por Sebastián Santos
Es de suponer que el devenir político de la Unión traerá a Hungría, junto con cientos de otras prácticas diseñadas en el oeste, un avance considerable de lo VERDE. Aunque de momento, no es más que una parcela de terreno a explotar, un campo de cultivo, pero con muy buenos antecedentes. El Círculo del Danubio, por ejemplo, allá por 1984, fue una de las primeras organizaciones fundadas en la clandestinidad, inicialmente en contra de la presa Gabcikovo-Nagymaros, y de ahí en más, contra el régimen soviético en toda su magnitud. A principios de los ’90, en el incipiente juego electoral, contaba con más de 100 de diputados en su haber.
La capacidad de convocatoria demostrada en el pasado, sumada a los abusos ecológicos propios de las jóvenes democracias, y al avance del movimiento verde como alternativa política a los partidos tradicionales en los centros de poder, hace imprescindible valorar el futuro de la ecología en el panorama político húngaro.
El terreno político húngaro es doblemente difícil a la proliferación de alternativas político partidarias verdes. La implementación, en 1989, de un modelo democrático bipartidista, supuestamente consolidado en Occidente, no hizo desaparecer, ni mucho menos, las prácticas totalitarias del pasado. El bipartidismo de occidente, junto con una triste tendencia al autoritarismo y al control de los medios de comunicación, hace que las iniciativas civiles o partidarias fuera de la doble paleta apenas tengan cabida.
El inevitable movimiento político internacional pone a los verdes en la mesa de los grandes partidos y los invita a desarrollar competitivas estrategias para asimilar sus conceptos, eslóganes, asociaciones y sus propios partidos.
La práctica democrática más recurrente, aquí y en todas partes, además de un sistema electoral que margina a las minorías (por ejemplo, por aquello del 5% mínimo para participar de las listas de compensación), es el típico discurso alarmista y radical electoral. Al llegar las elecciones, es tan encarnizada e insultante la supuesta lucha entre FIDESZ y MSZP que no votar a alguno de ellos parece, como mínimo, suicida. Es aquello del famoso voto castigo o voto en contra. Pero el caso es que los pequeños partidos se transforman aún en más pequeños o simplemente desaparecen ante el voto útil.
La siguiente práctica, y todavía por suerte nos mantenemos en el terreno de la legalidad, es la de absorber las consignas ecológicas. Aquí el problema central radica fundamentalmente en la falta de consenso a la hora de definir el discurso verde. Políticamente no es claro, no es de izquierda ni de derecha; puede estar con los comunistas o con los liberales. Si no, no hay más que leer a Máté Szabó, profesor de la ELTE, en su defensa de los liberales verdes.
El problema central de esta esquizofrenia política ecológica es sobre todo histórico, la historia de los movimientos de oposición. En Occidente se opusieron al modelo liberal, pero en Oriente lo hicieron al modelo socialista. De ahí que en España, por ejemplo, los verdes estén en el gobierno aliados al antiguo Partido Comunista y en Chequia, por mencionar algún país de Europa Central con representación en el gobierno (en las últimas elecciones han obtenido 4 ministros) son claramente de derecha.
En Hungría, la buena racha inicial de los ’90 quedó quebrada justamente por la derechización del movimiento verde, con la fundación en 1993 del Partido Verde de Hungría, de la mano de Zoltán Medvecki. Para daros una idea del perfil del partido, deciros, a modo de prueba, que usaban como símbolo aquel águila tan común en la Alemania nazi de los ‘30 y ‘40.
Por ende, que unos u otros coloquen propuestas ecológicas en sus programas electorales o lideren alguna que otra protesta en contra del gobierno de turno por cuestiones que afecten al medio ambiente, no es de extrañar, ni carece de lógica política. Lo que sí sucede, poco a poco, es que el término ecología o verde va perdiendo sentido en el abanico de opciones políticas.
El problema, digamos ético y patriótico, sobreviene cuando alguno de los partidos verdes, llámese Partido Verde de Centro, Unión de Demócratas Verdes, Partido de los Verdes o Partido de la Fuerza Verde (por mencionar los 4 que participaron en las pasadas elecciones locales) es elegido para el Parlamento Europeo y decide integrar una fracción. Básicamente para un verde hay una sola opción: La Federación Europea de Partidos Verdes, que por usar los tópicos es más de izquierda que de derecha. Esta apuesta estratégica europeísta repercute en el quehacer local y los priva de todo el abanico de alianzas con la derecha, privación que se suma a la tradicional oposición a la izquierda.
Esta europeización de la práctica política hace de la independencia el recurso mental más sano y lógico, no solo de los partidos verdes sino también de la infinidad de asociaciones ecológicas que funcionan en Hungría. Un caso ejemplificador es el de los Demócratas Verdes (ZD). Este partido, que anteriormente se llamaba Alternativa Verde, es el brazo político de una serie de asociaciones verdes, como por ejemplo, el mítico Círculo del Danubio, la Asociación Verde por el Diálogo Este-Oeste o la Asociación de gobiernos locales del Danubio. Apuestan por presentarse solos en las elecciones, y así lo hicieron, por ejemplo, en las pasadas elecciones de distrito de Győr, donde obtuvieron un representante.
El intento por funcionar electoralmente al margen de los grandes partidos va acompañado de precisas luchas a nivel local, reivindicando la salud del planeta. De esta manera, y sigo recurriendo al ejemplo del ZD, han logrado obtener representantes en el interior del país, en Dunaújváros, Pécs, Dunapátaj o la ya mencionada Győr. El trabajo político no se limita al período electoral y para seguir en cartel tienen, casi digamos obligación, que manifestarse contra los abusos del medioambiente. Un buen y claro ejemplo de ello fueron las movilizaciones en Dunaújváros contra la Central Motora de Gas. El problema principal, además de la obvia contaminación del aire por el gas residual, es el uso del Danubio como fuente de refrigeración y fin de los desperdicios de la central.
Las asociaciones, sean fundaciones u ONGs, funcionan muy bien para atraer al electorado descreído de la vida política. Los pequeños partidos verdes no son excepción, aunque el reducido número de militantes hace que en breve todos se conozcan, y ya no haya secretos de origen o pertenencia. No pasa lo mismo con los grandes partidos, cuya maquinaria es mucho más extensa y por ende pueden extender mucho más discretamente sus tentáculos sobre la apartidaria población civil. Establecer las debidas conexiones requiere tiempo y atención, tesoros de la vida moderna. Pero un ejemplo claro y famoso, por pertenecer a él el Presidente de Hungría, László Sólyom, es el de Védegylet (Sociedad por la Protección del Medio Ambiente y la Diversidad Cultural). Se trata de una escisión por derecha del Círculo del Danubio y es vox populi su afiliación al FIDESZ.
Para acabar con la serie de estrategias de los grandes para apropiarse de lo verde es obligatorio denunciar ciertas prácticas, sino ilegales poco éticas. Una de ellas (un botón basta de muestra y los demás a la camisa, como decía Sandro, el Rey de América) es la pasada invasión del FIDESZ al ZD. He de reconocer que todo son rumores y lo que aquí planteo tiene más que nada el valor de la duda, un compendio de chismes, que por su peso es de obligación comentar, para que sean contrastados con fuentes fidedignas.
Al parecer el FIDESZ, a través de uno de sus asociados, el Sr. László Ács, realizó lo que en términos de las grandes empresas podría ser una OPA hostil sobre el ZD. Básicamente la estrategia parece haber consistido en ofrecer una importante fuente de financiación, que permitió al partido cambiar de local, imprimir una revista y, entre otras cosas, proveer de telefonía móvil a buena parte de sus militantes. Si bien entró una buena cantidad de líquido, se habla de unos 50 millones de forintos, la operación también implicó la constitución de importantes deudas. De esta manera se estableció un vínculo ciertamente pernicioso de dependencia económica con el nuevo visitante político. Poco a poco Ács intentó modificar la estructura de organización y cargos del partido, lo que desencadenó en una gran crisis interna y el alejamiento de buena parte de los afiliados.
Después de varios ires y venires, Ács terminó abandonando el ZD, dejándolo hipotecado e inoperante, y fundó un nuevo partido, el Partido de los Verdes, del cual es el actual presidente.
Si el objetivo fue la absorción política del ZD o su simple destrucción solo lo sabrán los que idearon semejante jugada. De momento los demócratas verdes continúan en la cancha y se espera que en su próximo congreso del 24 de febrero recuperen la confianza de sus afiliados, con un nuevo estatuto y una nueva dirección.
No puedo acabar sin listar, aunque sean mínimamente, los problemas cruciales a nivel ecológico que se registran en Hungría y que son denunciados por distintos partidos y asociaciones, y como no, también por nuestros amigos del ZD.
La estrella es la ampliación de la central nuclear de Paks, a la cual los verdes califican de la más peligrosa de Europa, mientras el gobierno ya lleva gastados unos 3,5 billones de forintos en relaciones públicas para demostrar que, por el contrario, es la más segura.
Los ríos Danubio y Tisza se llevan el segundo puesto. Por un lado contra la vieja, pero constante iniciativa de la presa eléctrica entre Eslovaquia y Hungría; por otro por el diseño ecológico del transporte; y finalmente para modificar el trazado del Tisza y recuperar el tradicional sistema de irrigación. El entubamiento del río ha dejado sin agua a buena parte del territorio lindante y aumenta las posibilidades de inundación, tal como se viene repitiendo alarmantemente año tras año.
Y en tercer puesto y aquí acabo la lista, se encuentra la instalación de la OTAN de una torre de telecomunicaciones en pleno parque natural del Bük. Y si bien las constantes manifestaciones en contra han logrado que la torre no alcance las dimensiones del proyecto original, tampoco han logrado evitarla. Para más escándalo, parece ser que la torre se ha construido sin ningún tipo de permisos y sin abonar tampoco ninguna cuantía. El hecho ha sido denunciado en varias ocasiones y ha sido tema de debate en los últimos congresos verdes de Helsinki y Kiev.
Fuentes:
Fuente: Federación Europea de Partidos Verdes