martes, agosto 08, 2006

El borboteo de las melancólicas importaciones argentinas hacia Hungría

por Sebastián Santos

Hungría, después de la caída del bloque soviético y su paulatina incorporación a la Unión Europea se ha convertido en un mercado por más seductor e interesante a las inversiones e importaciones extranjeras. Con un crecimiento mantenido del 3% anual y un volumen de importaciones en aumento, que solo en el sector alimentario alcanzó en el último período los 1600 millones de dólares, Hungría, junto a otros países de Europa Central, es una perla.

Pero es un hueso duro para el sector exportador argentino que en los últimos años ha visto como las pocas importaciones que había conseguido consolidar se han ido esfumando. El escaso movimiento de la balanza comercial entre ambos países se explica porque, al menos tradicionalmente, los dos son productores agrícolas, y por ende rivales. Argentina, por otra parte, no ha sabido aprovechar el impasse económico-político desde que Hungría dejó la órbita de Moscú hasta su incorporación a la UE en mayo de 2004. En este período hubo tímidos intentos de gestar un circuito comercial entre ambos mercados, por ejemplo con la visita, en 1999, de Attila Chikán.

Pasado el titubeante franeleo político-económico, la Unión Europea prácticamente se ha apropiado de la potestad de importar a Hungría, superando en la actualidad el 65% de las importaciones. La política de cuotas se complementa con la proteccionista para asegurar por un lado el movimiento oeste-este, dentro de Europa y por otro para evitar la intromisión de competidores de fuera de la Unión.

Tal vez si Argentina pudiese cambiar el perfil de sus exportaciones, básicamente agrícolas, podría adaptarse a las nuevas necesidades del mercado húngaro, que hoy por hoy giran en torno a los bienes de consumo durables, debido al creciente mercado interno; a las inversiones en infraestructura derivadas, sobre todo, de los subsidios de la UE a tales fines; y a las industrias secundarias de las ya instaladas en la zona, fundamentalmente las de automoción y de elementos electrónicos básicos. Los productos manufacturados ocupan mas del 80% de las importaciones y van en aumento, principalmente los bienes de capital que representan el 50% del total de importaciones.

De cualquier manera la importante bajada en los números de las importaciones argentinas a Hungría habría que matizarla por el cambio, a partir de 2004, del sistema de contabilización de las importaciones, en el cual solo quedan registradas las directas y no, como anteriormente, aquellas que se nacionalizaban antes de llegar a Hungría en otro país europeo.

Argentina no solo exporta a Hungría sino también a otros países del área de Europa del Este, fundamentalmente a Polonia, que sobrepasa con creces el volumen de importaciones a Hungría. Con esto Argentina ha diseñado un plan de exportaciones y logística para la zona, amortizando costes al compartir el aparato de distribución. Lamentablemente todavía los costes logísticos son considerablemente más elevados que para la parte oeste de Europa, donde existe una más larga tradición de importación de productos argentinos.

Finalmente remarcar que las relaciones institucionales que podrían favorecer el fluido de productos hacia Hungría son parcas y han sido prácticamente abandonadas después de la debacle económica de 2001 en tierras del sur. Hay un acuerdo vigente para protección de inversiones firmado en ‘93 y otros del ’97 de cooperación aduanera y desarrollo de intercambio comercial entre los entes oficiales de promoción (ITD y ExportAr). Pero vuelvo a repetir que son básicamente formales, poco atrevidos y vacíos de contenido que pueda llegar a plasmarse en un incremento real de los intercambios comerciales.

Lo curioso es que pese a que Argentina en los últimos 10 años ha duplicado el volumen de sus exportaciones (alrededor de los 600 millones de dólares mensuales), y que Hungría también ha aumentado vertiginosamente sus importaciones (por ejemplo en el período 1992-2002 aumentó un 240%, llegando a los 37,6 mil millones de dólares), el flujo entre ambos países simplemente ha ido a la baja, pasando de los 40 millones de dólares anuales de los ’90 a los 20 actuales. Pese a ello el margen de la balanza comercial entre ambos países se inclina hacia la Argentina, tal como muestran los datos de la oficina de estadística de Hungría:

Balanza comercial

El tipo de importaciones que se reciben de Argentina es, como ya comenté, básicamente del sector agrícola, principalmente pescado (37%), maníes (23%), cueros (11%) y residuos de la industria alimenticia (6%), a cargo de los grandes holdings del país.

Pero otra parte y tal vez este sea el detalle más prometedor e interesante, existe todo un abanico de productos, a cargo de una serie de Pymes que pese a no ser relevantes en la balanza comercial generan dividendos y relaciones multilaterales. Este es el caso de las importaciones de melocotones, mermeladas, miel, mate, maíz, medicamentos, colas adhesivas, hilados de algodón y cuchillas para máquinas industriales. Para promocionar estas actividades existe la Cámara argentino-húngara de comercio e industria presidida por E. Kalpakian y Américo de Gosztonyi.

La particularidad de esta cámara junto con una multitud de iniciativas individuales es la importante y creciente presencia de algún tipo de economía, podríamos decir, étnica, entre ambos países a cargo de los distintos grupos de colectivos húngaros de Argentina.

En este país existen 21 asociaciones húngaras y 4 colectivos religiosos también húngaros, todos organizados alrededor de la FEHRA, la Federación de Entidades Húngaras de la República Argentina. Llega a ser sorprendente el fuerte espíritu nacionalista con que los húngaros de primera, segunda y tercera generación cultivan los valores y los modos culturales de Hungría. El guiño húngaro promueve, junto con los aspectos culturales y la consabida mirada hacia Europa, un flujo de intercambios comerciales, constante y exquisito. Además seguro que buena parte de las más de 100 familias húngaras retornadas de Argentina colaboran en la tarea de mantenimiento y estímulo de los vínculos culturales y económicos entre ambos países. Quizás solo es cuestión de ver, mirar y potenciar. Un pequeño grupo puede llegar a hacer país. Las relaciones entre las grandes empresas argentinas y húngaras se ven estimuladas por estos pequeños núcleos étnicos que insisten en mantener viejos lazos. El desafío consiste en apretar a los principales importadores de productos argentinos, como AGP General Trading de Godolló, Hungarofruct y Gubas de Budapest, Kaiser’s Stores y Plus Food Discount de Nagyvasartelep y Tisza Grocery Trading de Szeged.

Para visibilizar la cara argentina en tierras de Europa Central resulta especialmente interesante la participación en las ferias que se realizan en Budapest, en el caso que nos ocupa y dado el tipo de importaciones, aquellas referidas a alimentación. Este año ha ocurrido con éxito IFE (Feria Internacional de Alimentos, Bebidas y Hospitalidad para Hungría y los países balcánicos) entre los días 21 y 23 de febrero y todavía nos falta por ver FOODPEST (Feria Internacional de Alimentos, bebidas y comidas elaboradas) en noviembre, del 21 al 24. Aunque, como sugerí anteriormente sería interesante para los exportadores argentinos prestar atención a la posibilidad de posicionarse en los sectores en expansión, sobre todo el del automóvil. En septiembre, a partir del 28 y hasta finales de mes, se espera con expectación Autotechnika –AUTO-DIGA 2006 (Feria Internacional de la Industria del Automóvil).

Fuentes:

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