lunes, agosto 21, 2006

Los sabores de Hungría. Densos y efímeros, como el dolor y la alegría

Se puede comer y beber de muchas maneras diferentes en Hungría, con más o menos glamour, de forma más o menos convencional o con un poderoso ramalazo alternativo igual que en otras tantas capitales europeas o americanas.
Hay imágenes de la mesa húngara que nos pueden transportar por mimetismo a rincones alejados. Antes de ahora nunca un buen chorro de soda me había hecho sonar a centro Europa, más bien a un asado en el jardín de mi abuela, la ensalada y el tinto. Ahora resulta que es un invento húngaro. ¡Fantástica esta gente que me rodea!

¿Y la sopa? Si Mafalda hubiese nacido en Budapest otro gallo cantaría.
Vivimos en el reino de la sopa. Las hay de todos las formas y sabores, incluso no es raro encontrarse con una sopa de frutas con tejföl de primero, por supuesto frutas rojas, como la hasta ahora para mi incógnita grosella que nunca antes había visto en su forma natural.

Y de la comida, clave de la vida y de la muerte, salen cientos de frases, algunas dulces y acarameladas y otras duras y agresivas. Dejando de lado las calabazas que son todo un tema, y no justamente como accesorio para tomar mate, hay una expresión muy visual que dice “Comemos sopa negra”. Va todo mal, estamos cuesta abajo. No quiero decir con esto que lo de la tormenta de la noche de los fuegos artificiales en el Danubio fuese un augurio de lo que nos espera, pero sí se trata de una llamada de atención a lo divino, a un oráculo más que claro. Habría que festejar con más discreción, tal vez.

Todo cambia tan rápido en estas tierras... Y para eso no hay más que ver la volatilidad de bares y restaurantes que tintineando aparecen y desaparecen de la órbita de la ciudad. La clave es ir tan rápido como los acontecimientos y sobre todo sobrevivir, abrir bien grande la boca y disfrutar del bocado que se nos presenta en cada nueva oportunidad, porque probablemente sea único, sea el último.

Espero que disfrutéis con esta colección de artículos de “Los sabores de Hungría. Densos y efímeros, como el dolor y la alegría” y que os animéis, quienes viváis o hayáis vivido en Hungría a escribir en las próximas ediciones. Solo tenéis que enviarnos un e-mail y os contestaremos a la brevedad indicándoos formato y tema.

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