domingo, mayo 07, 2006

Los húngaros inmortales.
El juego magiar de coleccionar hungaridad


Llevamos un par de números con el nacionalismo algo subido. Patria, orgullo de vivir donde nos ha tocado. Entramos en el curioso juego magiar que consiste en desenredar una densa red de parentesco que por momentos llega a parecerse a una especie de conspiración masónica que une al insignificante peatón con el gran magnate y la estrella de cine.

Linda con la obsesión, y no es por fervor cultural que nos quedamos viendo los títulos de las películas cuando ya han encendido las luces y la música suena bajito. No. Estamos buscando húngaros perdidos, nombres o apellidos que nos den pistas de por donde avanza la red. Una de templarios. ¿Quién no está todavía apuntado al wiw y a diario va buscando y contabilizando sus conocidos húngaros alrededor del mundo?

La patria chica se aprieta entre los Cárpatos, la grande no tiene límites y esperamos como en “Cocoon” que nos dejen sitio en la nave cuando todo reviente. El juego es atrevido porque hay que competir con otros tantos que declaman la potestad de esos putos genios, pero la pluri-identidad da para todo y no hace ni siquiera falta que los propios personajes opinen o dejen de opinar, les clavamos la etiqueta nacional, en pleno trance, humeando y escupiendo al muñeco, nos arrojásemos sobre él con agujas-lanza.

Y habría dos claves para enorgullecerse de ser húngaro, el don de la creatividad y la intrepidez. A esto también se añaden, en el imaginario, la depresión y el llanto, bañados en pálinka, pero no parece afectar al ego colectivo, muy al contrario, se insiste en la cultura del reviente, del inmortal.
Diría que esto cambia, avanza una generación joven que no tiene ningún problema en definirse divertida y pachanguera, mucho más libre de complejos y culpas que las generaciones pasadas.

Espero que disfrutéis con esta colección de artículos “Los húngaros inmortales. El juego magiar de coleccionar hungaridad” y que os animéis, quienes viváis o hayáis vivido en Hungría a escribir en las próximas ediciones. Solo tenéis que enviarnos un e-mail y os contestaremos a la brevedad indicándoos formato y tema.


Sebastián D. Santos-P.

Xantus János/Old Shatterhand, un romántico húngaro

por Aranyos Eszter

Ya me di cuenta, haciendo una mini-investigación entre mis conocidos hispanohablantes en Hungría que el personaje que elegí para presentarlo como “El húngaro famoso desconocido”, no tiene la misma importancia o fama para ellos que para mí, o mejor dicho, para aquellos que han vivido su juventud en este lado del muro, durante la época socialista.

De pequeños nos libraron del contagio de personajes como “Tom and Jerry” o “Tin Tin”, no eran parte de nuestros sueños, ni siquiera los conocíamos. Existía, sin embargo, todo un inventario infantil local y de los países amigos, tanto de novelas, cuentos como de dibujos animados, suficientemente surtido como para no echar nada en falta (en este sentido el estar encerrados ayudó a desarrollar la producción literaria y cinematográfica local).

A esta corriente creativa pertenecía el autor alemán romántico Karl May (1842-1925, el escritor alemán más vendido de todos los tiempos) que a mediados del siglo XIX publicó sus novelas juveniles sobre el Oeste americano, sin jamás haber viajado más allá de Buffalo en Estados Unidos. Sus libros, y las películasña con Pierre Brice y Lex Barker), representaron las aventuras más importantes de nuestra juventud. Según la leyenda, uno de sus héroes principales, Old Shatterhand, el amigo cara pálida, para toda la vida, del jefe-guerrero apache Winettou, se basó en la vida del húngaro Xantus János.

Xantus János nació en Csokonya (sur de Hungría) en 1825. Su padre, Xantus Ignác fue el primer secretario personal de Széchenyi Ferency luego del hijo, Széchenyi István (1791-1860, ”el mayor húngaro”, entre otros, fundador de la Academia Científica Húngara y promotor del Lánchíd – Puente de las Cadenas).
Desde 1841 estudió derecho y filosofía en la Academia de Pécs, y al terminar sus estudios, empezó a trabajar en Kaposvár como notario. Publicó sus primeros artículos, sobre gitanos, en varios periódicos.

El 15 de marzo de 1848 estalló la revolución húngara contra los Habsburgos. El joven Xantus participó del lado de los revolucionarios húngaros como artillero. Una vez sofocada la revolución, primero lo encerraron en prisión y luego lo sentenciaron a cumplir el servicio militar de por vida en el ejército austriaco. Terminó fugándose cuando maniobraban en Alemania, primero a Londres y luego, en 1852, a Nueva York.

Después de una triste experiencia en la colonia húngara de Új-Buda (Davis City), empezó a recorrer los Estados Unidos, aceptando todo tipo de trabajos para sobrevivir. En 1855, en Saint Louis, entró como voluntario en el ejército. La tarea de su regimiento consistía en preparar el camino del ”Caballo de Fuego”, avanzando hacia el oeste. Así documentó múltiples historias desde Kansas hasta las fuentes del Missouri. Son estas aventuras, a partir de las cuales, más tarde, Karl May escribiría su libro “Winettou”, mostrando la profunda amistad entre un piel roja y un cara pálida (dicen que después de haberle pedido permiso, por escrito, a Xantus János).
Y ahí fue, en el ejército de los EE.UU. donde le cambió la suerte a Xantus János. Un compañero suyo, el médico militar William Alexander Hammond (1828-1900, ornitólogo, médico estadounidense de origen alemán) le ofreció trabajar a su lado como investigador de la flora, fauna y relieve en aquellas tierras tan poco conocidas. Después de enviar numerosos paquetes al Smithonian Institute, Xantus János consiguió la autorización de este para hacer otros tantos envíos a su país natal.

Después de su largo viaje por el continente americano, regresó a casa y empezó a organizar la fundación del Zoológico de Budapest. En 1865 fue nombrado el primer director de la institución.
Entre 1869 y 1870 participó en otras tres grandes expediciones en el este de Asia, que lo llevaron a Ceilán, Singapur, Siam, China, Japón, Hong Kong, Manila, Borneo y Java.
En total, de sus viajes americanos y asiáticos, envió a Hungría 165.444 objetos que representarían la base de las principales colecciones húngaras, como por ejemplo la del Zoológico, del Museo Etnográfico, del Museo de Artes Aplicadas y del Museo de Ciencias Naturales). En 1872 fue nombrado director del Mueso Etnográfico.
Murió en Budapest en 1894.


Bibliografía:

Sándor, István: “Xántus János”. Magvető Kiadó, Budapest, 1970.
Molnár, László Miklós: “Old Shatterhand nyomában”. Téka Könykiadó, Budapest, 1990.

José Ladislao Biro, el bola

por Sebastián Santos

József László Bíró (Budapest 1899 - Buenos Aires 1985) es el prototipo del inventor. Un tío de aquellos imparables, autodidacta, obsesionado con sus inventos e inquieto.
Discurrir por su vida es un viaje al mundo de la creatividad, una pasión que arrastró consigo fronteras, familia y amigos.
Mantuvo desde sus primeros años de juventud, cuando abandonó la carrera de medicina, una autoestima envidiable y una confianza en sí mismo inquebrantable. Un inventor hecho y derecho, muy próximo, a la hora de definirlo, al buscavidas; como dicen en Hungría un personaje de aquellos que hizo de todo menos de ahorcado.

Logró guardar cierta formalidad e insistencia en sus estudios hasta que finalmente lo desbordó su temple y la tradicional mansedumbre de las Universidades de la época. Empezó el periplo como hipnotizador, llegando a trabajar en importantes hospitales en el servicio de anestesiología. Después de ahí dio pinceladas aquí y allá como despachante de aduana, corredor de automóviles, vendedor, escultor, agente de bolsa, periodista y sobre todo, y lo que me interesa: inventor.

Su más significativo y famoso invento fue el bolígrafo, la birome, como dio en llamarse en Argentina, pero también tiene en su haber una tira bastante larga de invenciones, como por ejemplo la lapicera fuente (1928), la máquina de lavar (1930), la caja de cambios automática mecánica (1932), un modelo de bomba incendiaria (1939), el termógrafo clínico (1943), un proceso continuo para resinas fenólicas (1944), un sistema para mejorar la resistencia de las varillas de acero (1944), el desodorante a bolilla (1945), un dispositivo para obtener energía de las olas del mar (1958) y un sistema molecular e isotópico para fraccionamiento de gases (1978).
Pero la verdad es que el tema del boli lo llevó de nariz toda su vida, ¿cómo conseguir que la tinta, encerrada en un estilizado tubo cilíndrico no se seque hasta que la pelotita la desparrame sobre el papel?
Lo que ahora es un accesorio normal y casi invisible, por lo cotidiano en nuestra vida, fue para Don José una empresa colosal, que lo hizo moverse inquietamente por toda Europa hasta finalmente montar en Argentina, con su hermano Gyuri y Juan Jorge Meyne, toda una fábrica dedicada a su mejora y producción.

Ser inventor, hoy y siempre, es no solo tener una mente lógica y creativa, sino también tener el don de la venta. Los inventos requieren tiempo y capital y para ello hay que seducir y convencer constantemente. Como dice Biro todo consiste en “darle a la ilusión un matiz de probabilidad”**.
Y en su incesante ir y venir de invento en invento, y siempre con el boli entre ceja y ceja, fue fiel a esta frase y arrastró consigo a múltiples personalidades de las finanzas, de la política y de la ciencia. Vendió la caja automática a la General Motors, trabajó en los talleres militares franceses, llegó a Argentina de la mano del presidente Agustín P. Justo y recibió apoyo financiero de empresarios como Luis Lang y Herry Martín en Argentina, o del checo W. Clymes en sus primeros comienzos en Hungría.
El zapatazo final para el boli lo dio con la venta a la Fuerzas Armadas Estadounidenses, en 1945, de 20.000 unidades de un modelo especial que soportaba altas altitudes. A partir de ahí le llovieron las ofertas y finalmente vendió la patente americana a Eversharp-Faber por dos millones de dólares, y en Europa, a Marcel Bich, por otros tantos.

Pese a todo lo antes dicho la autoría del bolígrafo, patente más patente menos, es como la de tantos otros inventos, colectiva. La idea original no fue de José Ladislao sino, tal como él mismo aclara, de su padre, quien había desarrollado un modelo rudimentario.
Una vez que se presenta en la Exposición Universal de Budapest de 1931 el invento se empieza a mejorar en varios sitios. De hecho a la birome la preceden los modelos alemanes Exakt y Stratopen, aunque la medallita es de Don José, no cabe duda.
Por otra parte Biro no llegó a producir a bajo costo la birome, esto fue obra de los talleres Bich de Francia.

De ahí que cuando en círculos medianamente cosmopolitas surge este tema, cada uno barre para su casa y todos con justa razón, unos haciendo hincapié en la financiación, otros en los primeros modelos y otros en la modernización y abaratamiento del boli.
Aunque la discusión no suele terminar aquí, porque una vez que se consesúa la autoría de Biro, surge la cuestión de su identidad nacional. Este número de El Quincenal es un claro reflejo de ello, todo un alarde de nacionalismo. Según la Editorial Biro era húngaro porque nació y vivió en Hungría hasta 1939. Lamentablemente la Segunda Guerra mundial y el avance de los nazis lo revoleó en lontananza hasta aterrizar en Argentina, donde vivió hasta su muerte.

De ahí que los argentinos lo consideren suyo y más aún lo consideren “su gran inventor”. De hecho el 29 de septiembre, fecha de su nacimiento, es en Argentina el día del inventor e incluso la Asociación de Inventores de Argentina tiene su sede en la Escuela del Sol, propiedad de la hija de Don José Ladislao Biro, un centro escolar alternativo en el barrio de Belgrano de Buenos Aires. Por supuesto en Argentina, desde 1999, también existe la Fundación José Ladislao Biro, que fomenta, patrocina y asesora a inventores.
Personalmente creo que Biro se definía unívocamente como argentino. Nunca más regresó a Hungría y aunque en sus primeros años ayudó a muchos inmigrantes a ubicarse en el nuevo territorio poco a poco fue perdiendo contacto con su tierra natal.
De hecho el libro en el cual él relata la historia de la birome y con ella su biografía está escrito en castellano y posteriormente traducido, por otra persona, al húngaro.
Biro asume que ha perdido, que la Gran Guerra le ha robado, su identidad húngara, tal como dice en su libro:

“El nacionalismo había enloquecido a Alemania, y ya se había apoderado de Austria. Me sentía identificado con el destino de mi país, pero sabía que tarde o temprano, como tantos otros compatriotas de aquel entonces, tenía que optar por el exilio. “Quiero ser húngaro, pero no me van a dejar que lo siga siendo”, solía repetirme. Tenía 37 años, estaba casado y era padre de una niña de 4 años.” (1975,15-16)***

José Ladislao Biro fue un gran inventor, un obsesionado con la pelota que movía la tinta, que movía el desodorante y que movía tantos otros inventos que generó. En el argot argentino podría definirse como un ejemplo sublime de boludez o de pelotudez; y en Hungría igual, un cabeza de pelota (golyófej), un tonto del culo. Lo mágico de su historia es que tiene que haber cierto espíritu atrevido, e incluso por momentos estúpido, en tanto socialmente despistado, para hacer brotar cosas nuevas y destapar el inimaginable.
En sus últimos años, este brillante atrevimiento lo llevó a trabajar en la Comisión de Energía Atómica Argentina. Investigaba un nuevo procedimiento para el enriquecimiento de uranio. Él mismo lo decía sin cesar: “Muchas ideas brillantes se les han ocurrido a personas que jamás habían trabajado en el ramo al que pertenece su invención”**. Era un ser lógico, práctico y con duende, no hay duda.


* Imagen: Zsigmond Bödők (2004) "Magyar feltaláltók a nyomdászat történetében". NAP, Dunaszerdahely.
** Notas para inventar. Oni escuelas. Página web, 3 de mayo de 2006.
*** József László Bíró (1975 [1969] ”Csendes forradalom, a golyóstoll regénye”. Kóródy Tibor&Pálfi Lajos, Budapest.

Los inventores húngaros

por Marina Adler y otros*

¿Por qué esta manía de inventar? En Hungría hay, sobre todas las cosas, buenos médicos y gente muy divertida. De ahí que salgan inventos relacionados con la medicina y con el esparcimiento. Entre ellos podemos destacar cuatro: la vacuna aviar, la vitamina C, el bolígrafo y el Cubo Rubik.

La vacuna de la gripe aviar. Recientemente un equipo de investigadores húngaros han sido los primeros en desarrollar una vacuna capaz de cazar al famoso virus H5N1, que produce la llamada gripe aviar. El fármaco que han descubierto es muy importante para la seguridad de todo el mundo.

La vitamina C. Albert Szent-Györgyi, médico e investigador, obtuvo el premio Nóbel por su descubrimiento de la vitamina C. Había nacido el 16 de septiembre de 1893 y en 1917 se había recibido de médico.

El bolígrafo. Este importante invento lo desarrolló László Bíró, que había nacido en Budapest.

El Cubo Rubik. Ernő Rubik, en 1975, presentó internacionalmente el famoso cubo. Había nacido en Budapest el 13 de julio de 1944 y estudiado en la misma ciudad.

Estoy muy orgullosa de que estos inventos sean húngaros, como nosotros, y esperamos que Hungría, con cada invento, sea un país más rico.

¿Y qué nos queda por inventar? Creo que lo primero que hay que inventar es una poción de la juventud para no morir nunca; en segundo lugar algún sistema para volar sin alas y sin combustible. ¡Es una lástima que todavía no lo hayan inventado y además será de lo más divertido! Y finalmente el “pedo transformador”, un pedo que no haga mal olor, sino al contrario, que huela a flores, a rosas, a tulipanes y a narcisos. ¡Y a más pedos, más amigos!

*En este artículo han colaborado: Sziszi Papp, Laura Groffen y Gyula Kopány, de la revista Slukk.

Pusztai, el húngaro que delató a los transgénicos

por Kléber Mantilla

Un húngaro que pasa casi desapercibido en la historia de la humanidad es Árpád Pusztai. Sin embargo, es el único científico que ha investigado los efectos de los organismos genéticamente modificados en la salud humana. Sus experimentos con ratones han demostrado que cuando se los alimenta con papas o patatas transgénicas, en poco tiempo les crecen los órganos y sufren daños severos en su sistema inmunológico -con un mayor crecimiento del hígado, del estómago (27%), del páncreas (40%) y del colon, entre otros-.
También encontró que estos roedores sufrieron daños en el cerebro y en otros órganos vitales.

La historia de Pusztai se parece a una de las películas de Hollywood cuando muestran la presión de las mafias contra los científicos cuando descubren un secreto universal y aparecen los criminales más peligrosos que intentan ocultar la verdad a como dé lugar.

En 1998 este húngaro, que se desempeñaba como científico en el Instituto de Investigación Rowett, en Aberdeen, Escocia, descubrió que las papas modificadas genéticamente causaban inflamaciones y tumores en los tejidos del estómago de los roedores del laboratorio. Al poco tiempo de publicar sus experimentos, su hogar fue saqueado y robaron su investigación, pero además perdió su empleo en Rowett, después de trabajar allí 36 años. Su mayor pecado fue aparecer 150 segundos en una entrevista de televisión en el programa “Mundo en Acción” de la Televisión de Granada en agosto de 1998 y explicar el resultado de su experimento.
Finalmente, apareció una publicación de la Real Sociedad Médica en el famoso periódico científico Lancet, donde, con calumnias, se señalaba que esos trabajos eran dudosos porque habían sido realizados por un anciano con problemas mentales.
Dos años después, se realizó otra investigación en la Universidad de California de los Estados Unidos, en el campus de Berkeley. Allí, participaron cuatro biólogos de Europa y Estados Unidos (el húngaro a la cabeza), quienes presentaron sus estudios de los últimos diez años. La historia número 7 se registra como “Proyecto Censurado 2001”, pues el trabajo científico de Pusztai, se archivó junto al resto de información proporcionada por sus colegas y fue clasificado como censurado al público y a los medios de comunicación masivos.
Mientras Pusztai alimentaba roedores con papas modificadas por transgénesis, el profesor de la Universidad de Cornell, John Losey, esparcía polen de maíz transgénico en hojas de godoncillo, un tipo de planta de las asclepiadáceas. Las larvas de la mariposa monarca, que se alimentaron con esas hojas, murieron y solo las que no usaron polen transgénico sobrevivieron. Otro colega, Ignacio Chapela, un ecólogo, descubrió que el polen de un campo de maíz transgénico de Chiapas, en México, voló varias millas y terminó afectando la diversidad del maíz del mundo. El último, Tyrone Hayes, endocrinólogo, especializado en anfibios, aplicó Atrazina, un herbicida alterado genéticamente, en ranas y comprobó que los machos se hicieron hermafroditas. Pusztai, Losey, Hayes y Chapela fueron perseguidos y desacreditados por las industrias que comercializan transgénicos.

Pese a todo, en marzo de 2004, el condado de Mendocino, California, fue el primero de EEUU en prohibir las siembras y crianzas de animales modificados genéticamente.
Según el analista de tecnologías, Mark Dowie, se trató de una amenaza económica para la industria de la biotecnología. “Entre 1999 y 2001, cada uno por su lado y sin que los otros lo supieran, hicieron descubrimientos radicales que puso en tela de juicio el dogma de la poderosa industria de la biotecnología. Para ese entonces se había convertido en la sirvienta de la agricultura industrial y la querida de los inversionistas de riesgo, los cuales todavía tienen la esperanza de haber invertido sus más recientes billones en lo máximo”, afirma.
Las empresas Novartis, Monsanto, Syngenta, Bayer y Dow Chemical son gigantes corporativos que controlan el comercio mundial de semillas transgénicas y serían los responsables de esconder los resultados del experimento de Pusztai. Además, se resonsabiliza al primer ministro inglés Tony Blair de callar uno de los pocos experimentos que delatan la inseguridad de los alimentos manipulados genéticamente en animales o humanos.

Árpád Pusztai tiene 69 años y ha publicado 260 documentos científicos y nueve libros. Su trabajo junto a Stanley W.B. Ewen, durante 30 meses entre 1995 y 1998, sobre la alimentación de papas alteradas genéticamente en ratas, son su mayor aporte a la humanidad. Últimamente, ha realizado asesoría en ingeniería genética en Brasil, Hungría y Noruega.
Hace poco tiempo expuso su experimento ante 90 países que intentaban firmar el fallido protocolo de bioseguridad para regular el mercado internacional de los productos transgénicos.
Sin embargo, los países productores de transgénicos: Estados Unidos, Canadá, Australia, Argentina, Uruguay y Chile, se opusieron y vencieron al resto del mundo. La entrada de transgénicos ahora se somete a las frágiles legislaciones de cada país.

En su estudio Pustai asegura que no existe algún transgénico con beneficios, pues el efecto sobre la salud humana no ha sido probado ni ensayado, excepto en las papas con modificación genética. “Nadie tiene el derecho de sacar un producto, una planta, un alimento transgénico arriesgado o peligroso. Nadie tiene derecho a hacerle eso a los demás seres humanos”.

*La planta Galanthus Nivalis provee el gen manipulado por el doctor Pusztai.

Fuentes

- El “Proyecto Censura” de la Universidad de Sonoma de California, una de las 25 noticias que nunca se publicaron http://www.projectcensored.org/publications/2005/19.html
- www.redtercermundo.org.uy
- www.panna.org Proyecto Justicia Ecológica Global.
- www.globaljusticeecology.org sitio del Bank's Staff Exchange. “Comerciantes Genéticos: Biotecnología, Comercio Mundial y Globalizacion del Hambre”, de Brian Tokar (Toward Freedom press 2004)

¿Tarzán, uno de los incontables famosos húngaros?

por Annamaria Preisz

¿Quién creería que el héroe de la jungla, Tarzán, al que generaciones adoran, tiene raíces húngaras? La razón de considerarle húngaro es que nació en Freidorf, o Szabadfalu, cerca de Temesvár, Transilvania, en aquellos tiempos en el área de la Monarquía Austro-Húngara (en el territorio que ahora depende de Rumanía).

Hace poco, al celebrar el centenario de su nacimiento, el actor que murió en 1984 recibió una gran publicidad, y en nuestra prensa salieron muchísimos artículos afirmando que era húngaro. Y esto, naturalmente, los rumanos, no lo aceptaron de ningún modo: al haber nacido en Transilvania, él era rumano**, igual que otros muchos personajes históricos o famosos húngaros (entre otros el rey Matías), todos ellos orgullos de la Gran Rumanía.

Todo el mundo conoce a Tarzán como Johnny Weismüller, pero según los documentos de la iglesia donde fue bautizado, le dieron el nombre de ”János”, correspondiente a ”John” en inglés (o ”Juan” en español).*** En el pueblo donde nació vivían dos grupos étnicos, los húngaros y los alemanes, y sus padres eran de origen alemán#. Entonces, ¿a qué nación pertenece?, un tema del que por cierto no le gustó hablar nada durante su vida. Los hechos históricos nos acercan a la verdad: desde 1880 hasta el fin de la Primera Guerra Mundial la lengua oficial en Transilvania fue el húngaro##. Durante esa época todos los escritos públicos y mercantiles se documentaban en esta lengua. Así, no sorprende que su nombre oficial fuese ”János” en vez de ”Johann”. Nadie en la familia, y por ende Johnny tampoco, habló húngaro. Esto significa que era húngaro en los documentos, pero no perteneció a esta etnia. Según mi modo de ver las cosas, es falso declarar que ”Tarzán fue húngaro”. Mentira.

La familia del pequeño János, mejor dicho ”Hansi”, no mucho después su nacimiento, dejó el país para radicarse en Chicago, principalmente para escaparse de la gran pobreza de aquella Transilvania. Lo más interesante es que el señor Weismüller casi nunca habló de sus orígenes, tal vez estaba avergonzado de ellos. Al principio inventó varias historias, como por ejemplo, que era el hijo de uno de los lugartenientes del emperador José Francisco, o que había nacido en München o en Chicago#. En todo caso, pasado cierto tiempo de vicisitudes sobre sus orígenes, él trató de hacer creer al mundo que había nacido en Windber, Pennsylvania, en los EE.UU.

Pero sea quien sea el que se adjudique la potestad de Johnny él ha sido, sin lugar a dudas, toda una estrella, del cine y el deporte. Fue un niño enfermizo, y para mejorarse se puso a nadar frecuentemente, y en un dos por tres, un inesperado talento lo llevó al éxito en la natación. Ganó numerosas medallas, por ejemplo 5 medallas de oro en las Olimpiadas de 1924 y 1928, y superó numerosos records. Al mismo tiempo su carrera sobre la tela del cine también evolucionó deprisa. Debutó como Adonis en la película “Glorifying the American Girl”, en 1929#. Pero fue lanzado como actor, verdaderamente, en 1932 con “Tarzán, the Ape Man” (Tarzán, el rey de los monos), una serie que duró desde 1920 hasta 1942###.



** http://www.tv2.hu/cikk.php?cikk=100000091142
*** http://velvet.hu/celeb/tarzan0607/?print

# http://www.parohiafreidorf.cnet.ro/Scurt_istoric/Renume/index1.html
## http://www.genealogy.ro/cont/Weissmüller.htm
### http://www.imdb.com/name/nm0919321/