por Sebastián Santos
Con este mismo título, en su último número de abril, candidatea FHM, algo así como la Interview húngara, a Michelle Wild para las próximas elecciones generales. Aparece imponente en un desplegable de portada junto con las otras candidatas, cada una de una leche diferente y con un guiño particular. Michelle está impecable: el pelo recogido, el maquillaje que resalta su rostro geométrico y estilizado y unos pendientes de chapas doradas que le caen más allá de la clavícula, donde empiezan las tetas. Después es todo de vértigo, siguiendo la guía de un mágico 60-91-61, empezando por la voluptuosidad de su delantera, natural como la vida misma, en un salto al vacío por una pancita arrepentida que se quiebra, chula como ella sola, hasta las braguitas apenas abiertas por un dedo pistolera. ¡Preciosa!
Investigar, ahondar, curiosear en la vida de Michelle Wild ha sido un subidón de adrenalina y un tema apasionante; entre otras cosas por el fácil acceso a todo tipo de información y material audiovisual, sin mencionar que cada una de las personas a las cuales les he preguntado sobre ella han dicho conocerla... y a partir de ahí el sutil y morboso placer de hablar de sexo y de porno, con cierto aire académico y despreocupado, fuera de los círculos habituales, dejando pasar palabras, a veces soeces, a veces sugerentes.
La gran suerte ha sido haber tenido a mi disposición un buen ordenador y una buena conexión a internet junto con la instalación del “e-mule”, la versión francesa del “donkey”, un sistema para compartir archivos en línea. El caso fue que en breve tuve a mi disposición una decena de películas donde actuaba Michelle, como por ejemplo “The Best by Private” , “Hot Rats”, “Fresh Meat” o “Barely Legal”.
Michelle Wild es una pieza de calidad e igual que el buen vino, cada película trae un agradable mareo y puntualmente, y esto lo he podido comprobar, la excitación que ella provoca no es exclusivamente genital, sino más bien un dulce malestar que se localiza debajo del ombligo y arriba de la polla, justamente en el chacra sexual (si he seguido bien mis esporádicas clases esotéricas).
Algunas de las claves que explican cómo Michelle Wild se ha constituido en una leyenda del porno, con premios como de la Mejor Actriz del Año del Festival Erótico de Bruselas 2003, girarían en torno a la carne fresca, la naturalidad, la expresividad de su rostro, el completo y, en lo que a marketing se refiere, la brevedad y variedad de su carrera. Todo esto ha dado un imaginario carnal y morboso de mujer insaciable y afrodisíaca.
Michelle Wild nació en Budapest el 16 de enero de 1980 y empezó su carrera pornográfica en 2000, con unos prometedores 20 añitos. Pelo y ojos marrones, metro sesenta y tres de estatura, importantes tetas y un culo redondito y grande.
Su primera película fue “Sex Opera” y de ahí en adelante siempre trabajó para los Estudios “Private”, exclusivamente, dirigida por un tal Kovi.
Lo inquietante de su cuerpo es su frescura y naturalidad y una sensación excitante de proximidad. No es para nada atlética ni plástica sino más bien pulposa y campechana. Incluso, con esa manía suya de doblarse en escoliosis, los pliegues que se le forman en la cintura le quedan muy bien, ¡dan ganas de mordérselos! Y, detalle importante, en un medio donde es difícil distinguir quién es quién en la vorágine de carne entremezclada, la flaquita está llena de lunares por todas partes. Blanca como la leche, los manchurrones negros resaltan como códigos de barra en su piel. Los hay por todas partes, y si alguna vez no los vemos es porque han sido cuidadosamente maquillados. Tiene uno que lo mantiene contra viento y marea en el antebrazo izquierdo. Es un símbolo, y a mi me ha resultado muy útil para ubicarla.
Aunque su carrera ha sido muy corta es considerable la pérdida de frescura desde sus primeras películas, donde incluso todavía aparecía de pelo largo, sin teñir, sin depilar y llena de lunares. Con los años ha desarrollado un estilo más sofisticado, sin llegar a desprenderse de su frescura natural. El dato clave es su mínima, aunque encandiladora capacidad de actuación. Se reduce a la cara y sorprende como con tan pocos gestos puede transmitir tantas emociones. Juega fundamentalmente con el sexo – poder. La mudita, no es que hable mucho que digamos, al margen de cuatro jadeos muy poco ruidosos, enloquece con apenas dos o tres gestos que se circunscriben a los ojos y a la boca. En este juego machista hay pocas cosas que exciten más que sentirse poderoso. Y la mirada de Michelle empieza en la sorpresa, entiéndase por lo inconmensurable de la polla que le está entrando por el coño o por el culo, o por ambos lados a la vez; pasa al miedo de quebrarse en partes; a la angustia de no poder resistir tanto goce, pero siempre mezclada con un pavoroso deseo llevado al vicio del que llevan siglos advirtiendo viejas y curas.
Y ya, cuando se muerde el labio quieres tirar la toalla y fundirte en acero y ¡morder la pantalla!
Las escenas de doble penetración son un clásico de Michelle y donde en planos grupales supera en atención y gusto a cualquiera de sus compañeras de plató.
¿Y qué decir de sus mamadas? El caso es que la perfección del cuerpo de Michelle le permite afrontar los primeros planos, desde muy cerca, con un “Muy bien 10 felicitado”; y en esas chupadas, especialmente cuando el tío se corre y la salpica hasta los ojos y ella busca el semen desesperadamente, la cámara tiembla de gozo.
Como en el normal de las películas porno las últimas imágenes están dedicadas a la leche y ahí Miguelita triunfa. Se regodea frente a la cámara con el semen en la boca, pasándose la lengua por los labios y los dedos impregnados por los pezones. ¡Se ríe la muy dulce! El palo lésbico le da un bonus extra al compartir, a los besos, el semen con las otras chicas de la orgía. ¡Es impresionante! ¡Un imperdible!
Michelle lo hace todo, o mejor dicho, hace lo que en el estándar de la prostitución se llama el completo. Ella no da ni más ni menos de lo que un buen número de varones deseamos. Es una pieza magistral de relojería sexual.
Lamentablemente lleva algo más de un año retirada del porno, aunque se siguen editando y vendiendo sus películas, y aparece en portadas de revista como FMH o Playboy.
En diciembre de 2004 tuvo una nena, Málna, y dejó el medio para dedicarse a su familia. Mantiene, entre otras cosas, una columna de sexología en la FHM donde ofrece puntuales recomendaciones para una vida sexual más excitante. En el último número la Diva aseguró que debíamos apostar por la postura del mono, que básicamente consiste en que la chica se ponga a cuatro patas, con las rodillas en el suelo y el chico por detrás, en cuclillas se la meta en un ángulo de 45º. Una postura atlética y sobre todo atenta al punto G.
Por último llamar la atención en cuanto a los ingredientes para la receta de una leyenda. La carrera de Michelle Wild es un ejemplo: breve, excitante y variada. Así se crean los mitos, con final abierto, con deseo.
Michelle, en sus 5 años de carrera ha participado en unas 65 películas, es fácil encontrarla en versiones al inglés, al castellano, al francés y al alemán; e incluso, en 2005, actuó en “Jóban rosszban”, un culebrón húngaro bastante famoso. Ella era la preciosa enfermera Ivett Janovics.
No me atrevo a decir que me ha cambiado la vida descubrir a Michelle Wild, pero lo que sí es cierto es que de su mano, o de la mía, he tenido un par de semanas novedosas y excitantes. También ha habido algunos efectos secundarios, o sea que se han producido fuera de programa, como por ejemplo que mi novia está mucho más hacendosa en casa, ¡llegando hasta el punto de hacer inmensos pasteles de crema, guindas y melocotones!
Fuentes:
FHM abril 2006
Wikipedia