sábado, octubre 28, 2006

La libertad también fue deseo en 1956

por Kléber Mantilla

Si hay algo que se parece entre los levantamientos populares húngaros de 1956 y de 2006 es el sistema policial represivo de escala, que hoy actuó con la misma crueldad que antaño. No obstante, el escenario social y político no tiene punto de coincidencia. Por ello, recordemos la historia para poder planificar algún futuro.

Los húngaros se sublevaron contra Moscú, buscando una independencia política, en 1956, desde el 23 de Octubre hasta el 4 de Noviembre, cuando entraron los tanques rusos a Budapest y se instauró un gobierno local prosoviético dictatorial. Esto sucedió durante la celebración de los Juegos Olímpicos de 1956, en Sidney. Y, la mejor de todas las batallas se libró en una piscina de Waterpolo, entre estas dos naciones enfrentadas.
En realidad, el estalinismo, había salido reforzado después de la pérdida del nazismo en la Segunda Guerra Mundial y se extendió en toda Europa del Este y China en 1949. Esta vez con una nueva era socialista que reafirmaba su victoria histórica contra el viejo socialismo revolucionario pluralista. Al mismo tiempo, el permanente debate sobre los campos de concentración y la represión de la disidencia empezó a crecer en los sectores intelectuales de la izquierda de Francia e Italia. Incluso en Yugoslavia, Tito ya repetía el discurso de la independencia. Tras la muerte de Stalin en 1953, se registraron revueltas obreras en Alemania del Este y en Octubre de 1956 estalló la revolución en Hungría.

En Hungría, los grupos de intelectuales y estudiantes justificaban los hechos con el “Informe Kruschev” que confirmaba los crímenes de Stalin. En la manifestación aparecieron comunistas, anticomunistas, demócratas, liberales, socialdemócratas y los seguidores del ex gobernante monárquico Miklós Horthy. Además, se mezclaron los problemas del industrialismo acelerado con la limitada producción.
Moscú envió a Budapest como mediadores a Mikoyan y Suslov, para cambiar la dirección de Mátyás Rákosi, por Ernő Gerő. Colocaron a János Kádár y otros de los llamados comunistas nacionales, que pertenecieron a la resistencia. Entre los cambios y ofrecimientos constaba rendir honras fúnebres a las víctimas del rakosismo opresor. También se plantearon unas ayudas económicas.
Sin embargo, en las calles, se sentía el maquillaje de los cambios. El 23 de octubre, el gobierno permitió una congregación en la estatua del poeta Sandor Petöfi, para recitar el simbólico Talpra Magyar, (¡Húngaros de pie!). Una multitud de intelectuales, estudiantes, empleados, obreros y campesinos portaban banderas nacionales con un hueco en el medio porque habían cortado el emblema comunista. En un comunicado, la unión de escritores y luego en otra carta los estudiantes pedían: la salida de las tropas soviéticas, la reconstitución del Gobierno bajo la dirección de Imre Nagy y la expulsión de los estalinianos, las elecciones generales con sufragio universal y secreto y participación plural de partidos, el derecho de huelga para los trabajadores, la revisión de los tratados soviético-húngaros, de los procesos político y económicos, y la rehabilitación de las víctimas del rakosismo.

¡Nagy al poder! fue el grito de combate pese a que no estuvo él en la manifestación. Solo por la tarde llamó a la gente al orden constitucional pero con un lenguaje racional sin sentimentalismos. El primer secretario del partido, Ernö Geröe, en la radio, dijo que defendía el poder de la clase obrera y calificó la manifestación de nacionalista. Esto enfadó y decepcionó a las multitudes.
Los acontecimientos siguientes fueron de violencia. El rechazo se sintió en las cercanías de la Radio, en la sede del periódico del partido, y en otros barrios de la ciudad. El servicio de la policía secreta (AVH) defendió la institucionalidad, pero la calle se llenó de rebeldes.
Pronto se crearon los Comités y Concejos de Obreros elegidos con voto popular. El más radical con los pedidos estuvo en la ciudad de Miskolc, que planteó un sistema igual al anterior a 1945. Nagy fue el líder de esta nueva revolución, pese a que algunos grupos lo acusaban de responsable de la llamada a las tropas soviéticas y en algunos medios impresos y radiales financiados por los servicios secretos de los Estados Unidos, lo acusaban de traidor.

La violencia de las masas escaló hasta presentarse la masacre del Centro del Partido Comunista de Budapest ocurrida el 30 de octubre. El mismo día se declaró que ,desde el 23 de octubre, había terminado el partido Único, y se anunció un Gobierno de coalición, igual al de 1945, y el inició de conversaciones con la Unión Soviética para la evacuación de sus tropas. Hungría vivió el sueño de ser un país libre, independiente y neutral.

En aquellos días, para una segunda invasión soviética a Budapest, el 4 de noviembre, pesaron las razones internacionales, pues coincidió con la invasión de Francia y Gran Bretaña al Canal de Suez: los socios de Washington en Europa. Los húngaros, al parecer, esperaban la ayuda de Estados Unidos, pero los acuerdos de Yalta vigentes limitaban su esfera de acción en Hungría por estar en el bloque oriental. Las grandes potencias no se interesaron en una zona ya resuelta después de la Segunda Guerra Mundial. El último gobierno de coalición formado por Nagy hizo público el 3 de noviembre su propósito de impedir la restauración del capitalismo en Hungría, pero también de defender las conquistas de la revolución, en particular la independencia nacional, la neutralidad y la construcción del socialismo en democracia.

El 4 de noviembre, Imre Nagy y algunos de sus colaboradores se refugiaron, en la embajada de Yugoslavia al no recibir respuesta de las Naciones Unidas con respecto a la invasión soviética y el 23 de noviembre fueron sacados y deportados a Rumanía. El 16 de junio de 1958 fue ejecutado, junto a Pál Malter, József Szilagyi, Miklós Gímes y Géza Losonczy. El régimen neoestalinista de Kadar, después de una primera etapa de brutal represión, se consolidó con los años.

Al revisar el proceso, el filósofo y escritor Albert Camus dijo que “si la opinión mundial fue demasiado débil o egoísta para hacer justicia a un pueblo martirizado, la resistencia puede durar hasta que ese Estado contrarrevolucionario en el Este se hunda bajo el peso de sus mentiras y contradicciones”. La URSS colapsó en 1989 y tendría como responsables los sucesos ocurridos en Hungría y Polonia.


Fuentes:

"Anarchy: A Graphic Guide", de Clifford Harper
La revolución de 1956

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