuchar. Aquí estarían el pop, el drum&bass, el R&B, el trance y el techno, entre otros tantos que se podrían mencionar. Los géneros alternativos, por su parte, no son tan populares. Su público es más pequeño y prácticamente solo se pueden escuchar y bailar en pequeños clubs y bares especializados.

Después están los lugares de los amantes. Los amantes del rock o el heavy metal. Estos son géneros que influyen definitivamente en la apariencia de la gente. A algunos de ellos es muy típico verlos vestidos totalmente de negro, incluso con los ojos pintados de negro y con toda una serie de pequeños detalles distintivos de su música y de su modo particular de vida. La música caracteriza e influye su vida privada y pública. Van siempre a los mismos sitios y la música es condición fundamental a la hora de buscar pareja.

Pero ¿qué es lo que hace que un grupo dé en el clavo y se haga famoso en un mercado de música tan desconsolador? Hoy el talento es algo secundario para los productores. Lo que importa es el dinero potencial que el disco traiga y es en los géneros populares donde es más fácil conseguirlo. De ahí que sean los preferidos de las compañías.

En Hungría, una vez que un grupo o un cantante tiene éxito, sigue trabajar muchísimo para mantenerlo. El público se aburre muy fácil y rápidamente. Siempre hay que mostrar algo nuevo. En este contexto solo unos pocos logran triunfar con letras mayúsculas y son los que consiguen que sus discos se vendan en otros países.

La fama mundial sólo la merecen los mejores. El número de estos cantantes húngaros es muy reducido. El más popular es Ákos Kovács, un artista del que todos sus discos son de la mejor calidad. Trabaja en la industria de la música desde 1993, y desde el principio escribe canciones en húngaro y en inglés, lo que facilita que su nombre sea reconocido en otros países.

Otro grupo con éxito internacional y que ya he mencionado en párrafos anteriores es NOX. A los europeos, la novedad del folclore húngaro les gusta y de ahí su éxito. También está Tankcsapda, un grupo de rock. Sus canciones se han traducido al inglés y se venden muy bien en Alemania e Inglaterra. Después hay ejemplos como Edvin Marton o Princess, las tres chicas violinistas, que son más populares en el extranjero que en su propia patria, Hungría.

La diversidad musical en Hungría es bastante grande. Las influencias internacionales siguen moldeando el gusto de los húngaros, pero todavía queda una importante corriente distintivamente húngara que mezcla un poco de electrónico, un poco de rock y un poco de nuestra música tradicional.

La zanfona peleona de Pablo Lerner

por Sebastián Santos


La alegría que desprende Pablo al tocar la zanfona solo se puede comparar a la sorpresa y al éxtasis que produce en el que como yo, esta primera vez, tuve el placer y el honor de poder escuchar. El marco no podía ser ni más bohemio ni más profundo.

Cuando salí de su casa no sabía donde estaba, tampoco me importaba, y caminé bajo una lluvia intensa, molesta y desconsiderada hasta que de repente me vi bajando las escaleras del metro, en Arany János, cegado por las luces.

Decididamente hay en este músico algo extraño, algo de personaje imaginario. Incluso a veces pienso que es algo así como un duende. No lo llego a tener muy claro por la aparente naturalidad con que aparece y desaparece. Puede materializarse en una parada de bus, en la puerta de un teatro, incluso en tu lugar de trabajo. Llega, eso si, siempre vibrando, mezclando frases de amante apasionado, padre sufrido, esclavo hastiado y bestia en celo. Dice todo aquello que uno no se atreve a decir. Se abre al medio como un augurio y te deja ver en lo profundo de un alma que perfectamente puede ser la tuya. No habla, golpea, insulta y es capaz de meterte la mano hasta la campanilla y retorcértela. Claro, todo esto con movimientos tan rápidos y bien articulados que es imposible darse cuenta. Eso es magia.

No podría repetir ni explicar el camino hasta su casa. Sé que es en algún lugar cerca de Oktogon, porque nos encontramos en la puerta del Burger King. De ahí en más subimos y dimos vueltas. Yo me dejé llevar. No pasó mucho tiempo pero de golpe estábamos escondidos en un bulín, probablemente en las profundidades de ese árbol invisible del que habla Sándor Márai, que atraviesa la ciudad hasta orillas del Danubio y que solo se puede ver cuando la música o el ruido de los tanques es lo suficientemente intenso.

Y a Pablo lo tendríais que haber visto galopando en la zanfona mejor aún que el llanero solitario. Y yo era Toro, lo tenía clarísimo. Lo acompañaba deslumbrado. ¿Dé dónde podía sacar ese ritmo gritón y distendido, si entre sus piernas no había más que una especie de violonchelo arrepentido? Ahí se movía todo, por adentro y por afuera. Se balanceaba en un banquito rojo, le daba a la manivela, e incluso, en la apoteosis, hasta llegó a cantar. Una cosa gutural, indescifrable para mi oreja descompuesta. No había palabras. Hablábamos de música.

La sorpresa fue doble. Duplexa por descubrir que el duende del que hablo además de mágico y reflexivo petardo era un virtuoso de la música. Él explica su intensa vivacidad fruto de manotazos de ahogado. Se queja de su larga y consecuente enfermedad, de los traumas de niño y de lo pesadas que son las frustraciones, la muerte de los sueños.

Si bien la música es un hilo conductor en su vida, desde el canchengue murguero de Buenos Aires, Montevideo o San Pablo pasando por el incomprendido estudiante de acordeón de la Universidad de Tel Aviv o al aplicado y sumiso zanfonista de la Escuela de Folclore de Buda, también hubo una época en que vivió el sueño de un pueblo.

Siempre repite aquello de sacar a los judíos de la diáspora y la diáspora de los judíos y de cómo se dio de narices frente a una guerra llena de fascistas. “No odiaba a los árabes y eso era un verdadero problema”, repite cuando explica por qué dejó en 2002 Israel.

El caso es que su genialidad, venga de donde venga, permite colocarlo en el espectro de la música de Hungría como un referente del sincretismo musical. Es un músico hábil, ingenioso y creativo que ha logrado descubrir en la zanfona los ritmos bailongos del profundo nordeste de Brasil. Él explica, para hacerla corta, que lo que hace es reproducir en la zanfona el forró, el bahiano, el maracatú y el aboio, por mencionar unos cuantos ritmos brasileros. ¡Magistral!

En Brasil para estas músicas utilizan la rabeca, el llamado violín brasilero, simplón, gritón, llorón, pero peleón hasta las últimas, como el que te jedi. Normalmente se acompaña con triángulo o zambomba, cosa que Pablo rechaza para su querido tekerőlant. Pero no solo es de destacar sus preferencias a la hora de combinar al gordo con otros instrumentos, sino que además lo usa de manera diferente. Por ejemplo ¡y alabados seas, hermano Pablo! se permite jugar y descubrir ritmos con la manivela, escapando de la monotonía depresiva de los clásicos del Alföld como Mihály Bársony.¡Y esto solo usando una de las cuatro cuerdas de la viola!

También tiene detalles que lo hacen tierno y conocedor de las pequeñas alegrías de la vida, como aquel papelito que nivela la altura exacta por donde debe rozar, en erótico meneo, la que grita. O el algodón, que la rodea dando la segura, hecho del de un tampón, “el mejor porque es más elástico y flexible”, asegura el diestro.

¡Qué menos que recomendable! Lo que sí es que habrá que quedar atentos porque él, en su nueva búsqueda personal, está por dejar la ciudad camino de Gödöllő, donde promete dedicarse al cultivo de la tierra.

Web de Pablo Lerner:
Pablo Lerner tekerőlantos Budapest

Ungarische Volklor

por Annamaria Preisz


Las canciones folclóricas en nuestra música de hoy

Tal vez conoce, o por lo menos ha oído ya algunos cantares de la música folclórica de Hungría, especialmente si ha visitado el país como turista.

Según mi opinión y la de otros tantos, nuestra música popular no es igual a las coplas o melodías gitanas que suelen tocar, para sacar algún dinero y sobre dedicadas a los turistas que vienen de Europa Occidental, en algunos restaurantes del país.

Nuestra música popular tiene una gran variedad atendiendo a las diferentes regiones de Hungría (también aquellas áreas que ahora son parte de los países vecinos). Las características más importantes de la canción tradicional húngara es que se componen de estrofas de cuatro versos en una gama musical que varía entre 2 y 6 notas. Así una forma clásica es aquella de versos con 5 notas, en los que la tonada se repite primero un poco elevada y exigida y después más baja.

En ciertos tipos de la canción popular se añaden "pequeños sonidos" como ornamentación antes de la música principal, buscando adaptarse al ritmo natural de la lengua (esto es muy fácil de apreciar en las canciones tradicionales de Transilvania).

La música popular húngara se toca con cornamusa (un substituto bastante popular entre los pueblos que por razones económicas no podían comprarse un órgano para la iglesia), organillo, bombarda, laúd, flauta, violín y címbalo (una especie de cítara o dúlcemele). Además está el taragot, un oboe de una sola caña, de origen húngaro, con un sonido inolvidable, no muy diferente del del saxofón soprano. Si tiene curiosidad por revisar como suenan estos instrumentos en conjunto debería escuchar, sino lo ha hecho ya, a Márta Sebestyén, una de las mejores y más famosas cantantes de la música popular de Hungría.

Hoy en día la música folclórica pervive y no solo en sus expresiones más puras sino también fusionada con nuevos ritmos y tecnologías. Para la generación joven tenemos la formación Anima Sound System, reconocida dentro y fuera del país. Se fundaron en el año 1993 y han presentado cds y conciertos tanto en Europa como más allá del océano. Han trabajado junto con grandes nombres, Transglobal Underground, De-Phazz, Terry Lee Brown Jr. o Asian Dub Foundation y Oi Va Voi; y también su música figura en varias películas. "Buddha Bar V" incluye dos de sus composiciones. Su estilo es único y su resonancia es especial, con una música electrónica que integra varios elementos contemporáneos, como du, dancehall y drum and bass. Además les encanta fundirlos con los más tradicionales, por ejemplo el reggae o el folk húngaro, gitano o judío.

Naturalmente el grupo también tiene y expresa su ideología repitiendo consignas antimilitaristas, anticonservadoras y antirracistas. Le recomiendo los álbumes Shalom (1995) y Hungarian Astronaut (1996). Ambos contienen canciones folclóricas, en una interpretación exquisita.

Y si le gusta el jazz contemporáneo, no se puede perder a Dresch Quartet, de gran reputación internacional, fundado por Mihály Dresch en el año 1984. En su música no utilizan "trucos" de la técnica moderna, como los grupos anteriores, sino más bien juegan con un repertorio de instrumentos tradicionales: instrumentos de vientos (taragot, saxofón, flauta, trompeta), contrabajo, violín, laúd, címbalo, y muy poca voz. Su fusión del jazz con la música húngara es realmente una obra de arte. Y el resultado son melodías auténticas, agradables, a veces dinámicas, otras veces melancólicas. Sus más recientes álbumes se titulan Hungarian bebop, Egyenes zene y Szép csendesen, este último mi favorito.

Fuentes:
A magyar népzene és annak eredete
Cultura de Hungría
Anima Sound System. Biográfia
http://www.adform.hu/dresch_quartet.htm

Para escuchar música on-line:
Anima Sound System
Dresch Quartet