miércoles, junio 28, 2006

La palma blanca de las argollas

por Kléber Mantilla

Hajdu Szabolcs es el director de la película “Palma blanca” que ha ganado varios premios en el festival de cine húngaro realizado el febrero pasado. En realidad es una trama nostálgica con fuerte insistencia de pesimismo, que plasma el estilo melancólico del cine húngaro contemporáneo. Con alta profundidad en la dinámica sicológica del protagonista, busca definir las limitaciones del profesionalismo deportivo. Esta vez, se conceptúa la gimnasia y la acrobacia más allá del ámbito educativo, bajo el rigor de la época socialista.La ubicación es 1980, en la ciudad de Debrecen, pero la cinta conjuga tiempos y lugares, pues la historia también se desarrolla en el Canadá actual. Si hay un mérito por destacar, sería la agilidad del camarógrafo y la pulcritud del pequeño Dongo, el niño protagonista de 11 años.La cinta busca perturbar y afectarnos cerebralmente al describir la violencia de un entrenador para preparar a un grupo de niños atletas. Un hombre rígido, estricto, severo y algo viejo, que solo cabe en su doctrina vital el talento y que busca divertir su espíritu con la disciplina a ultranza.

En medio de una ciudad apagada, quemeimportista y congelada, donde los padres de los pequeños no saben qué pasa en la escuela, un padre se deleita mostrando a un amigo las habilidades físicas de su hijo, que no se diferencian de un mono subiendo paredes o resaltando la musculatura de piernas y brazos. Su madre, pese a que descubre por casualidad las piernas lastimadas por el látigo del entrenador, nunca resuelve el conflicto emocional de su hijo que tendrá una pesadilla para toda su vida. Dongo volverá a repetir todo el castigo recibido, después en uno de sus futuros alumnos.

Los actores son Gheorghe Dúnica, de origen rumano, Hajdu Zoltán Miklos, que es hermano del director, Radies Orion y Radies Silas. Juntos recrean el mundo pasado de las escuelas de formación deportiva dentro del sistema comunista, pero la diferencia está en el referente que usa Hajdu: su mismo hermano, que en la vida real es un gimnasta.

Más adelante, aparece el conflicto entre ser un deportista puro o conectar la cultura física en un circo. Para narrar este segmento el filme mantiene un colorido estético interesante, pues la letanía del esfuerzo deportivo puede asimilar, con perfección, la alegoría de la presentación circense. Ahí, es cuando aparece el dilema de cuerpo y mente talentosos: ir por la competencia de medallas o por arrancar sonrisas a los espectadores.

Bueno, el título está más claro. La palmas blancas o “Fehér Tenyér” vienen a transparentar el talco colocado en las manos de los acróbatas antes de usar las barras, la soga o las paralelas, pero mantiene en la película la metáfora implícita de la llaga y la ampolla. Una mano callosa podría decir con más certeza a qué alma pertenece.

En 97 minutos de duración, el público podrá madurar cualquier desorden emocional y atenderá con deleite la subjetividad de un espíritu talentoso en un niño y un hombre. Algo que vale la pena mirar....y comentar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bien, yo te lo comento:)

Algo muy personal a modo de anécdota p' vosotros: es que yo "conozco" al protagonista, el hermano menor del director. No sé mucho de él, pero en una situación muy difícil, sin conocernos previamente, casi me ha salvado la vida, gracias a su increíble fuerza corporal. Así fue el caso...

Judit Zs.