sábado, noviembre 25, 2006

La montaña de libros viejos en español que se amontona en nuestras librerías


¿Cuál es aquel pedacito del otro que podemos apreciar cuando leemos un libro? ¿Qué universo desprenden las letras diferente del cine o de la música? ¿Qué sentido despierta el traqueteo insistente del bus, del metro, trolebús o tranvía, cuando ensimismados leen camino del trabajo o descansan frente a la tele apagada en el comedor de casa?

Si la música puede sugerir cómo nos movemos en la cama o cómo hombres y mujeres se lanzan unos sobre otros; las películas, siempre tan pudorosas todas ellas, muestran las relaciones más allá del sexo, las de la calle y de las fiestas. Los libros, en cambio, invocarían al individuo, una especie de tira de encefalograma, que mostraría nuestro ritmo mental y los devaneos, ilusiones y calamidades que maquinamos en nuestra soledad.

En Hungría estas tres demostraciones culturales llegan a destiempo. Si por un lado no se puede negar que con cierta puntualidad aterrizan algunas de las últimas producciones en cine o en música, no pasa lo mismo con los libros. En algún momento se creó una gigantesca pared entre estos dos planetas y los que ya estaban de este lado siguieron reeditándose a sí mismos. Los que han llegado después se han dado de narices contra el ladrillo y apenas algunos espaldas mojadas pueden escabullirse. La visión que la literatura ofrece a los húngaros de España y Latinoamérica es vieja y pasada de moda. Nos ven bailar pero no tienen ni idea de los que nos pasa en la cabeza.

Esto está cambiando, lentamente claro, y por supuesto siempre será mucho más de lo que los hispanos conocen de este rinconcito europeo. Es la infalible regla de la periferia, cuanto más periféricos somos, más abiertos y multiculturales pensamos y nos expresamos.

¡Queremos carne fresca!

Espero que disfrutéis con esta colección de artículos de “La montaña de libros viejos en español que se amontona en nuestra librerías ” y que os animéis, quienes viváis o hayáis vivido en Hungría a escribir en las próximas ediciones. Solo tenéis que enviarnos un e-mail y os contestaremos a la brevedad indicándoos formato y tema.

Apología del nebiolo

por Sebastián Santos

Presentación de “Historia de Cronopios y de Famas” en el Instituto Cervantes
Arrancando de un pasado entre juguetón y revolucionario, nostálgico, llegó al Cervantes cortito y juguetón Julio Cortázar.

A simple vista no parece la literatura ni el autor más apropiado para adornar el momento húngaro. La convulsionada Latinoamérica de hace 40 años donde Cortázar parió, entre otros, esto que ahora se prsentó en el Cervantes, “Historia de Cronopios y de Famas”, dista una enormidad de la Europa de hoy, arrastrada por la velocidad del video clip y la repulsa alérgica a la revolución socialista.

Cortázar personaje político, especialmente comprometido con la revolución cubana y más tarde con la nicaragüense, no se atrevió o no le dió la gana mostrar en sus obras su rostro político. Más que nada era un guiño para los que pensaban diferente. Hablar de Cronopios y de Magas era también hablar de revolución y de lucha anticapitalista.

A Hungría llega un Cortázar descafeinado, inocuo, pero siempre divertido y ocurrente, sin el peso político de años atrás. No llegó literatura roja, sino un libro de todos los colores. Pero así y todo me intriga como reaccionará el público ante su lectura que parece hoy ingenua, achiquilinada, llena de excesivos juegos léxicos, ortográficos y semánticos y que incluso pueden fastidiar en lugar de agradar. Otra épocan, otras emociones a despertar.

La explicación más plausible de la habilidad con que este librito de tapas negras, letras verdes y brillantes, salpicado de dibujos crípticos, se ha colado en las estanterías de las librerías húngaras es básicamente la pasión y entrega de su principal traductora, Andrea Imrei, que ha dedicado buena parte de su vida a seguir consiensudamente la obra de Julito.

Pero el éxito de este y otros libros se enmarca en un contexto más amplio: el de la oferta y la demanda. Desde hace unos años vivimos el boom del español en buena parte del mundo, debido fundamentalmente a la ola inmigratoria que ha cambiado la composición social en Estados Unidos. Lo que hace el mono, hace la mona y todos repetimos el modelo americano.
De mano de este subidón las editoriales e instituciones que promocionan el castellano tienen que echar mano de los especialistas que hay en cada país. En el caso húngaro la mayoría de especialistas han sido formados herederos del mito comunista, una vez triunfó la revolución socialista en Cuba. De ahí que no es que no sea raro sino más bien inevitable que buena parte de los autores que se traduzcan, fuera de los clásicos de hoy de siempre, tengan ese ramalazo izquierdista que hoy la generación “x” mira con incredulidad.

Historia de Cronopios y de Famas se presentó en el Cervantes dos veces, el martes 7 y el domingo 19 de noviembre, siempre a sala llena, así que por narices tuvo que haber gustado. Yo me ocupé de hacer la traducción simulatánea, así que disfruté diferente, solo, artística y agitadamente hablando conmigo mismo y casi siempre pensando en pasado. Pero pude apreciar los preparativos y más allá de las postres. Vi antes y vi después. Vi colores y formas para nada habituales en esta casa y quedé de lo más agradecido de los nuevos aires que corren. Artistas saliendo de armarios, papagallo, bicicleta entre el público, globos y plástico decorando a medida que avanzaba la representación. Trompeta.

Después de la representación alguno me preguntó: “¿Para qué tanto espamento si al fin y al cabo solo se trata de presentar un libro?” Y el que no lo preguntó tampoco se atrevió a festejar abiertamente su admiración ni su éxtasis. El colectivo involucrado con el español, en su pavura por conservar su espacio de poder, llega a ser de un conservadurismo que asusta y se cuida mucho de no decir cosas fuera de lugar, no sea que le quiten la pelota, le pinchen el globo o le chupeteen el polo.

Tal vez me equivoque, tal vez sea la falta de expresividad con la que desde otras latitudes contemplamos a los húngaros. Pero chica...¡apenas hubo 4 risas roñosas!. Los actores terminaron, cobraron y desaparecieron con la velocidad del rayo; y con el cóctel de después de la obra hubo más que nada un juego de acercamientos, una búsqueda de complicidad por la ansiada opinión correcta.

Pero si bien yo quedé contento como cucaracha en azucarera, entiendo el desconcierto. Hay que reconocer que así como yo viví mi propio Cronopio encerrado en la cabina del fondo, también el texto y los actores jugaron por separado. Me atrevería a asegurar que no había un conocimiento profundo de la obra antes del montaje, ni después. Los colores, los ruidos, la música y las performances que tanto me gustaron, también hay que decir que estaban aplastadas contra el libreto sin mayores consideraciones. Con el mismo modelo estético se hubiera podido representar cualquier otra obra, que también tuviera como esta, algo de chispita criolla. Para el caso es lo mismo. La puesta de Réka tiene sobre todo el valor de lo novedoso, no en la escena del teatro mundial, claro, sino en la plataforma cultural del Instituto Cervantes. De seguir la fiesta, podríamos hablar del efecto Cortázar.

Aunque aprovechando la lección, para la próxima habrá que leerse antes los textos y conseguir ese swing del que hablaba Julio Cortázar y no fiarse de que todo se arregle a las carreras y con mucho nebiolo.

¿Cuánto se sabe sobre la literatura española e hispanoamericana en Hungría?

por Annamaria Preisz

¿Y sobre García Lorca y Radnóti?

En nuestras escuelas secundarias las materias que componen la enseñanza de la alteridad en tanto género, etnia y cultura naturalmente incluyen artistas españoles e hispanoamericanos. Por supuesto, también, en nuestras universidades, en los programas de lengua castellana figuran varios cursos de literatura española e hispanoamericana, enfocados desde el aspecto histórico o estilístico.

Lo que quiero mostrar son los personajes literarios más importantes con los cuales nuestras sudorosas profesoras intentan despertar el interés de los adolescentes por el mundo latino, a lo largo de sus estudios.

Después de un breve repaso resulta que no solo conocemos a Cervantes. Todos los chicos tienen bien clara en su memoria la imagen del caballero y de su acompañante Sancho, sobre todo por las series de dibujos animados y las obras de teatro, pero también por haber leído en clase algunos fragmentos de El Quijote.

Después del manco de Lepanto, tal vez Gabriel García Marquez con Cien años de soledad, sea el autor más conocido. Hay que destacar que en Hungría, esta obra, es lectura obligatoria en muchos institutos y según las estadísticas de “El gran libro” ocupa el puesto 12 en la lista de preferidos. Desde hace años viene representándose en teatro y actualmente se puede ver en el Vígszínház de Budapest y en el Vörösmarty de Székesfehérvár.

En tercer lugar estarían Borges y Cortazar, que parecen atrapara a los jóvenes con sus historias insólitas y entreveradas.

En lo que se refiere a la poesía hispanohablante cabe decir que ha tenido una importante influencia no solo entre el público lector sino también en nuestra propia producción literaria. Miklós Radnóti (1907-1944), uno de los poetas más geniales de Hungría, fue un ferviente seguidor de los acontecimientos de la España de los años ’30. En el verano de 1936, en París, participó de una gran manifestación de solidaridad con la República Española y de la que nacieron sus versos “España, España”, donde recoge imágenes de un París afligido y furioso en contra de la guerra y apoyando a los que luchaban por la libertad.

Radnóti admiraba a los combatientes antifascistas y sobre todo a Federico García Lorca, al que consideraba el gran poeta y dramaturgo de la primera mitad del siglo XX. Para él era el gran mártir de la Guerra Civil. En 1937, en uno de sus poemas se refería a él de la siguiente manera:

Porque España te quería
y tus versos decían los amantes...
¿Qué quedó a los de siempre cuando llegaron?
Eras poeta... ellos te mataron.
Ahora sin ti el pueblo su lucha libra,
¡Ah, Federico García!

También aparece en otro poema, algo más clásico, titulado “Primera Ecloga”, en el que se refiere al fin de la guerra y explica el asesinato de Lorca en manos del ejército fascista.

Igual que a Lorca y a cientos de miles, a Radnóti lo mataron los nazis en 1944. Lo habían llevado a un campo de trabajos forzados en Bor (Yugoslavia) y cuando empezó la retirada hacia el oeste lo ejecutaron, seguramente sin saber ni importarles que era uno de los grandes artistas de la época.

Radnóti, pese a su corta y trágica existencia compuso hermosos poemas, algunos incluso desde el encierro; escribió varios libros, redactó antologías y coordinó revistas artísticas. También se destacó en el campo de la traducción de numerosos poetas como La Fontaine y Apollinaire.

Fuentes:
Wikipedia
Acett

Esquivel, Cohello y Borges, los más leídos

por Kléber Mantilla

Para seleccionar al escritor latinoamericano o hispano más leído hemos recurrido al listado de los libros más vendidos en Hungría en los últimos meses en librerías y en editoriales. El colombiano Gabriel García Márquez es el único latinoamericano que se ubica entre los 10 primeros. Su libro Cien Años de Soledad sigue siendo un deleite pese al paso de los años.

Pero también se leen como un deleite: El Otoño del patriarca y El amor en los tiempos del cólera. Sin embargo, existen escritores “clásicos” que están en otras ubicaciones y son frecuentes al gusto del lector húngaro y de las casas editoras.

Podemos mencionar a la escritora mexicana Laura Esquivel, quien fue educadora y realizó obras de teatro y creación dramática, con especialidad en teatro infantil. Entre 1979 y 1980 escribió programas infantiles para la televisión mexicana. En 1985 realizó el guión de la película Chido One, el Tacos de Oro, nominada al premio Ariel de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de México. Dos años más tarde lanzó su obra de teatro infantil Viaje a la isla de Kolitas. En 1989 publicó Como agua para chocolate, que fue llevada al cine por el director Alfonso Arau, guión escrito por la propia Laura Esquivel. Esta sería la obra más leída de Esquivel en Hungría. El relato de una historia de amor desde los fogones de una cocina, „no realismo mágico, sino una magia de la literatura”, ha dicho la crítica. Se realizaron traducciones a decenas de idiomas y, en 1994, la novela recibió el Premio American Bookseller Book of the Year en Estados Unidos.

Otro latinoamericano muy solicitado es el brasileño Paulo Cohello, aunque en idioma portugués hay que mencionarlo, pues su fama no es gratuita. Viene de una familia de clase media y católica. En Río de Janeiro, estudió en un colegio jesuita. Luego, pasó por una época de rebeldía y fue internado tres veces en una clínica psiquiátrica. A finales de la década de 1960, fue hippie, viajó por México, Perú, Bolivia y Chile, luego Europa y el norte de África.

Compuso letras de canciones junto a Raúl Seixas. En 1974 estuvo detenido en un centro militar de torturas acusado de actividades subversivas contra el gobierno. Sin embargo, como escritor, ocupa las primeras posiciones en las clasificaciones de los libros más vendidos en Brasil, Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Canadá, Alemania, Italia, Países Bajos, México, Israel, Grecia o España. En Hungría también encabeza los listados en varias librerías.

El registro de ventas considera que vendió 65 millones de libros, con traducciones a más de 40 idiomas, siendo el autor mas vendido en lengua portuguesa de todos los tiempos. Entre sus novelas se encuentra El Alquimista de la que se han vendido más de 11 millones de ejemplares en todo el mundo.

El escritor Jorge Luis Borges, quien nació en 1899, es uno de los clásicos de la literatura latinoamericana de siempre. Con cualidades únicas, pues fue bilingüe desde su infancia y aprendió a leer en inglés antes que en castellano. A los seis años ya decidió ser escritor. A los siete años escribió un resumen de la mitología griega y a los ocho, La visera fatal, inspirado en un episodio del Quijote de la Mancha. A los nueve tradujo del inglés "El príncipe feliz" de Oscar Wilde. Entre 1914 y 1918 escribió algunos poemas en francés publicados en un periódico de Ginebra. Luego aparecen poemas y manifiestos en la prensa literaria de España, desde 1919 hasta 1921, cuando regresa Buenos Aires.

El joven poeta describe su ciudad natal en su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires (1923). Luego publica algunas revistas literarias y dos libros más, Luna de enfrente e Inquisiciones. En los treinta años siguientes se transforma en un brillante y polémico escritor pues crea un nuevo tipo de regionalismo, con base en la perspectiva metafísica de la realidad.

Escribe sobre el suburbio porteño, el tango, fatales peleas de cuchillo, en "Hombre de la esquina rosada" o "El Puñal". Otra época que lo caracteriza es la narrativa fantástica o mágica.

Entre 1930 y 1950 escribe Historia universal de la infamia, Ficciones y El Aleph. Este último sería uno de los libros más leído en la Hungría actual. Solo hasta1961 cuando comparte con Samuel Beckett el Premio Formentor otorgado por el Congreso Internacional de Editores, comienza su reputación en todo el mundo.

Luego de Esquivel, Cohello, Márquez y Borges podemos mencionar, del peruano Vargas Llosa, El paraíso en la otra esquina, y el Bestiario, del argentino Julio Cortázar, como libros de interés para los húngaros. José de Saramago y Carlos Fuentes también encabezan algunas listas de escritores más solicitados. Pero si hay que destacar nuevas cartas de presentación consta el ecuatoriano Abdón Ubidia y la colombiana Laura Restrepo.

Ubidia es narrador, ensayista, antólogo y crítico literario. Fue miembro de un grupo contestatario denominado „Tzántzico” el mismo nombre del ritual de la reducción de cabezas de los grupos nativos amazónicos. Colaboró con la revista La bufanda del sol y dirigió la revista cultural Palabra Suelta. Su libro „Sueño de lobos” consta también en los listados de libros más vendidos de Hungría.

En cambio, Historia de un Entusiasmo, de Laura Restrepo, relata una experiencia periodística como negociadora entre los grupos irregulares colombianos y el gobierno. La escritora estuvo exiliada en México y España, pero cada vez ha madurado su expresión literaria junto a su investigación periodística.

La fuerza del realismo mágico en Hungría

por Timea Radó

Desgraciadamente, leer no es un pasatiempo muy popular entre nosotros los húngaros, respetuosos de los tendencias mundiales que proclaman los expertos. Se dice que con la evolución de la media esta forma de entretenimiento ha pasado de moda. No es sólo que los adultos no lean, por el natural agotamiento al que nos tiene acostumbrados el trabajo, sino lo más alarmante es que a los jóvenes no les interesan los libros, al menos según las estadísticas.

Y por eso me considero una persona afortunada y no sólo porque con mucha frecuencia, sino además porque tengo muchos amigos que optan por pasar su tiempo libre leyendo una novela. Fuera de mi selecto grupo, debo admitir que hoy, encontrar a alguien con el que se pueda discutir un libro o que pueda recomendar un escritor es una pura una casualidad.

Pero, ¿qué leemos cuando se nos da la oportunidad? No sólo libros de los escritores húngaros más famosos, los que nunca pierden popularidad, como Mikszáth, Jókai o Gárdonyi, sino también escritores modernos, y por supuesto literatura internacional de ayer y de hoy. Las novelas francesas e inglesas son las favoritas.

En cuanto a la literatura que viene de los paises hispanoamericanos hay algunos escritores que están muy de moda, pero dentro de un círculo digamos reducido. Este tipo de literatura no tiene mucha tradición en nuestro país. Si le pedimos a un húngaro, seleccionado al azar, que mencione por lo menos tres escritores latinoamericanos, probablemente no podrá hacerlo.

Pero si alguien llega a enumerarnos los escritores que conoce o ha leído, seguro mencionará los del boom latinoamericano: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Jorge Luis Borges. La mayoría hará referencia a las novelas y apenas conocerá algún que otro poema, en general no hay predilección por la lírica.

Entre los tres nombres mencionados, el de Márquez es lo más conocido. La editorial húngara que lo promociona ha procurado mantener siempre el mismo estilo y tipo de presentación, así que no es difícil identificarlo en las estanterías. Pero ¿cómo puede ser un autor de Colombia tan conocido en el centro de Europa?

La literatura de Márquez es mágica. Suelen llamar a su estilo “realismo mágico”, estilo que él mismo creó uniendo la vida cotidiana de su pueblo con historias misteriosas, el folclore con una extraña organización del tiempo y las secuencias. Mágico.

Por una parte, conocer la vida de un pueblo tan lejano significa mucho para el lector húngaro, casi diríamos abre “un nuevo mundo”. Por otra parte, uno de los escenarios preferidos de Márquez, el pueblo pequeño, no representa en absoluto algo desconocido para nosotros. Es algo así como la sorpresa de la diferencia y la coincidencia de dos puntos tan alejados del globo. Nos encanta pensar en ese pueblo al lado del mar en América Latina.

Y ¿qué más? El estilo de Márquez, en algunos libros, es bastante complicado, por ejemplo en “Cien años de soledad”. Para llegar al meollo es de receta leerlos por lo menos dos veces y así vamos enterándonos de más y más cosas y descubrimos un universo realmente exótico, como el de Macondo, este fabuloso pequeño rincón contado de ancianos a niños, de generación en generación.

Márquez se esmera en transmitir al mundo entero las tradiciones que representan a su país y a Latinoamérica. Y además nunca ha esquivado el compromiso político. Estuvo al lado del Che Guevara y de Fidel en tiempos de la revolución y sigue. En 1982 se le otorgó el Premio Nobel de Literatura y su obra autobiográfica, ‘Vivir para contarla’ (2002) ha ganado una gran fama en Hungría.

Mario Vargas Llosa, escritor y ensayista peruano también vende un gran número de libros en Europa y nuestro país. Su estilo es parecido al de Márquez. Se pueden encontrar las huellas del realismo mágico, pero con un estilo mucho más complicado y estructuras mucho más complicadas, donde fácilmente uno llega a perderse. Sus libros más conocidos son ‘La ciudad y los perros’, ‘Pantaleón y las visitadoras’ y ‘El Paraíso en la otra esquina’.

Jorge Luis Borges es conocido casi en el mundo entero, como escritor y filósofo. Vivió no sólo en su patria, Argentina, sino también en Europa, y como buen escritor bilingüe, sus obras están cargadas de un denso ambiente internacional, pero donde Buenos Aires ocupa un papel privilegiado. Fue un escritor prolífico y aún ciego, a causa de una enfermedad hereditaria, siguió escribiendo, imparable. Sus obras no pasan de moda.

Como vemos, al lector húngaro le encanta este realismo mágico de la literatura hispanoamericana. Pero aunque la fama de estos autores no es cuestión de debate, estaría muy bien que nos ocupásemos de otros, para así poder conocer otros aspectos de esas latitudes.

Una deuda española con Hungría

por Pedro Voltes

No son escasas las conexiones entre la historia y la cultura de Hungría y España. Desgraciadamente, han sido menos divulgadas y fomentadas que las que ambos países tienen con otras naciones, y por esta razón no es raro que causen sorpresa al ser puestas a la luz. Uno de los casos menos populares y aplaudidos fue el del escolapio Padre Kőrösi.

Este ilustre hispanista nació en Gelmecz en 1860 y, en una época en que España podría llegar a decirse que no había un solo intelectual interesado por Hungría, el doctor religioso había dedicado amplios estudios a las letras españolas, y especialmente a Cervantes. No puede sorprender que se moviera brillantemente en nuestros temas, puesto que, aparte de dominar el español, traducía cosa de cuarenta idiomas. Algunas de las lenguas que manejaba eran asiáticas y un sector de los estudios del Padre Kőrösi versó sobre las afinidades entre algunos idiomas orientales, el húngaro y el antiguo vascuense.

El benemérito religioso cultivó la amistad de Ángel Guimerá, Núñez de Arce y Campoamor, entre otras figuras de su tiempo, y no se cansó de dar conferencias y clases sobre temas españoles. Era catedrático de la Universidad de Budapest y en Alemania y los demás países vecinos se le distinguía con respetuosa estimación. La Real Academia Española le nombró miembro correspondiente y pertenecía también a la Sociedad Geográfica de Madrid y la Sociedad de Autores de España. Tradujo al húngaro buen número de obras clásicas españolas como las de Lope de Vega, Calderón y Zorrilla, y se le puede considerar presentador en Hungría de las figuras de sus coetáneos españoles como Verdaguer, Pereda, Ventura de la Vega y Víctor Balaguer. En el curso de esta incansable actividad elaboró una antología de la literatura catalana y extendió su estudio de las letras españolas a países americanos con cuyos periódicos e instituciones mantenía viva relación.