Nos guste o no nos guste. Nos gustó en su momento y después no nos gustó. No me gustó al principio, pero ahora me gusta un montonazo. Nos gustaría si no fuese exactamente así.
Cuando empezó me dolía un poco pero ahora me gusta mucho. Yo tengo un amigo que le gusta, pero si me preguntas a mí, la verdad es que me gustaría analizarlo un poco más y ver qué pasa. ¿Y a ti te gusta? Nunca me gustó ni me dejará de gustar. A mí me gustan las cosas claras. Gustar por gustar, no, pero si se tiene que gustar, gustamos.
La Reforma Sanitaria avanza irremediable. Nos tienen mareadísimos. El discurso del gobierno pretende ser conciliador, siempre y cuando se hagan los recortes establecidos. Una vez anunciada por todo lo alto y con rotundidad, la estrategia parecería ser dilatar la implementación total del paquete de reformas lo máximo posible pero sin que pierda continuidad. Desde hace meses hay un goteo constante de pequeños y grandes cambios que, como en un ring, mantienen a la sociedad contra las cuerdas, de pie, pero sin dejarla reaccionar. La oposición y los sindicatos, tres cuartos de lo mismo, hacen los coros a la Reforma, con alguna que otra varietté, y esperan al 15 de marzo como al agua bendita. Confían en el toque mágico y nostálgico de aquel año y medio de independencia de los austríacos, como todo servicio. “Espera al 15 y ya vas a ver”, dicen.
Mientras tanto, los que se arriesgan en el desprestigiado Sistema Sanitario Húngaro, por convicción ideológica, patriotismo o simplemente abandonados al irremediable capricho de la salud, discuten sobre calidad y no sobre cuartos. Pero es más bien como un zumbido, un susurro por lo bajo, una charla no a lugar.
lunes, febrero 26, 2007
¡No pongas caras! Los cambios en Sanidad no son chiste
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