sábado, diciembre 09, 2006

Muerto el rey, el deporte a caballo de las mujeres

¡Por fin se ha muerto Puskás! ¡Llevábamos ese lastre desde hace más de 50 años! Que si fuimos los mejores, que si el 6-3 contra Inglaterra, que qué épocas aquellas, y qué pitos y flautas. Pero como a todos, a Francisco le llegó su San Martín y la palmó. Con él, esperemos se haya ido una leyenda y una carga ya insoportable para Hungría. Por fin podremos poner más atención en otros deportes y dejar, para otros con más cancha, el dichoso fútbol, el infierno de la pelotita enloquecida. Ha llegado el momento de prestar atención a aquellas cosas que sabemos hacer, aquellos deportes en los que, sin lugar a dudas, somos los que llevamos la sartén por el mango. El agua se nos da de maravilla, por ejemplo.

Pero con Panchito no solo se fue el futbolista, el macho dejó el escenario y ahora le toca el turno a otras estrellas, al batallón de mujeres que está entrenándose y listo, a la espera de una señal, para darle la vuelta a la tortilla. La sociedad cambia de la mano de las mujeres, y no solo aquí sino en todo el mundo; de las mujeres y de los “hombres sensibles”, cosa de no quedar fuera y por usar alguno de los tópicos con el que se suele caracterizar al sexo progresista.

Y es desde esta sensibilidad desde donde se podría esperar una nueva concepción del deporte, menos elitista, más popular y equidistante de nuestras miserias y minusvalías. Un deporte en el que entremos todos, donde todos jodamos por igual, como decían los de Molotov. Quizás es mucho pedir, pero yo por ahí tiro el boliche.

Y al mismo tiempo que los deportes “10” se pasan de mano en mano también podríamos volver un poco al caballo, a potrear el valle. Pararnos en alguna pulpería y recordar con nostalgia las épocas del fútbol y jugarnos una quinielita o un PRODE de algún país exótico y seguir marcha campo a través hasta la próxima posta.

Espero que disfrutéis con esta colección de artículos de “Muerto el rey, el deporte a caballo de las mujeres” y que os animéis, quienes viváis o hayáis vivido en Hungría a escribir en las próximas ediciones. Solo tenéis que enviarnos un e-mail y os contestaremos a la brevedad indicándoos formato y tema.

¡¡Adiós Panchito!!

por Kléber Mantilla


La primera vez que supe de Ferenc Puskas fue cuando miré una película de cine blanco y negro de la década de los 50. Mis anfitriones me dijeron que cuando se presentó por primera vez a una cancha de fútbol, los comentaristas se referían como un zurdo bajito y gordito. Pero también me anticiparon que era el mejor en lo que hacía: jugar al fútbol. Esas eran las imágenes del cuarto mejor futbolista del siglo XX.

Con la camiseta húngara marcó 83 goles en 84 partidos, entre 1945 y 1956, aunque pudieron ser muchos más, pues dejó de jugar por su país cuando emigró primero a Austria y luego a España, después del levantamiento húngaro contra de la ocupación de la URSS del 56. En los juegos olímpicos de 1952 alcanzó una medalla de oro para su país. “Cuando dejé Hungría y me sancionaron sin jugar, me juré que nunca volvería. Sin embargo, 25 años después, volví. El aeropuerto estaba atestado de gente gritando como si fuera una estrella del pop. En cuanto pude, visité el cementerio: no había visto la tumba de mi madre antes", le dijo Puskas al diario El País cuando le consultaron sobre las razones de aceptar la nacionalidad española.

En el mundial de Suiza de 1954, Hungría perdió la final contra Alemania Occidental (2-3). Según la opinión internacional porque Puskas estuvo lesionado. Luego de una suspensión de 18 meses jugó junto a Alfredo di Stefano, en el Real Madrid, donde logró hacer 35 goles en 39 partidos europeos. La copa europea ganó tres veces, siendo famosa la final de 1960, entre el Real y Eintracht Frankfort, anotando cuatro goles. En total fueron 512 goles, en 528 partidos. En España se nacionalizó y defendió esa selección en cuatro ocasiones, hasta la Copa del Mundo de Chile en 1962. Se retiró del fútbol en 1967. Pero también fue técnico del Colo Colo de Chile y en 1971, con el equipo griego Panathanaikos, llegó a la final de la copa europea.

Mientras la película narraba la historia del primer mundial televisado, pues nueve partidos se habrían retransmitido para todo Europa, se mencionaba en la selección húngara a Nandor Higdekuti, Czibor, Ferenc Puskas y Sandor Kocsis, el máximo goleador del torneo, como miembros del equipo dorado, que antes habían eliminado a Brasil con un 4-2. Ese partido fue bautizado como “la batalla de Berna” y en la semifinal cuando Hungría ganó a Uruguay 4 a 2. Estuvo muy cerca. Sin embargo, Puskas, el “Cañoncito” fue elegido el mejor jugador del Mundial de Suiza. Y su compañero, Sandor Kocsis, fue el máximo goleador del torneo con once goles.

El diario „Népszabadság” calcula que el costo de los funerales de Puskas bordea los dos millones de euros. En estos días los restos de Puskas se velan en la iglesia de San Esteban. Falleció el 17 de noviembre y será sepultado el 9 de diciembre. Un período digno para la despedida del mayor héroe deportivo magiar. En cambio, el diario „Magyar Hírlap” asegura que a su entierro en la Basílica, entre los asistentes constan: Ramón Calderón, presidente del Real Madrid, Franz Beckenbauer, la directiva y ex jugadores del equipo griego Panathinaikos y el vicepresidente de la UEFA y presidente de la Federación Española, Angel María Villar, entre otros, junto a 300 cantantes y 150 bailarines. La prensa señala que en el sepelio se colocará un cartel gigante en la Basílica y se encenderán 30 mil velas y 500 antorchas.

El director de cine Nimród Antall realizará una película sobre Puskas, mientras en las escuelas se dedicará una clase especial y un día de duelo en homenaje al más grande de todos. Otro productor, Adám Neményi, estrenará un documental el próximo año sobre la vida de „Pancho”, Puskas.

¿Cómo ponen sus cuerpos en movimiento las mujeres húngaras?

por Annamaria Preisz


La población húngara es bastante perezosa. Según algunas mediciones, pasamos solo una mínima parte de nuestro tiempo libre practicando deportes. Por ejemplo, en 2003, una investigación demostró que sólo el 3% de la gente en Hungría se inclina a "dilapidar" su tiempo con actividades físicas. Esto, comparado al 20% de media de los otros 20 países europeos y de los EE.UU., es una vergüenza.

A pesar de estos números, igual tengo la impresión de que un significativo grupo sí ha empezado a hacer gimnasia frecuentemente. Esto se explica por varias razones: la mejora del nivel de vida, un abanico de deportes mucho más amplio y una mejor infraestructura y aparatos, todos de última generación. Lo que buscan es compensar las falencias de la vida moderna, conservar la salud y tener un cuerpo atractivo. Y también, por supuesto, hacer sociales, disfrutar de la compañía de los demás.

Así es que desde principios de los ‘90, las salas de fitness se van multiplicando por todos lados. La palabra "fitness" ya se ha incorporado a nuestro vocabulario e incluso los abuelos la conocen y lo que es más sugerente, ¡la entienden! La media nos recuerda que ser "fit" es indispensable en cualquier edad. Y dos de nuestras mejores estrellas de fitness, Norbi y Alexandra Béres hacen todo lo posible para persuadirnos de lo hermoso de sus musculosas figuras y de la imperiosa necesidad de comprar sus dvd-s, de ir a sus clubes o de alimentarnos con sus milagrosas pócimas, especialmente desarrolladas para moldearnos esbeltas y majestuosas.

Para las mujeres la gimnasia preferida es el aeróbic. Para el otro sexo, el fútbol y body-building. Al mismo tiempo la popularidad de los ramos "tradicionales", como el ciclismo, el footing o la natación, ni mucho menos ha abajado, incluso ha crecido.

La industria del fitness, escalando en espiral y buscando aumentar sus beneficios, dibuja una fantasía llena de formas y colores y se ocupa de estimularnos constantemente con nuevos métodos y formatos para que estemos siempre atentas y entusiasmadas, especialmente las mujeres. Las actividades punteras son el aeróbic, el yoga y el baile, que a veces aparecen en sus formas más puras y otras mezcladas entre sí.

Por ejemplo, aquí viene el surtido que podemos probar en un club de fitness cualquiera (hay que destacar, que en estas clases los varones raramente aparecen):

Gimnasia para estilizar: incluye varios ejercicios semejantes al aeróbic, pero un poco más “tranquilos”. También se la conoce como “Gimnasia para quemar grasas”.

Interwall: se alternan fases de alta y baja intensidad, lo que se conoce como entrenamiento cardiovascular. El objetivo, cómo no, es quemar grasas y mejorar la resistencia.

Streching: sirve para mejorar la flexibilidad del cuerpo e intensificar la circulación de la sangre.

Step (versión tradicional): insistentemente se sube y baja de una plataforma plástica, interpretando a la vez absurdas coreografías. Hay numerosas variantes de steps: Kondi Step (de acondicionamiento), Step para quemar grasas y Step 3/4 (con un toque meditativo y usando música "New Age")

Pilates: Es una rutina de ejercicios que propone poner énfasis en lo que Pilates llamó “la mansión del poder”, es decir, en la musculatura del tronco, principalmente abdominales, paraespinales (yo me dedico sobre todo a las dorsales), y glúteos. Se trabaja fuerza, resistencia y flexibilidad muscular y de articulaciones. Se pueden utilizar los aparatos que Pilates especialmente diseñó o sobre la misma colchoneta, la Pilates Matt. De cualquiera de las dos maneras funciona muy bien.

Gimnasia Espinal: se practica para aliviar los dolores en espalda y en cintura. La estrategia principal es fortalecer los músculos.

Kick-box: se trata de un tipo de aeróbic con elementos y movimientos de Kick-box.

Dance Aerobic: es otro tipo de aeróbic, pero haciendo coreografías de danza.

Latin Party: es una gimnasia de intensidad media con coreografías de baile muy sencillas.

Funky: en realidad ésta es una clase de danza propiamente dicha.

Danza del vientre: es otra clase de baile 100% pero en este caso, tradicional.

Gimnasia prenatal: es una gimnasia controlada muy útil para mujeres embarazadas.

Yoga con el bebé: aquí la madre y su bebé se pueden comunicar, en movimiento, de una manera relajada y particular.

La gama es amplia y hay para distintas edades y tipologías. La regularidad es la clave del disfrute. En Hungría parece que vamos al paso de las últimas tendencias "internacionales" y además nos gusta innovar. En algunas salas ya se puede practicar Gyrotonic, que ya es popular en toda Europa y EE.UU. Es un nuevo sistema de acondicionamiento físico que integra principios de danza, yoga, tai-chi, natación y gimnasia olímpica. Consiste en trabajar el cuerpo a base de giros y se caracteriza por sus movimientos elegantes, delicados y llenos de armonía. Se practica en unas máquinas especiales, diseñadas por Juliu Horvath (un bailarín húngaro), y construidas para que el cuerpo humano pueda moverse con entera libertad de movimiento.

También la Power Yoga está aquí. Son los ejercicios tradicionales pero mucho más de prisa e intensamente. A Madonna, Sharon Stone y Gwyneth Paltrow, entre otras famosas, les encanta, y seguro que ya muchas de mis conciudadanas la practican.

Y terminando confío en que gracias a las mujeres, rápidamente, mejoren las estadísticas húngaras, al menos en lo que respecta a actividades deportivas.

Fuentes:

Szabó Ágnes: A szabadidősport fontossága és megjelenési formái társadalmunkban, különös tekintettel az egyetemistákra. Portalfitness

Los deportes húngaros de éxito

por Tímea Radó


Hablando de deportes en Hungría, a mucha gente lo primero que se le ocurre es el fútbol. Es verdad que hace muchos años la selección nacional era mundialmente reconocida, con nuestra estrella Ferenc Puskás. Él murió sólo hace dos semanas, el 17 de noviembre, y con él nuestra nación perdió, tal vez, al hombre y deportista más conocido no sólo en Hungría, sino en todo el mundo. Con su duende la selección húngara ganó contra los ingleses en 1953 el famoso 6:3.

Pero tenemos que admitir que hoy en día el fútbol ya no tiene la gloria que tenía hace 40 años. La verdad es que se sacrifica un montón de dinero en desarrollar este deporte, pero los resultados no se ven ni en la Liga ni en los partidos de la selección. En los últimos años no hemos podido clasificarnos para ningún campeonato internacional.

Naturalmente, hay otros deportes en nuestro país que, aunque no reciben tanto dinero, son tradicionalmente un éxito. Me refiero al waterpolo, al balonmano y al piragüismo. En estos deportes obtenemos resultados bastante importantes, pero necesitarían aumentar sus presupuestos y ayudas en general para que lleguen a ser realmente populares.

En verano muchísima gente va a Margitsziget para ver partidos de waterpolo. Y no sólo los partidos de la liga húngara son de alto nivel, sino que también nuestra selección gana primeras posiciones en los Juegos Olímpicos y en otros acontecimientos internacionales.

El mejor equipo de balonmano masculino probablemente es el de Veszprém. Con sus jugadores, internacionalmente respetados, han creado un equipo que frecuentemente gana contra los equipos españoles y croatas, dos de los países con las ligas más duras del mundo.

Y el piragüismo es tal vez el deporte en que alcanzamos la fama más grande a nivel mundial. Aunque lamentablemente poca gente conozca bien este deporte, ni siquiera pueden distinguir, por ejemplo, un kayak de una canoa.

Pero ¿cómo se hacen los deportistas más famosos? En la mayoría de los casos el tiempo es lo más importante. Casi todos han empezado a practicar este deporte desde niños o niñas, y han sacrificado mucho de su tiempo libre para practicar y para ser cada vez mejores. Los jugadores de waterpolo pasan horas en la piscina, nadando y jugando, practicando una y otra vez las tiradas. Los kayakistas, ya de niños, tienen que trabajar muchísimo: en verano entrenan pero también compiten; y en invierno es todavía más duro. Además de remar en piscinas especialmente acondicionadas, tienen que correr muchísimo y pasar horas y horas en el gimnasio.

El deporte es bueno para la salud, está comprobado. Los deportistas son más resistentes a las enfermedades. Pero no se habla mucho de las desventajas de tanto esfuerzo. Las articulaciones y los músculos son más susceptibles de lesionarse. Pero por suerte hoy en día los médicos las pueden curar pronto, y los deportistas regresan casi instantánemente al terreno de juego.

Hungría no solo ha producido al futbolista más conocido del mundo, Ferenc Puskás, y a otros deportistas destacados, sino también ha dado cabida a los acontecimientos internacionales más ilustres y de más alto nivel. La piscina Alfréd Hajós en Margitsziget de Budapest ya ha sido anfitriona de varias competiciones internacionales de natación y waterpolo. También está la pista de remo cerca de Szeged, llamada ’Maty-ér’, ubicada en un lago artificial, y que ya ha protagonizado por dos veces el Campeonato Mundial de Kayak y canoa, en 1998 y 2006.

Todavía el deporte no es en Hungría lo que en otros países, pero con tiempo y apoyo financiero los deportes estrella, que he comentado, podrán llegar a ser populares y mejorar, si cabe, nuestro score en la clasificación mundial.

Tippmix al natural

por Sebastián Santos


Montados en viejos caballitos de tiovivo le damos vuelta a Europa y sin calentarnos demasiado, al mundo entero. Hay cuatro deportes exóticos en los que destacamos y el fútbol nos gusta, como a todos, pero somos horribles con el esférico.

Lo que es bonito y aparentemente desapercibido son los juegos de azar. Hay por todas partes y de todas las formas. Pero nadie habla de ludopatía ni se montan escándalos porque instalen o desinstalen un casino. No es el estilo tragaperras español, sino más bien la onda reducto del juego de las películas yanquis.

El deporte no se queda atrás y si bien aquí no se gastan las millonadas de la península en equipos, sí hay amontada una buena infraestructura para reventarte la calderilla y si te descuidas, la cuenta del gas.

Estas semanas me permití incursionar en las casas de lotería. El modelo es equivalente, totalmente transferible, a cualquier otro rincón de los que conozco. Pagas el derecho a poner una cruz, a elegir, en una especie de desenfrenado y melancólico ataque democrático. El deporte parecería ser totalmente intercambiable con cualquier otra actividad crucera. Eliges 6, 11, 32 números y pagas, cabrón y a veces cobras, a veces no.

Hay un misterio en el juego, la esperanza de ser el elegido, el de la teletransportación selectiva. Te vas a salvar, vas a dejar el puto trabajo, la enmarañada red de relaciones personales que te asfixia y te ves en esos míticos rincones calientes del Pacífico, en una nube de placer, intocable y eterno.

El subidón dura poco, y dura menos si juegas poco, como yo, que soy una rata de cloaca. Pero así y todo se me revolvió el gusanito las veces que jugué. Elegí el Tippmix y elegí tirar la pelota a la olla, al montón, a la muchedumbre, en lugar de hacerlo desde casa, porque también se puede jugar directamente por internet y por supuesto, ver los resultados en el teletexto.

Lo primero realmente bonito es la complicidad del jugador, sobre todo de ese que se las sabes todas y va loco por batírtela. Cuando me arrimé al Lottozó de Keleti no entendía nada. Me acerqué tímido y dije en un húngaro, digamos bárbaro: “foci”. Yo quería el Tippmix, pero no sabía el nombre. El juego es fantástico y refleja a la perfección la ubicación periférica de Hungría. Puedes apostar a partidos de los rincones más alejados del mundo y a un sinfín de deportes, hockey sobre hielo, fútbol, volley, baloncesto, béisbol, lo que se te ocurra.

El secreto para poder surfearla es conseguir el periódico donde están apuntados los códigos de los partidos, quién es local y quien visitante y las previsiones de los resultados. Después es estrellan las cruces al tun-tun o como hago yo, confiando en la dicha de una biografía movida. Le jugué a Los Ángeles por mi hermana, rompí una lanza por la bañera donde tomábamos sol en pelotas en el terrado de La Boca, y tiré la primera piedra por el Celta de Vigo, recordando los paseos por los bosques de eucaliptos de la hermosa Galicia de mi viejo.

Simplificando y sin entrar en valorar los pronósticos deportivos del Nemzeti Sport, lo que básicamente hay que hacer para jugar una boleta es rellenar las primeras tres columnas con los códigos de los partidos (un número en cada bloque). Por ejemplo, en la vuelta de hoy, para “Sacramento-Orlando” en básquet, habría que poner 0-7-1 y después H, D, V, de acuerdo a si quieres local, empate o visitante. Tienen una versión fantástica y es que puedes jugar incluso por partidos que no llegarían a terminarse antes del cierre de la edición. Lo solucionan jugándole al resultado al final del primer tiempo. ¡Eso es ganas de estar en todas partes, carajo!

Se pueden anotar tantos partidos como quieras pero hay un mínimo de acuerdo al tipo de partido, que ellos tienen clasificados en orden numérico. No sé si es siempre igual, pero en el de hoy, por ejemplo, del 001 al 022 puedes poner uno solo; pero del 023 al 147 tienes que elegir un mínimo de 3; y del 148 al 200, 5 por lo menos, supongo que estos son los más fáciles para los entendidos.

Cuando terminas con la calentura de apuntar pasas a los cuadros de abajo. En uno mandas la cantidad de partidos que has puesto y a la derecha el dinero que quieres apostar. Te lo dejan clarito, si no aciertas a todos no ganas una mierda y por eso te dejan al pie la opción de la combinada, que asegura alguna, pero también se paga (no son bobos). La primera que puedes hacer es de 3 combinaciones y pagas 4 veces más la apuesta. Yo no entiendo de matemáticas, pero supongo que más o menos cuesta lo mismo que repetir una a una todas las boletas.

Pasaron los días y me quedé con las ganas de probar la Totó, la Góltotó, el Kenó, la Lottó, la Hatos lottó, la Skandináv lottó y la Luxor, con la que ahora me choco cada día en las páginas del Metro.

En definitiva para jugar al Tippmix al natural, primero hay que dejarse caer en cualquier parte, pero hay que hacerlo con todo el cuerpo, soltando el aire por la boca y sintiendo como los músculos van bajando, la panza se estira y se desplaza hacia delante y los brazos se descomponen pajaritos a los costados. Te puedes sentar en alguna escalera, en el banco de una plaza o recostarte contra una pared o contra la parada de algún bus, metro o troley. Después hay que mirar, sistemáticamente. No de arriba hacia abajo, sino más bien de derecha a izquierda y viceversa. Buscamos algo amarillo y verde, algo que sobresale de la estética de postguerra de la ciudad. Son unos carteles siempre impecables y siempre nuevos. Sino se ven a la primera, hay que probar otra vez y sino caminar, desinteresadamente, sin prisas, pero tampoco sin parar. A medida que avanzas, sutilmente ve revisándote los bolsillos del abrigo buscando un boli. Siempre hay alguno olvidado. Sino la jodiste, vas a poder jugar pero todo el mundo sabrá que eres un satélite, un visitante ocasional. El bolígrafo es fundamental, es la lanza de Don Quijote, la espada de Lancelot del Lago o el martillo de Tor. Cuando diste con el boli, lo aprietas fuerte en el bolsillo donde esté e incluso, para hacer el paseo musical, si eres como yo que todavía no tiene reproductor de MP3, le puedes rítmicamente poner y sacar el capuchón. Le da su onda a la búsqueda.

Al entrar en la agencia. Seguro que a esta altura ya la has encontrado. Vas directo, como si entrases en el bar de tu adolescencia y le pides a Manolito el periódico del Tippmix, o quizás simplemente (yo no lo he probado canchenge, todo hay que decirlo) le dices tipo “Tipp” y le haces una cabeceada y seguro que el punto entiende y te da el periódico.

Ahí siempre hay lugar, siempre hay un mostrador libre donde escribir. Incluso hay algunos que hasta tienen mesas para sentarse y la tele que te muestra los últimos resultados. No, ¡si es la hostia!

No hay que pensarla. Recuerda que se trata de ser uno más. Es como si fueses a mear y te la quedases mirando en medio del pasillo frente a los migitorios. Eso no se hace. Si quieres hacer el análisis dermatológico o futbolístico, en casa, con la parienta, si está afín.

En resumen. Rápido. Pim-pam. Entras, como un cow-boy, pides el periódico, te arrimas a un mostrador, sacas el boli, ya sudado y marcas con naturalidad las cruces. Son las fijas, ¡no puedes perder! Y vuelves al cajero.

Recuerda que no puedes apostar una miseria. Hay un qué dirán, un prestigio popular, un inconsciente colectivo que te vigila. Para miserias te vas a casa derechito después del trabajo y miras “Eastwood” en la TV2 chupeteando el osito de miel. No hay que pasar papelones ni romper un imaginario. El mínimo para jugar es 100, pero porfi, haz por lo menos un 500, ¿ok?

Sales tan rápido como has entrado. No hablas con nadie y tampoco te paras en la puerta como si no supieses adonde vas, como si estuvieses solo como un perro abandonado en pleno agosto. Antes eliges, derecha o izquierda y después ya encontrarás algún metro o autobús que te vaya acercando a casa y durante los próximos dos días tienes para entretenerte mirando los resultados en la tele, en internet y en donde narices te de la gana.

¡Suerte!

Todo deporte, todo igualdad

por Ágnes Lammel


Érase una vez un equipo en Dombori… Así empieza, o quizás así termina, un sueño que se ha vuelto realidad…

En mayo de 2006 la Fundación Planet ganó un concurso de la Unión Europea para realizar unas jornadas llamadas “Deporte e Igualdad”. Participamos en ellas 33 jóvenes de 4 países (España, Austria, Bulgaria y Hungría). Durante una semana se sucedieron sin descanso múltiples presentaciones, talleres, excursiones, juegos, entrenamientos y fiestas nocturnas.

Para daros una idea, cojo un día al azar y os lo describo. A las 8 de la mañana, deporte, carrera y remo. A las 9, el desayuno. Después varios talleres hasta la hora del almuerzo. Entre las 2 y media y las 5, algún deporte importante de uno de los países participantes. De ahí hasta las 7, alguna performance de países más lejanos, como por ejemplo capoeira o baile hindú. Después, cena y a partir de las 10 entrenamiento para la final, seguido de fiesta hasta el amanecer.

La meta de las jornadas era reflexionar, en el marco de la globalización de la educación, sobre los problemas pendientes y quizás insolubles de nuestro planeta. Pasamos una semana bajo el signo del Comercio Justo. Su esencia es la transparencia de las relaciones comerciales, llamando la atención sobre el trabajo infantil y la explotación en los países pobres. Se intenta crear un vínculo directo entre los productores en origen y los compradores, expulsando de la red comercial a los intermediarios que solo miran por sus beneficios.

En función de los temas de las jornadas (comercio justo, deporte, globalización e industrialización) tuvimos que, primero investigar sobre ellos y luego confeccionar carteles y proponer soluciones. En uno de los talleres, por ejemplo, probamos y examinamos la situación de los minusválidos. En grupos de cuatro (uno hacía de ciego, otro de sordomudo, otro de inválido y el cuarto de persona sin minusvalías) tuvimos que preparar los distintos elementos para una maqueta de pista. “Yo fui inválida, y gracias a este ’juego’ aumentó mi respeto hacía los inválidos, porque, aunque solo un poco, pude sentir sus mismas dificultades” –dice Vanesa.

En un otro taller representamos una situación real del sur de Bulgaria, dónde en una nueva fábrica de zapatos los obreros trabajan entre 16 y 18 horas por un salario de hambre. En tanto dueños, organizadores, trabajadores y representantes de derechos humanos tuvimos que discutir la situación. “Para mí, como dueña, era horroroso insistir en que ellos necesitaban este trabajo, aún en estas condiciones.”- dice Raphaela.

Junto al deporte, juegos y trabajo, nos quedó tiempo para salir de excursión y visitar algunas ciudades, como Pécs o Szekszárd, donde entre otras cosas, fuimos a ver un partido de baloncesto de la NB1

Los tambores españoles y su espíritu de fiesta incesante, la bebida nacional de Bulgaria, la compañía emocionante de los austriacos y nuestro apoyo inspirador, dieron una mezcla que produjo un ambiente perfecto, íntimo.

Durante los entrenamientos, el deporte era comunicación. Y al final, en “La Copa”, contra los jóvenes de Tolna, jugábamos como un verdadero equipo. Los 33 jóvenes llegamos a ser uno cuando terminaron las jornadas.

Y para terminar dejadme citar a algunos de los participantes: “Nosotros nos hemos vuelto una gran familia”(Gergő). “Tras el trabajo y el deporte todos fuimos como átomos en una molécula” (Juanlu).

Fue como un sueño. Y todavía lo siento. Y puedo decir, con todo mi corazón, que fue una de las semanas más bonitas de toda mi vida. Y los ojos se me llenan de lágrimas cuando la recuerdo.

Los jornadas tuvieron lugar entre el 4 y el 12 de noviembre, en Dombori, al sur de Hungría.
Participamos 33 jóvenes de 4 países diferentes: 8 españoles, de la Organización “Casa de la juventud” e “Imagina”; 10 búlgaros del Barbastro Work Team y del “PTPI AUBG Chapter”; 6 austríacos del “Akzente Salzburg”; y 7 húngaros de la “Fundación PLANET”. Además contamos con la colaboración de un fotógrafo portugués y la asistencia de una búlgara de “EVS”.