Los entendidos en cine reconocen en Hungría y en los aquí paridos aquello de la materia primogénita del séptimo arte que emocionó al público de todo el mundo. Hungría fue vanguardia hasta que pudo. Al poco tiempo de iniciada, la inestabilidad de la región se la llevó por delante y los dorados años ’20 del cine se fugaron más de un “coquito” al extranjero, sobre todo a los Estados Unidos.
La libertad es la prima musa y los períodos dictatoriales por estos pagos dejaron una aburrida imprenta en la pantalla, aunque siempre se mantuvo un decoroso volumen de películas. La discreta apertura democrática que se consiguió a partir del ’56 trajo consigo los todavía hoy directores emblemáticos del cine húngaro. Lástima que todavía no se haya producido el recambio generacional y este nuevo período de libertad que ya lleva 16 años, todavía no ha logrado cuajar una seria y orgullosa camada de directores de cine.
Los referentes del cine húngaro siguen sumergidos en la melancolía de los ’60 y ’70, aunque también es verdad que todos esos símbolos y esas imágenes interiores, un tanto asfixiantes, están presentes en el cotidiano como la páprika o la sopa de frutas.
La presión, la obsesión y la necesidad de compartir los cánones internacionales crean dos productos esquivos: un cine kármico, interior y enroscado y a su vera otro de generación “x”, gritón y colorido.
Espero que disfrutéis con esta colección de artículos de “El cine en Hungría. Paso a paso, de la vanguardia a la melancolía. ” y que os animéis, quienes viváis o hayáis vivido en Hungría a escribir en las próximas ediciones. Solo tenéis que enviarnos un e-mail y os contestaremos a la brevedad indicándoos formato y tema.
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