lunes, febrero 12, 2007

Entre todos la vamos a arreglar. Una palmadita al medioambiente

Mato una mariposa. ¡Qué bendito divino minuto! La ecología, el santo placer de la matanza, no le importa un pito nadie. El discurso verde es, con todo mi odio, de un hipócrita insultante. Es un perverso juego que consiste en ver quien la tiene más grande, quien dice la mentira más impresionante. Vivimos encerrados en un paranoico juego de las apariencias, donde muere cada día este gusano de colores y solo quedan en cartel los cuatro mandamases con los cañones de la media siempre disparando. Al que espera a mañana, así le espera el día de mañana, nos dicen. Y usan y usan a diestro y siniestro las protestas verdes (todas ciertas por otra parte) para pelearse entre ellos.

¡Que la muerte se adelante a cada sonrisa de felicidad! ¡Que pierdan la fuerza y el valor antes del duelo! ¡Que la vida deje de ser siempre un alegre banquete para los demás! ¡Que todo oro queme! ¡Que cada beso sea un delicioso veneno!

Y si dejas de comprar tal marca, terminas comprando la otra y si llegas a lograr que te saquen el basurero atómico del jardín de casa es porque lo han conseguido colocar en otro parque. Eso es lo que pasa con lo verde, nunca sabes si estás arreglando algo o la está jodiendo como nunca. Llevamos años de luchas ecologistas y todo va peor. La mentira crece y los agujeros son cada vez más grandes. Quizás viviríamos más tranquilos aceptando nuestra odiosa e inmoral esencia y dejándo de llenarnos la boca con palabras vanas. ¿Quién quiere dejar el confort y las maquinitas? ¿Acaso tienes alas? ¿Aleteas? ¿Estás contenta?. ¿A quién se le ocurre compartir su riqueza con los pobres y reconocer, con los hechos, la explotación mundial? Tal vez a algún joven idealista, pero hoy por hoy, al menos en Hungría, por elegir alguna reivindicación, mejor se ocupan de protestar por el reciente cierre de los 21 institutos secundarios. Pues por eso te mato. Y soy feliz porque he matado.

Por suerte, esta editorial, inspirada en los hermosos versos de Endre Ady, que me he atrevido a traducir y colar en el texto, no son reflejo fiel de los artículos que acompañan. Ellos tienen todavía ese tilín romántico de la ilusión.

Espero que disfrutéis con esta colección de artículos de “Entre todos la vamos a arreglar. Una palmadita al medioambiente” y que os animéis, quienes viváis o hayáis vivido en Hungría, a escribir en las próximas ediciones. Solo tenéis que enviarnos un e-mail y os contestaremos a la brevedad indicándoos formato y tema.

Endre Ady (1906) Nuevos versos. He matado una mariposa

El reparto verde

por Sebastián Santos

Es de suponer que el devenir político de la Unión traerá a Hungría, junto con cientos de otras prácticas diseñadas en el oeste, un avance considerable de lo VERDE. Aunque de momento, no es más que una parcela de terreno a explotar, un campo de cultivo, pero con muy buenos antecedentes. El Círculo del Danubio, por ejemplo, allá por 1984, fue una de las primeras organizaciones fundadas en la clandestinidad, inicialmente en contra de la presa Gabcikovo-Nagymaros, y de ahí en más, contra el régimen soviético en toda su magnitud. A principios de los ’90, en el incipiente juego electoral, contaba con más de 100 de diputados en su haber.

La capacidad de convocatoria demostrada en el pasado, sumada a los abusos ecológicos propios de las jóvenes democracias, y al avance del movimiento verde como alternativa política a los partidos tradicionales en los centros de poder, hace imprescindible valorar el futuro de la ecología en el panorama político húngaro.

El terreno político húngaro es doblemente difícil a la proliferación de alternativas político partidarias verdes. La implementación, en 1989, de un modelo democrático bipartidista, supuestamente consolidado en Occidente, no hizo desaparecer, ni mucho menos, las prácticas totalitarias del pasado. El bipartidismo de occidente, junto con una triste tendencia al autoritarismo y al control de los medios de comunicación, hace que las iniciativas civiles o partidarias fuera de la doble paleta apenas tengan cabida.

El inevitable movimiento político internacional pone a los verdes en la mesa de los grandes partidos y los invita a desarrollar competitivas estrategias para asimilar sus conceptos, eslóganes, asociaciones y sus propios partidos.

La práctica democrática más recurrente, aquí y en todas partes, además de un sistema electoral que margina a las minorías (por ejemplo, por aquello del 5% mínimo para participar de las listas de compensación), es el típico discurso alarmista y radical electoral. Al llegar las elecciones, es tan encarnizada e insultante la supuesta lucha entre FIDESZ y MSZP que no votar a alguno de ellos parece, como mínimo, suicida. Es aquello del famoso voto castigo o voto en contra. Pero el caso es que los pequeños partidos se transforman aún en más pequeños o simplemente desaparecen ante el voto útil.

La siguiente práctica, y todavía por suerte nos mantenemos en el terreno de la legalidad, es la de absorber las consignas ecológicas. Aquí el problema central radica fundamentalmente en la falta de consenso a la hora de definir el discurso verde. Políticamente no es claro, no es de izquierda ni de derecha; puede estar con los comunistas o con los liberales. Si no, no hay más que leer a Máté Szabó, profesor de la ELTE, en su defensa de los liberales verdes.

El problema central de esta esquizofrenia política ecológica es sobre todo histórico, la historia de los movimientos de oposición. En Occidente se opusieron al modelo liberal, pero en Oriente lo hicieron al modelo socialista. De ahí que en España, por ejemplo, los verdes estén en el gobierno aliados al antiguo Partido Comunista y en Chequia, por mencionar algún país de Europa Central con representación en el gobierno (en las últimas elecciones han obtenido 4 ministros) son claramente de derecha.

En Hungría, la buena racha inicial de los ’90 quedó quebrada justamente por la derechización del movimiento verde, con la fundación en 1993 del Partido Verde de Hungría, de la mano de Zoltán Medvecki. Para daros una idea del perfil del partido, deciros, a modo de prueba, que usaban como símbolo aquel águila tan común en la Alemania nazi de los ‘30 y ‘40.

Por ende, que unos u otros coloquen propuestas ecológicas en sus programas electorales o lideren alguna que otra protesta en contra del gobierno de turno por cuestiones que afecten al medio ambiente, no es de extrañar, ni carece de lógica política. Lo que sí sucede, poco a poco, es que el término ecología o verde va perdiendo sentido en el abanico de opciones políticas.

El problema, digamos ético y patriótico, sobreviene cuando alguno de los partidos verdes, llámese Partido Verde de Centro, Unión de Demócratas Verdes, Partido de los Verdes o Partido de la Fuerza Verde (por mencionar los 4 que participaron en las pasadas elecciones locales) es elegido para el Parlamento Europeo y decide integrar una fracción. Básicamente para un verde hay una sola opción: La Federación Europea de Partidos Verdes, que por usar los tópicos es más de izquierda que de derecha. Esta apuesta estratégica europeísta repercute en el quehacer local y los priva de todo el abanico de alianzas con la derecha, privación que se suma a la tradicional oposición a la izquierda.

Esta europeización de la práctica política hace de la independencia el recurso mental más sano y lógico, no solo de los partidos verdes sino también de la infinidad de asociaciones ecológicas que funcionan en Hungría. Un caso ejemplificador es el de los Demócratas Verdes (ZD). Este partido, que anteriormente se llamaba Alternativa Verde, es el brazo político de una serie de asociaciones verdes, como por ejemplo, el mítico Círculo del Danubio, la Asociación Verde por el Diálogo Este-Oeste o la Asociación de gobiernos locales del Danubio. Apuestan por presentarse solos en las elecciones, y así lo hicieron, por ejemplo, en las pasadas elecciones de distrito de Győr, donde obtuvieron un representante.

El intento por funcionar electoralmente al margen de los grandes partidos va acompañado de precisas luchas a nivel local, reivindicando la salud del planeta. De esta manera, y sigo recurriendo al ejemplo del ZD, han logrado obtener representantes en el interior del país, en Dunaújváros, Pécs, Dunapátaj o la ya mencionada Győr. El trabajo político no se limita al período electoral y para seguir en cartel tienen, casi digamos obligación, que manifestarse contra los abusos del medioambiente. Un buen y claro ejemplo de ello fueron las movilizaciones en Dunaújváros contra la Central Motora de Gas. El problema principal, además de la obvia contaminación del aire por el gas residual, es el uso del Danubio como fuente de refrigeración y fin de los desperdicios de la central.

Las asociaciones, sean fundaciones u ONGs, funcionan muy bien para atraer al electorado descreído de la vida política. Los pequeños partidos verdes no son excepción, aunque el reducido número de militantes hace que en breve todos se conozcan, y ya no haya secretos de origen o pertenencia. No pasa lo mismo con los grandes partidos, cuya maquinaria es mucho más extensa y por ende pueden extender mucho más discretamente sus tentáculos sobre la apartidaria población civil. Establecer las debidas conexiones requiere tiempo y atención, tesoros de la vida moderna. Pero un ejemplo claro y famoso, por pertenecer a él el Presidente de Hungría, László Sólyom, es el de Védegylet (Sociedad por la Protección del Medio Ambiente y la Diversidad Cultural). Se trata de una escisión por derecha del Círculo del Danubio y es vox populi su afiliación al FIDESZ.

Para acabar con la serie de estrategias de los grandes para apropiarse de lo verde es obligatorio denunciar ciertas prácticas, sino ilegales poco éticas. Una de ellas (un botón basta de muestra y los demás a la camisa, como decía Sandro, el Rey de América) es la pasada invasión del FIDESZ al ZD. He de reconocer que todo son rumores y lo que aquí planteo tiene más que nada el valor de la duda, un compendio de chismes, que por su peso es de obligación comentar, para que sean contrastados con fuentes fidedignas.

Al parecer el FIDESZ, a través de uno de sus asociados, el Sr. László Ács, realizó lo que en términos de las grandes empresas podría ser una OPA hostil sobre el ZD. Básicamente la estrategia parece haber consistido en ofrecer una importante fuente de financiación, que permitió al partido cambiar de local, imprimir una revista y, entre otras cosas, proveer de telefonía móvil a buena parte de sus militantes. Si bien entró una buena cantidad de líquido, se habla de unos 50 millones de forintos, la operación también implicó la constitución de importantes deudas. De esta manera se estableció un vínculo ciertamente pernicioso de dependencia económica con el nuevo visitante político. Poco a poco Ács intentó modificar la estructura de organización y cargos del partido, lo que desencadenó en una gran crisis interna y el alejamiento de buena parte de los afiliados.

Después de varios ires y venires, Ács terminó abandonando el ZD, dejándolo hipotecado e inoperante, y fundó un nuevo partido, el Partido de los Verdes, del cual es el actual presidente.
Si el objetivo fue la absorción política del ZD o su simple destrucción solo lo sabrán los que idearon semejante jugada. De momento los demócratas verdes continúan en la cancha y se espera que en su próximo congreso del 24 de febrero recuperen la confianza de sus afiliados, con un nuevo estatuto y una nueva dirección.

No puedo acabar sin listar, aunque sean mínimamente, los problemas cruciales a nivel ecológico que se registran en Hungría y que son denunciados por distintos partidos y asociaciones, y como no, también por nuestros amigos del ZD.

La estrella es la ampliación de la central nuclear de Paks, a la cual los verdes califican de la más peligrosa de Europa, mientras el gobierno ya lleva gastados unos 3,5 billones de forintos en relaciones públicas para demostrar que, por el contrario, es la más segura.

Los ríos Danubio y Tisza se llevan el segundo puesto. Por un lado contra la vieja, pero constante iniciativa de la presa eléctrica entre Eslovaquia y Hungría; por otro por el diseño ecológico del transporte; y finalmente para modificar el trazado del Tisza y recuperar el tradicional sistema de irrigación. El entubamiento del río ha dejado sin agua a buena parte del territorio lindante y aumenta las posibilidades de inundación, tal como se viene repitiendo alarmantemente año tras año.

Y en tercer puesto y aquí acabo la lista, se encuentra la instalación de la OTAN de una torre de telecomunicaciones en pleno parque natural del Bük. Y si bien las constantes manifestaciones en contra han logrado que la torre no alcance las dimensiones del proyecto original, tampoco han logrado evitarla. Para más escándalo, parece ser que la torre se ha construido sin ningún tipo de permisos y sin abonar tampoco ninguna cuantía. El hecho ha sido denunciado en varias ocasiones y ha sido tema de debate en los últimos congresos verdes de Helsinki y Kiev.

Fuentes:

Fuente: Federación Europea de Partidos Verdes

El reto del medioambiente en Hungría

por Pablo Valentín

Budapest es una atractiva ciudad para la realización de conferencias, cumbres y seminarios. Buena prueba de ello, es el cuantioso número de este tipo de eventos que se organizan anualmente en nuestra ciudad. Los encuentros sobre ecología no son una excepción a esta regla. Cabe preguntarnos si la preocupación por la conservación del medio ambiente en Hungría va más allá de la mera organización de dichos eventos.

Poniendo nota

Si tuviésemos que poner nota a Hungría en el cuidado al medio ambiente, podríamos apoyarnos en el informe Pilot 2006, realizado por las universidades de Yale y Columbia. El informe Pilot 2006 analiza distintos aspectos relacionados con la salud medioambiental en 133 países, para confeccionar lo que se ha denominado “Environmental Performance Index” (EPI).

Los distintos factores analizados para confeccionar este índice son: mortalidad infantil, polución en el aire, reservas de agua potable, disposición de medios sanitarios adecuados, generación de partículas en las ciudades, concentración de ozono en aire rural, carga de nitrógeno, consumo de agua, protección de especies, protección de ecosistemas, eficiencia energética, energías renovables y emisión de Co2.

Sin embargo, este índice deja fuera aspectos muy importantes como: exposición humana a desechos químicos, gestión de residuos, lluvia ácida, tasa de reciclado, tratamiento de mercurio y metales pesados y desertización. La razón por la cual estos aspectos no se incluyeron no es otra que la ausencia de datos fiables proporcionados por los ministerios.

En primera posición de la tabla EPI encontramos a Nueva Zelanda, estando Nigeria en última posición. Hungría ocupa la posición trigésimo tercera. No está mal a primera vista. Pero una comparación dentro de la ventana total de países no es significativa, puesto que debemos comparar con naciones con similares características socio-económicas. Por lo tanto sería más correcto decir que Hungría ocupa la posición antepenúltima dentro del grupo UE, liderado por Suecia. Lo cual ya no parece tan alentador.

Un estudio de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) ha revelado que los diez nuevos países han desembolsado más dinero que los antiguos socios comunitarios en el cuidado del medio ambiente de la Unión Europea. Por países, España y Estonia han registrado los mayores gastos del valor bruto añadido (la contribución de cada sector industrial al PIB) frente a Hungría, donde se observaron las peores marcas. La industria manufacturera, especialmente la química y la del caucho, es la que más fondos ha destinado a favor del medio ambiente entre 1997 y 2002.

En el informe “5 años después de Río” elaborado en diciembre de 1999, podemos encontrar la siguiente información: “El gobierno Húngaro ha ido eliminando muchos subsidios del presupuesto del estado desde que empezó a moverse hacia una economía de mercado en 1989.

El porcentaje del total de subsidios presupuestarios en el total del gasto del gobierno cayo de 60% en 1993 a 42% en 1995 (FMI, 1995). La reducción del subsidio en el sector de aguas es significativa. El subsidio a la irrigación fue eliminado en 1990, equivalente a un ahorro mensual de $2 millones en 1986, cerca del 0.01% del gasto del gobierno (OCDE, 1994). Los subsidios del presupuesto del Estado para el suministro público de agua ha sido disminuido de 100% antes de 1989 a 30% a principios de los 90s (Bathia y otros).

En Hungría, el abastecimiento de agua alcanza al 96% de la población, la gestión de aguas residuales (purificación de agua y depósito de desperdicios) sólo llega al 59%.

Si hablamos del uso de fuentes de energía, el 40% de la energía que se consume en Hungría anualmente se provee por fuentes de energía internas (gas 39%, petróleo 32%, electricidad 14%, carbón 11%, otros 4%). Hoy por hoy, las energías renovables suponen un 2,2% del total del consumo de electricidad de Hungría. Por tanto sólo el 0,12% sobre el total de energías empleadas en Hungría corresponde a fuentes renovables.

Una observación personal

Entre el 25 y 29 de septiembre del 2006, se celebraron en Budapest las jornadas internacionales sobre tratamiento de metales pesados y seguridad química. En dichas jornadas el señor Kristóf Kozák, asesor principal en gestión de desechos y tecnología del Ministerio de Recursos Hídricos y Medio Ambiente de Hungría, habló sobre la importancia del tratamiento de desechos procedentes de metales pesados, como el mercurio.

Por otra parte, en los dos años que vivo en Budapest, entre otras cosas, pude observar desde la ventana de mi oficina, como ERECO Kft, una empresa dedicada a la gestión de metales pesados, sita en Maglódi ut, estuvo haciendo explosiones con dinamita para reducir a esquirlas diversos desechos procedentes de metales dejando una nube de polvo grisáceo en derredor. ¿Cómo se explica?

Valorando

Numerosas organizaciones no gubernamentales trabajan en Hungría realizando proyectos para evitar el deterioro del medio ambiente. Entre estas organizaciones podríamos citar a WWF y Greenfo.

Sin embargo, a nivel gubernamental, los guiños que se hacen a la ecología a día de hoy, denotan más bien simple insatisfacción con la situación actual, más que una clara determinación de cambiar nuestro estilo de vida hacia una solución sostenible entre desarrollo y medio ambiente.

El reto que plantea la ecología al hombre es el reto de aprender a convivir con sigo mismo. En este sentido, no podemos independizar la raza humana de cualquier otra raza que forme parte de nuestro sistema de especies.

Hemos llegado a un punto donde claramente sabemos lo que tenemos que hacer. Así que la pregunta ahora no es el qué, es el cuándo. Mejorar nuestro entorno no está tanto en qué se debe hacer, sino en qué no se debe hacer. Como en otros muchos aspectos de la vida del ser humano, la previsión o prevención es la mejor herramienta que podemos emplear.

Cada vez se revela con más fuerza la necesidad de la realización previa de una evaluación de impacto medio ambiental para cualquier proyecto o actividad económica antes de la implementación de la misma. Sería necesaria entonces la figura de un organismo, que basado en estos criterios y no otros, decidiese la licitación o no de determinados proyectos.

El problema base

¿Qué es lo que realmente frena al hombre a la hora de ejecutar modelos de crecimiento que integren criterios ecológicos? ¿Por qué no lo hemos hecho antes?

Dos ideas se revelan con bastante contundencia. La primera es que resulta muy difícil llevar a cabo acciones medioambientales que sean compatibles con el desarrollo económico o no lo dificulten de alguna manera. Nos guste o no, actualmente, la economía se impone por encima de la explotación del medio ambiente, en muchos casos de forma increíblemente irracional. La economía es un medio para conseguir un fin, nunca debe de ser un fin en sí mismo. Es necesario replantearnos los principios en los que está basado nuestro sistema de desarrollo y estilo de vida. Porque sencillamente nos están dejando de resultar útiles.

Sin embargo, en algunos casos no hace falta enfrentar el concepto de economía contra el de ecología. Bastaría con buscar mejores soluciones que fuesen compatibles con ambos criterios. Para ello resulta imprescindible empezar por valorar y medir aquellas variables de nuestro actual estilo de vida que afectan a la calidad medioambiental. Hacer un trabajo de investigación y posterior concienciación ciudadana, desarrollando una serie de pautas de comportamiento, no supondría un gran esfuerzo económico y podría ser muy efectivo. Se podrían utilizar los medios de difusión públicos para propagar ideas ecológicas, como por ejemplo, el uso de servilletas de tela en lugar de servilletas de papel, la emisión de facturas electrónicas, la obligatoriedad de árboles de Navidad en macetas (el espectáculo post-navideño en Budapest con pinos arrojados a la basura es vergonzoso), la bajada de termostatos de la calefacción usando prendas de abrigo dentro de los hogares, etc.

En los supermercados de Budapest, las bolsas de plástico para realizar la compra siempre se cobran. Esto obliga a la gente a reutilizar sus propias bolsas de plástico, reduciendo así la basura generada. Es un pequeño gran ejemplo sobre como compatibilizar el criterio económico y ecológico.

La segunda, es la visión a corto plazo del ser humano. Seguimos anteponiendo los intereses económicos frente a los medio ambientales, porque la mayoría de las personas cree que la explotación incontrolada del entorno, solo traerá consecuencias graves en un futuro que probablemente no será para nosotros. “Ya habremos muerto cuando las consecuencias medio ambientales más duras se manifiesten”. Pero si le diésemos la vuelta a este paradigma de pensamiento, podríamos decir que si cuidásemos de nuestro entorno aumentaríamos nuestra esperanza de vida y la calidad de la misma también.

¿Y si el cuerpo humano, bajo las circunstancias adecuadas pudiese durar mucho más de lo que inicialmente creemos que es posible? Parece que no es una casualidad que Nigeria, el último país en la tabla EPI, sea también el país con la menor esperanza de vida (48,0 años para los hombres y 49,6 años para las mujeres, según fuentes OMS).

Observando la virulenta manifestación de la sintomatología alérgica en Budapest y el creciente número de este tipo de enfermos, podríamos también pensar que está relacionado con el empeoramiento de la calidad medioambiental en Hungría. O bien podemos seguir echando la culpa a pólenes y ácaros y seguir arrancando plantas como la ya famosa Vadkender (responsable en teoría de los pólenes más agresivos contra los alérgicos), aunque estas siempre hayan estado ahí, incluso antes de la manifestación y proliferación de las enfermedades alérgicas.

Las culturas que creen en ideas como la reencarnación, son bastante más sensibles a las necesidades de la integración y coexistencia con la naturaleza que nuestra desarrollada civilización occidental. ¿Estaremos de paso en este mundo o verdaderamente hemos venido aquí para quedarnos? ¿Sabrán ellos algo que nosotros desconocemos?

Quizás la evolución en el campo de la ecología está muy estrechamente relacionada con una evolución individual espiritual. Si podemos potenciar esa revolución espiritual en el mayor número de individuos, estaremos contribuyendo a la mejora del medio ambiente y a otros muchos aspectos de la sociología universal.

Para aquellas personas que estén interesadas en una visión diferente sobre la ecología, me gustaría recomendar la lectura de los libros: “The Last Hours of Ancient Sunlight” de Tom Hartmann y “Mutant Message Down Under” de Marlo Morgan.

¡Olé! ¡Hungría tiene energía gratis!

por Ami Preisz

Todo el mundo esta preocupado por proteger el medioambiente. Se ha convertido en una preocupación “automática”: la oímos, la leemos y la repetimos incansables. Somos conscientes hasta el hartazgo de la contaminación de la tierra y de los cielos; y también de que podríamos reducirla, si quisiéramos.

Nosotros, ese grupo de humanos ordinarios y bien acomodados que habita sobre todo en el norte del planeta, producimos basura en exceso, emitimos todo tipo de gases maléficos y gastamos demasiada energía en una vida llena de caprichos. La agricultura y la industria contaminan sin parar, explotando cuanto recurso exista, para ponernos en bandeja esa multitud de pequeñas cosas que ya se han hecho imprescindibles para nuestra efímera vida.

Los daños a la biosfera ya son irreversibles, y los cada día más caros combustibles fósiles pronto se agotarán. Por eso ya no podemos dejar de pensar en el uso masivo de las energías renovables. Y Hungría posee un recurso excepcional: la energía geotérmica, o sea, la energía que emana constantemente del propio calor de la tierra. Podríamos reducir buena parte de las emisiones que contaminan el medioambiente y ahorrarnos una buena cantidad de dinero. ¡Suena magnífico!

Y para ello no solo contamos con los centros hidrotérmicos, que recogen agua caliente a alta presión; si no también existe la posibilidad de apropiarnos directamente del calor emanado de la tierra.

Esto se explica porque en el valle de los Cárpatos, donde descansa nuestro bello país, el diámetro de la corteza terrestre es sensiblemente inferior al del resto del continente. El calor se abre paso, así, desde el centro del globo hasta la superficie con más facilidad. Cada metro hacia las entrañas de la tierra es dos veces mas caliente que la media de Europa; es decir 0,042-0,066 °C/m contra 0,020-0,033 °C/m. A esto se suma una litosfera más porosa que permite una mejor transmisión del calor y asegura multitud de depósitos de agua a altas temperaturas.

Sin embargo todavía no utilizamos todos los potenciales de la geotérmica. La mayor parte del agua termal de Hungría se destina al turismo. Tenemos aproximadamente 140 balnearios repartidos a lo largo del país.

El 70% de las fuentes de aguas termales restantes es aprovechado por la horticultura. Y tan solo el 30% restante se utiliza para calefacción de complejos residenciales, edificios públicos, escuelas, guarderías, hospitales y algunas industrias.

Extraer agua termal es un proceso muy costoso, y por eso el uso a nivel individual resulta impagable. Hacer un pozo de entre 1000 y 2500 metros de profundidad puede costar entre 200 y 600 mil euros. Pero por otra parte, una obra de estas características, por la que se obtendrían miles de centímetros cúbicos de agua entre 60 y 98º, podría proveer de calefacción y agua caliente a miles de viviendas. Incluso, a largo plazo, los costes se pueden reducir una enormidad si se construye un circuito circular, o sea, que el agua vuelva al lugar de donde se extrae. Los avances tecnológicos seguramente potenciarán aún más la capacidad ecológica de la geotermia.

La clave está en el reciclaje y en el uso compartido del sistema energético. En algunas localidades, como Veresegyház, Szarvas, Szentes, Csongrád, Szeged, Bóly, Vasvár, Mosonmagyaróvár, Hódmezővásárhely ya funciona el uso común de energía geotérmica entre polígonos industriales e instalaciones municipales.

Fuera de este esquema industrial ya existe una propuesta geotérmica para las viviendas privadas. Se trata de la bomba de calor. Se trata de un sistema de sondas y tuberías, encarnado en la tierra, que calienta el agua por compresión. Para ello se requiere un mínimo de energía externa, pudiendo ser eléctrica o gas. Los costes, una vez instalado, son insignificantes. Incluso la energía obtenida puede usarse también no solo para calentar sino también para enfriar.

Según las estimaciones con este método podríamos sustituir aproximadamente el 25% de nuestro consumo de energía; no más, porque su uso debe ser moderado si se quiere conservar. La utilización indiscriminada puede ocasionar la pérdida del recurso energético.

La Unión Europea ofrece subvenciones a Hungría, así como al resto de estados miembros, para proyectos alrededor de recursos renovables, limpios y/o alternativos. A lo largo del año pasado recibimos importantes cantidades de dinero para usos geotérmicos, que mejoran el medioambiente y de los cuales ahora podemos disfrutar.

Fuentes:

A geotermikus energia hasznosítása
Porció kft
http://www.enebc.org/Castellano/bomba/cap1/


Muchas gracias a Gábor Szita, jefe administrativo de Porció Kft, quien me ha ayudado y facilitado datos muy útiles para este artículo.

Un helado en un baño sauna

por Kléber Mantilla

En Budapest, este último invierno solo ha nevado un día y por pocas horas. En esta ciudad, secular por soportar los más largos y gélidos inviernos de Europa del Este, ahora su gente transita meditabunda y sin chaqueta, en medio de un primaveral ejemplo del calentamiento global del planeta. En realidad, es indiscutible el anuncio de la desintegración del polo norte.

Y si en Hungría no hay nieve, en la mayoría de pistas de esquí de los Alpes hay que producir nieve artificial para no perder clientes. El hielo polar siberiano ya está abierto y se derrite tan rápido como un helado de cono dentro de un baño sauna.

¿Algún presidente idiota todavía tiene dudas? Pues habría que gritarle al oído que si no ratificó el Protocolo de Kioto (PK) ahora tendrá que escuchar el informe de la Reunión Mundial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). El PK expira en 2012 y fue firmado por multitud de países que se comprometieron a reducir la emisión de gases que producen el efecto invernadero. Estados Unidos no lo firmó, pese a ser el primer contaminador mundial.

En París, este febrero, el informe de los 500 delegados de Naciones Unidas, que participaron de la cumbre climática, solo confirma que la sociedad consumista, la economía de competencia y el industrialismo sin control, serán los destructores de toda la especie humana. Así, el calentamiento global funciona como un trailer a gran velocidad que está por chocarse contra un edificio de acero. Hay un conductor ebrio dentro, que representa los intereses de las empresas petroleras y energéticas del mundo, y no hay quién pise el freno.

El IPCC, que representa a 192 estados miembros, confirma un alza de las temperaturas de entre 2 y 4,5 grados, por una duplicación de las concentraciones de CO2 en la atmósfera en relación a la era preindustrial. El economista británico Nicholas Stern, dice en otro informe sobre el coste económico del cambio climático que es “imperativo actuar de inmediato y fijar un precio mundial del carbono”. El termómetro mundial ha ganado 0,8 grados desde el comienzo del siglo XIX, con una aceleración en los últimos 30 años, que los científicos achacan a los gases con efecto invernadero, emitidos por energías fósiles: gas, petróleo y carbón.

Como consecuencia indiscutible, los glaciares en la Isla de Ellesmere y las costas de Groenlandia se están derrumbando. Apenas unos 400 kilómetros de hielo quedan en la orilla norte de Groenlandia conectándolos con el hielo polar. Y se separan. Grandes superficies de hielo polar se han pulverizado y miles de kilómetros cuadrados flotan en el océano Ártico. Según expertos, la costa norte de Alaska está libre de hielo, tal como toda la costa norte de Siberia. Es decir, el polo norte se está desintegrando.

Asimismo, estamos en las vísperas de ciclones, tifones, huracanes, tsunamis y maremotos. En un año, en el Pacífico Noroeste, se registraron 22 ciclones tropicales, 14 de los cuales se clasificaron como tifones. Los Tifones Chanchu, Prapiroon, Kaemi, Saomai, Xangsane y Cimaron, junto la tormenta tropical Bilis trajeron muertes, heridos y daños severos a su paso. Los ciclones tropicales causaron más de mil muertes. El tifón Durian afectó a más 1.5 millones de personas en Filipinas entre noviembre y diciembre de 2006, provocando muertes y desaparecidos.

A nivel local, el año pasado, la lluvia y los fuertes deshielos produjeron inundaciones extensas por el Río Danubio, que alcanzó su nivel más alto en más de un siglo. Áreas de Bulgaria, Hungría, Rumanía y Serbia fueron inundadas y decenas de millares de personas afectadas.

Pese a esto, el IPCC advirtió que el calentamiento de la Tierra es irreversible debido a las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases de efecto invernadero de la era industrial. “En función de las acciones que se tomen, la subida de las temperaturas se situará para fin de siglo entre 1,8 y 4 grados, y la del nivel de los mares entre 18 y 59 centímetros. Todo ello conllevará fenómenos climáticos extremos como canículas o lluvias diluvianas, o violentos ciclones. Se acerca el día en que el desajuste climático escapará a todo control: estamos en el umbral de lo irreversible”, dice.

¿Pero a quién le importa? En una última encuesta sobre cuál es el mayor problema mundial, 34% de los europeos consultados responden que es la economía; el 29% menciona el desempleo; un 16% señala el terrorismo y la inestabilidad política; el 10% incide en la inmigración; y sólo al 9% le preocupa el calentamiento global. La guerra le preocupa solo al 7%.

Por ahora, son vientos lejanos los que soplan al barco de la Unión Europea que busca fortalecer las propuestas de reducir el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2020.

El comisario europeo de Medio Ambiente, Stavros Dimas, pidió a Estados Unidos que se comprometa en las negociaciones para reducir los gases de efecto invernadero y anunció una ley para los fabricantes de automóviles que los obligue a reducir las emisiones de CO2. A partir de 2012 todos los vehículos nuevos emitirían un máximo de 120 gramos de ese gas por kilómetro. ¿Serán estos esfuerzos suficientes para evitar el acelerado calentamiento? ¿serán estos esfuerzos suficientes para evitar el deshielo de los polos?

Fuentes:

Televisión Española
http://geocaa.blogspot.com/search/label/Recurso%20did%C3%A1ctico