Eszter Aranyos
Los últimos acuerdos hacia la unificación indican que los antiguos miembros de la Unión Europea disponen de una moratoria de un máximo de 7 años, divididos en períodos de 2, 3 y 2 años, durante los cuales pueden establecer restricciones laborales en contra de los países “bienvenidos” el 1 de mayo de 2004.
En estos días vence el primer período, y claro está, tanto la Unión Europea en general como el grupo de los 15, en particular, está evaluando estos últimos 2 años, valorando la posible apertura del mercado laboral a los nuevos miembros.
La cantidad de trabajadores migrados hacia el grupo de los 15 es ínfima y desde ya, no justifica ningún tipo de paranoia.
El análisis del Comité Europeo, publicado hace algunos días, no da directivas a los antiguos miembros, sin embargo, declara, que los países que liberalizaron sus mercados laborales en 2004, obtuvieron beneficios con esta decisión. Según el documento, los temores iniciales nunca llegaron a ser verdaderos, y menciona, entre los beneficios, la importante cantidad de puestos de trabajo vacantes cubiertos por los trabajadores de los nuevos estados miembros. En base a los datos arriba indicados se ve que el movimiento laboral del este al oeste es tan poco que no afecta substancialmente el mercado laboral de la Unión Europea.
Por el momento, después de Gran Bretaña, Irlanda y Suecia, Finlandia, España y Grecia están evaluando la liberalización, mientras Francia, Bélgica y Luxemburgo iniciarán una apertura controlada.
Alemania, Austria, Italia, Portugal y Holanda seguramente no dejarán trabajar sin permiso de trabajo a los trabajadores de los países que entraron en la Unión en 2004.
Según Krzysztof Michalkievicz, el ministro de trabajo de Polonia, deberíamos considerar el 2006 como el año de la movilidad europea y aprovechar esta oportunidad de abrir nuevos horizontes.
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