El paradigma tempo-circular, dualista, organizado básicamente en el esquema de la vida y la muerte, nos enfrenta a un pasado imaginario constantemente. Si normalmente para percatarnos de la importancia de la reflexión última, necesitamos del estrépito de los fuegos artificiales, las campanas o los petardos, este año fue a lo bestia y la tierra tembló. El terremoto se produjo a las 14:39 horas en Gyömrő, cerca de Budapest. El epicentro se ubicó a unos 10 ó 15 kilómetros bajo tierra y los técnicos lo calificaron de 4,1 según la escala Richter.
En el tiempo que transcurrió entre el seísmo y las 12 de la noche no pudimos menos que preguntarnos si aquello había sido una buena o una mala señal. Buscamos otros símbolos para cotejar. Recontamos los parientes vivos, nos miramos la panza y sudamos pensando en todo lo que habíamos comido y lo que vendría. Revisamos, por último, como iba la sopa de pescado y nos sentamos en el sofá a hojear los números especiales 2006 del HVG o la Naranja mecánica en busca de una conclusión más o menos lógica para el año que se iba a ir y sobre todo para el que se venía.
El 2006 quedó impensable sin sus manifestaciones, sin sus manifestantes. Quizás nos pasamos de mambo con una o dos piedras, o quizás lo de prenderle fuego a los coches no fue exactamente como para ponerse orgullosos. Pero lo de andar moviendo los tanques fue un imperdible, seguro.
El movimiento político hacia Europa nos obliga a entrenarnos democráticamente. Y el 2006 fue todo un despertar, después de unos lánguidos años desde aquellos primeros revuelcos de principios de los ’90.
Espero que disfrutéis con esta colección de artículos de “2006 callejero, caliente y movido, por arriba y por abajo” y que os animéis, quienes viváis o hayáis vivido en Hungría a escribir en las próximas ediciones. Solo tenéis que enviarnos un e-mail y os contestaremos a la brevedad indicándoos formato y tema.
lunes, enero 08, 2007
2006 callejero, caliente y movido, por arriba y por abajo
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