por Kléber Mantilla
Uno de los conceptos clásicos de corrupción define esta palabra como el abuso de autoridad a cambio de una ventaja. Es una acción que causa un daño económico importante y además atenta contra la integridad y el funcionamiento eficiente de la administración pública, frustra la confianza pública en los órganos del estado, deteriora el estado de derecho y la democracia, tuerce la leal competencia económica e impide el desarrollo económico.
Claro está que la corrupción es un medio utilizado por el crimen organizado para ejercer influencia y penetrar en las estructuras económicas, administrativas y políticas. Pero además, se relaciona con otros delitos, con fraude, malversación, abuso de confianza, apropiación indebida, acuerdos dirigidos a restringir o influir deslealmente en la competencia o descubrimiento y revelación de secretos legalmente protegidos, entre otros. Es decir, es una consecuencia multifacética del abuso del poder.Pero, ¿qué puede ser más corruptible en un país relativamente pequeño: un proceso jurídico administrativo, la violencia física o el simple racismo? En el intento de buscar ejemplos en Hungría, sobresalen algunos para plasmarlos como obras pictóricas surrealistas. El primero se remonta a la administración de Ferenc Mádl y el gobierno de Peter Medgyessy, cuando el principal problema fueron los malos tratos sufridos por detenidos gitanos en manos de la Policía.
Veamos. Un Comité de Derechos Humanos, de la Organización de Naciones Unidas elabora un informe en donde expresa su preocupación por la discriminación de los romaníes en Hungría y destaca “el número demasiado alto de romaníes encarcelados, las denuncias de malos tratos a manos de la Policía y la continuación de la existencia de escuelas separadas”. El mismo informe describe una escena en un hospital de Gyöngyös, cuando unos 40 gitanos lloraban la muerte de un pariente. “Os voy a pegar un tiro a todos, gitanos asquerosos”, entró diciendo un Policía y luego detuvieron a cinco hombres, que fueron acusados de agredir supuestamente a los agentes. Uno de los detenidos resultó ser el hijo de la persona fallecida, quien fue golpeado y torturado. La Policía justificó el hecho aduciendo que fue necesario “reducir la resistencia de los romaníes”.No obstante, este suceso también evidenció que la fase inicial de detención preventiva en Hungría duraba casi 72 horas porque los detenidos no se lograban comunicar con sus familiares y no tenían facilidades para pagar un abogado. El informe añade que en las dependencias policiales de Hungría existe alto riesgo de malos tratos a los extranjeros por el elevado número de denuncias en contra de los agentes encargados de hacer cumplir la ley, por las escasas investigaciones efectuadas y por las nulas sanciones condenatorias en los casos investigados.Otro informe similar de Amnistía Internacional incluso muestra un plan alternativo de defensa para los ciudadanos de varios países que estuvieran de paso o turismo y que tuvieran la mala suerte de ser interrogados o detenidos por los policías húngaros.
Pero si el peligro de enfrentar a los policías es general entre los extranjeros, más espinoso lo tienen los gitanos. La evolución de su nombre es un detalle importante.El término “gypsy” o “gipsy” es una mala interpretación de la palabra “Egyptian”. Al llegar a Europa desde el Oriente, se pensó que venían de Turquía, Nubia o Egipto, u otro lugar no europeo. Entre otras cosas los llamaron Egipcios o “Gipcios” y ahora se usa el término “gypsy”. Esta gente usó varios nombres como Rom (Roma, Romani), Tziganes, Cigano, Zigeuner, Sinti, Manouches, Gitans, Gadjo, Gadzo (campesino) y otros. Sin embargo, muchos Roma se autodenominan por su nombre de tribu, o como Rom o Roma, que significa “hombre” o “pueblo”. En Hungría el proceso de construcción y consolidación nacional parece que desencadenó la intolerancia contra los grupos étnicos más débiles y más indefensos. Y, el gitano, desde siempre, fue visto como un fugitivo, un vagabundo, “alguien que tal vez es culpable de algún extraño crimen”. Desde allí, las patrullas de Policía les vigilan constantemente, sometiéndolos a continuos controles y tratándolos como peligrosos, aun cuando carecen de cualquier antecedente penal. A diario siguen siendo ciudadanos de segunda clase.
El segundo caso de corrupción premiado, habría que agradecerlo a un asistente de inversiones de nombre Attila Kulcsár, quien realizó entre 1998 y 2003 transacciones fraudulentas por al menos 23 mil millones de forintos (unos 112 milliones de dólares). El hecho involucra a varios políticos en un proceso judicial engorroso que aún se ventila en la Corte Metropolitana de Budapest.
Pero si los casos de banqueros y policías son los destacables para escenificar la corrupción, habrá que esperar el desenlace de los juegos Olímpicos de 2012. La cadena de noticias BBC delató a un intermediario de nombre, Gabor Komyathy, cuya residencia se encuentra en Budapest, quien ofreció vender los votos necesarios para seleccionar la sede en donde se realizará la mayor competencia deportiva del planeta.Komyathy fijó una cantidad cercana a los 20 votos de los miembros del Comité Internacional Olímpico (CIO) con un precio de 200 mil euros por cada uno de ellos. En un reportaje, cuatro intermediarios deportivos confirman que los Juegos están en venta y confirman que son capaces de “adquirir” casi la mitad de los votos necesarios para acoger los Juegos de 2012, según denunció la cadena británica.
Finalmente, otro caso curioso de corrupción son los “Bikers Boys”, una banda de ladrones de motocicletas de alta velocidad que logró ingresar a Hungría unas 400 motos robadas en 11 meses. Las ganancias alcanzarían los cuatro millones de dólares al año y el responsable es Attila Lengyel, líder de la banda, quien tenía su propio negocio “Budapest World Trading Corporación”. Lengyel, de 45 años, y conocido entre la banda como “AJ”, enfrenta una acusación con 56 cargos. Otros arrestados enfrentan más de 15 cargos, incluyendo corrupción empresarial, posesión criminal de propiedad robada, y conspiración, entre otros. Estas redes y mafias son una brillante aventura para colorear el concepto de corrupción que cada vez se vuelve más sofisticado, globalizado y anárquico.
Fuentes:
- Amnistía Internacional: Por los derechos humanos en todo el mundo
- Topografía de la corrupción: Investigaciones en una perspectiva comparativa, de Arnold J. Heidenheimer. www.unesco.org
- BBC Noticias