sábado, mayo 20, 2006

Corrupción inmobiliaria en Hungría, y una llamada de atención a los inversores extranjeros

por Annamaria Preisz

En nuestro pequeño país, hay hombres especiales. Y ellos tienen la posibilidad de hacer negocios con los bienes del estado, y al final, ganar un montón de dinero. O montones de montones.

Mi ejemplo favorito, de momento, es el siguiente: la venta de edificios por parte del Ayuntamiento del Distrito 7 de Budapest. El Ayuntamiento los tenía alquilados desde hace décadas y ahora ha descubierto en estos viejos bloques un gran negocio, sin embargo, no para al propio distrito. El bien común nunca aumenta, y solo se engordan las cuentas bancaria de unas extrañas empresas fantasmas, que funcionan de intermediarias en el negocio de compra y venta. Actualmente el Ayuntamiento tiene en venta varios edificios (al menos seis) pero no directamente al público, y menos todavía a los propios inquilinos, sino de manera preferente a ciertas empresas a las que se les asegura la entrega de los pisos vacíos, sin los actuales inquilinos.

Ya de entrada la maniobra es improcedente, porque el derecho de preferencia para comprar los inmuebles corresponde a aquellos que alquilan dichos pisos. Pero sigue...el Ayuntamiento entrega los edificios a una serie de empresas intermediarias para que estas a su vez realicen las ventas; como contrapartida solo recibe un módica cantidad para desalojar a los actuales inquilinos. Nada más. Las intermediarias venden los pisos generalmente a extranjeros, últimamente muchos de Irlanda, especialmente interesados en adquirir edificios viejos en Budapest para luego rehabilitarlos o simplemente construir otra cosa en su lugar. Y pagan mucho dinero.

Un ejemplo: en 2004, un grupo de inversores compró el edificio de la calle Dembinszky 32 por 103 millones de forintos húngaros. El Ayuntamiento recibió 36,28 millones. La diferencia, cerca de los 66 millones, fue a parar a la firma “Dembinvest”. Lo que es gracioso de esta transacción es que Dembinvest no tuvo grandes quehaceres en el negocio, solo tuvo que escribir unos documentos, informar a la administración sobre los cambios de los propietarios, y claro, previamente encontrar a los compradores adecuados y entusiasmados.

Casos parecidos ocurrieron en el mismo área: los números 15, 23, 25, 27 y 29 de la calle Király, el 18 y el 26 de Dob, el 26 de Dembinszky, y el 8 de la plaza Klauzál.¡Qué interesante, que en todos los casos las mismas personas aparecen como apoderados de las distintas firmas intervinientes! Siempre es el mismo grupo de guante blanco el que se embucha el dinero de los ciudadanos en sus bolsillos.

Y el alcalde György Hunvald asegura que no los conoce. Y también que cada una de estas transacciones es muy lucrativa para el Ayuntamiento. Por supuesto, todo esto me parece una gran mentira, y nunca entenderé por qué el Distrito no quiere recibir tres veces más del dinero que recibe y por qué el alcalde y su grupo asociado pueden seguir, impunemente, sislando a los habitantes del Distrito.

Y una más: la mayoría de estos edificios están declarados patrimonio cultural y protegidos, y reiteradamente, en todos los casos, se ignoran los decretos del Ministerio de Patrimonio Cultural, responsable de nuestro patrimonio histórico, y único organismo habilitado para autorizar la demolición y/o reconstrucción de estos edificios.

Fuentes

HVG, 28 Marzo de 2006.
Cégvilág, 04/2006.

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