lunes, febrero 12, 2007

El reto del medioambiente en Hungría

por Pablo Valentín

Budapest es una atractiva ciudad para la realización de conferencias, cumbres y seminarios. Buena prueba de ello, es el cuantioso número de este tipo de eventos que se organizan anualmente en nuestra ciudad. Los encuentros sobre ecología no son una excepción a esta regla. Cabe preguntarnos si la preocupación por la conservación del medio ambiente en Hungría va más allá de la mera organización de dichos eventos.

Poniendo nota

Si tuviésemos que poner nota a Hungría en el cuidado al medio ambiente, podríamos apoyarnos en el informe Pilot 2006, realizado por las universidades de Yale y Columbia. El informe Pilot 2006 analiza distintos aspectos relacionados con la salud medioambiental en 133 países, para confeccionar lo que se ha denominado “Environmental Performance Index” (EPI).

Los distintos factores analizados para confeccionar este índice son: mortalidad infantil, polución en el aire, reservas de agua potable, disposición de medios sanitarios adecuados, generación de partículas en las ciudades, concentración de ozono en aire rural, carga de nitrógeno, consumo de agua, protección de especies, protección de ecosistemas, eficiencia energética, energías renovables y emisión de Co2.

Sin embargo, este índice deja fuera aspectos muy importantes como: exposición humana a desechos químicos, gestión de residuos, lluvia ácida, tasa de reciclado, tratamiento de mercurio y metales pesados y desertización. La razón por la cual estos aspectos no se incluyeron no es otra que la ausencia de datos fiables proporcionados por los ministerios.

En primera posición de la tabla EPI encontramos a Nueva Zelanda, estando Nigeria en última posición. Hungría ocupa la posición trigésimo tercera. No está mal a primera vista. Pero una comparación dentro de la ventana total de países no es significativa, puesto que debemos comparar con naciones con similares características socio-económicas. Por lo tanto sería más correcto decir que Hungría ocupa la posición antepenúltima dentro del grupo UE, liderado por Suecia. Lo cual ya no parece tan alentador.

Un estudio de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) ha revelado que los diez nuevos países han desembolsado más dinero que los antiguos socios comunitarios en el cuidado del medio ambiente de la Unión Europea. Por países, España y Estonia han registrado los mayores gastos del valor bruto añadido (la contribución de cada sector industrial al PIB) frente a Hungría, donde se observaron las peores marcas. La industria manufacturera, especialmente la química y la del caucho, es la que más fondos ha destinado a favor del medio ambiente entre 1997 y 2002.

En el informe “5 años después de Río” elaborado en diciembre de 1999, podemos encontrar la siguiente información: “El gobierno Húngaro ha ido eliminando muchos subsidios del presupuesto del estado desde que empezó a moverse hacia una economía de mercado en 1989.

El porcentaje del total de subsidios presupuestarios en el total del gasto del gobierno cayo de 60% en 1993 a 42% en 1995 (FMI, 1995). La reducción del subsidio en el sector de aguas es significativa. El subsidio a la irrigación fue eliminado en 1990, equivalente a un ahorro mensual de $2 millones en 1986, cerca del 0.01% del gasto del gobierno (OCDE, 1994). Los subsidios del presupuesto del Estado para el suministro público de agua ha sido disminuido de 100% antes de 1989 a 30% a principios de los 90s (Bathia y otros).

En Hungría, el abastecimiento de agua alcanza al 96% de la población, la gestión de aguas residuales (purificación de agua y depósito de desperdicios) sólo llega al 59%.

Si hablamos del uso de fuentes de energía, el 40% de la energía que se consume en Hungría anualmente se provee por fuentes de energía internas (gas 39%, petróleo 32%, electricidad 14%, carbón 11%, otros 4%). Hoy por hoy, las energías renovables suponen un 2,2% del total del consumo de electricidad de Hungría. Por tanto sólo el 0,12% sobre el total de energías empleadas en Hungría corresponde a fuentes renovables.

Una observación personal

Entre el 25 y 29 de septiembre del 2006, se celebraron en Budapest las jornadas internacionales sobre tratamiento de metales pesados y seguridad química. En dichas jornadas el señor Kristóf Kozák, asesor principal en gestión de desechos y tecnología del Ministerio de Recursos Hídricos y Medio Ambiente de Hungría, habló sobre la importancia del tratamiento de desechos procedentes de metales pesados, como el mercurio.

Por otra parte, en los dos años que vivo en Budapest, entre otras cosas, pude observar desde la ventana de mi oficina, como ERECO Kft, una empresa dedicada a la gestión de metales pesados, sita en Maglódi ut, estuvo haciendo explosiones con dinamita para reducir a esquirlas diversos desechos procedentes de metales dejando una nube de polvo grisáceo en derredor. ¿Cómo se explica?

Valorando

Numerosas organizaciones no gubernamentales trabajan en Hungría realizando proyectos para evitar el deterioro del medio ambiente. Entre estas organizaciones podríamos citar a WWF y Greenfo.

Sin embargo, a nivel gubernamental, los guiños que se hacen a la ecología a día de hoy, denotan más bien simple insatisfacción con la situación actual, más que una clara determinación de cambiar nuestro estilo de vida hacia una solución sostenible entre desarrollo y medio ambiente.

El reto que plantea la ecología al hombre es el reto de aprender a convivir con sigo mismo. En este sentido, no podemos independizar la raza humana de cualquier otra raza que forme parte de nuestro sistema de especies.

Hemos llegado a un punto donde claramente sabemos lo que tenemos que hacer. Así que la pregunta ahora no es el qué, es el cuándo. Mejorar nuestro entorno no está tanto en qué se debe hacer, sino en qué no se debe hacer. Como en otros muchos aspectos de la vida del ser humano, la previsión o prevención es la mejor herramienta que podemos emplear.

Cada vez se revela con más fuerza la necesidad de la realización previa de una evaluación de impacto medio ambiental para cualquier proyecto o actividad económica antes de la implementación de la misma. Sería necesaria entonces la figura de un organismo, que basado en estos criterios y no otros, decidiese la licitación o no de determinados proyectos.

El problema base

¿Qué es lo que realmente frena al hombre a la hora de ejecutar modelos de crecimiento que integren criterios ecológicos? ¿Por qué no lo hemos hecho antes?

Dos ideas se revelan con bastante contundencia. La primera es que resulta muy difícil llevar a cabo acciones medioambientales que sean compatibles con el desarrollo económico o no lo dificulten de alguna manera. Nos guste o no, actualmente, la economía se impone por encima de la explotación del medio ambiente, en muchos casos de forma increíblemente irracional. La economía es un medio para conseguir un fin, nunca debe de ser un fin en sí mismo. Es necesario replantearnos los principios en los que está basado nuestro sistema de desarrollo y estilo de vida. Porque sencillamente nos están dejando de resultar útiles.

Sin embargo, en algunos casos no hace falta enfrentar el concepto de economía contra el de ecología. Bastaría con buscar mejores soluciones que fuesen compatibles con ambos criterios. Para ello resulta imprescindible empezar por valorar y medir aquellas variables de nuestro actual estilo de vida que afectan a la calidad medioambiental. Hacer un trabajo de investigación y posterior concienciación ciudadana, desarrollando una serie de pautas de comportamiento, no supondría un gran esfuerzo económico y podría ser muy efectivo. Se podrían utilizar los medios de difusión públicos para propagar ideas ecológicas, como por ejemplo, el uso de servilletas de tela en lugar de servilletas de papel, la emisión de facturas electrónicas, la obligatoriedad de árboles de Navidad en macetas (el espectáculo post-navideño en Budapest con pinos arrojados a la basura es vergonzoso), la bajada de termostatos de la calefacción usando prendas de abrigo dentro de los hogares, etc.

En los supermercados de Budapest, las bolsas de plástico para realizar la compra siempre se cobran. Esto obliga a la gente a reutilizar sus propias bolsas de plástico, reduciendo así la basura generada. Es un pequeño gran ejemplo sobre como compatibilizar el criterio económico y ecológico.

La segunda, es la visión a corto plazo del ser humano. Seguimos anteponiendo los intereses económicos frente a los medio ambientales, porque la mayoría de las personas cree que la explotación incontrolada del entorno, solo traerá consecuencias graves en un futuro que probablemente no será para nosotros. “Ya habremos muerto cuando las consecuencias medio ambientales más duras se manifiesten”. Pero si le diésemos la vuelta a este paradigma de pensamiento, podríamos decir que si cuidásemos de nuestro entorno aumentaríamos nuestra esperanza de vida y la calidad de la misma también.

¿Y si el cuerpo humano, bajo las circunstancias adecuadas pudiese durar mucho más de lo que inicialmente creemos que es posible? Parece que no es una casualidad que Nigeria, el último país en la tabla EPI, sea también el país con la menor esperanza de vida (48,0 años para los hombres y 49,6 años para las mujeres, según fuentes OMS).

Observando la virulenta manifestación de la sintomatología alérgica en Budapest y el creciente número de este tipo de enfermos, podríamos también pensar que está relacionado con el empeoramiento de la calidad medioambiental en Hungría. O bien podemos seguir echando la culpa a pólenes y ácaros y seguir arrancando plantas como la ya famosa Vadkender (responsable en teoría de los pólenes más agresivos contra los alérgicos), aunque estas siempre hayan estado ahí, incluso antes de la manifestación y proliferación de las enfermedades alérgicas.

Las culturas que creen en ideas como la reencarnación, son bastante más sensibles a las necesidades de la integración y coexistencia con la naturaleza que nuestra desarrollada civilización occidental. ¿Estaremos de paso en este mundo o verdaderamente hemos venido aquí para quedarnos? ¿Sabrán ellos algo que nosotros desconocemos?

Quizás la evolución en el campo de la ecología está muy estrechamente relacionada con una evolución individual espiritual. Si podemos potenciar esa revolución espiritual en el mayor número de individuos, estaremos contribuyendo a la mejora del medio ambiente y a otros muchos aspectos de la sociología universal.

Para aquellas personas que estén interesadas en una visión diferente sobre la ecología, me gustaría recomendar la lectura de los libros: “The Last Hours of Ancient Sunlight” de Tom Hartmann y “Mutant Message Down Under” de Marlo Morgan.

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