por Pedro Voltes
No son escasas las conexiones entre la historia y la cultura de Hungría y España. Desgraciadamente, han sido menos divulgadas y fomentadas que las que ambos países tienen con otras naciones, y por esta razón no es raro que causen sorpresa al ser puestas a la luz. Uno de los casos menos populares y aplaudidos fue el del escolapio Padre Kőrösi.Este ilustre hispanista nació en Gelmecz en 1860 y, en una época en que España podría llegar a decirse que no había un solo intelectual interesado por Hungría, el doctor religioso había dedicado amplios estudios a las letras españolas, y especialmente a Cervantes. No puede sorprender que se moviera brillantemente en nuestros temas, puesto que, aparte de dominar el español, traducía cosa de cuarenta idiomas. Algunas de las lenguas que manejaba eran asiáticas y un sector de los estudios del Padre Kőrösi versó sobre las afinidades entre algunos idiomas orientales, el húngaro y el antiguo vascuense.
El benemérito religioso cultivó la amistad de Ángel Guimerá, Núñez de Arce y Campoamor, entre otras figuras de su tiempo, y no se cansó de dar conferencias y clases sobre temas españoles. Era catedrático de la Universidad de Budapest y en Alemania y los demás países vecinos se le distinguía con respetuosa estimación. La Real Academia Española le nombró miembro correspondiente y pertenecía también a la Sociedad Geográfica de Madrid y la Sociedad de Autores de España. Tradujo al húngaro buen número de obras clásicas españolas como las de Lope de Vega, Calderón y Zorrilla, y se le puede considerar presentador en Hungría de las figuras de sus coetáneos españoles como Verdaguer, Pereda, Ventura de la Vega y Víctor Balaguer. En el curso de esta incansable actividad elaboró una antología de la literatura catalana y extendió su estudio de las letras españolas a países americanos con cuyos periódicos e instituciones mantenía viva relación.
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