viernes, mayo 18, 2007

¡Ojalá solo tuviéramos pistolas de agua!

por Annamária Preisz

El derecho o la necesidad de los ciudadanos de poseer armas de fuego es una cuestión muy controvertida. El sector pacifista de la raza humana, digamos las mujeres, no le ve otra utilidad más que la de matar y destruir; el otro bando opina que son indispensables en la sociedad moderna, para defenderse.

En la era comunista, en Hungría, como en el resto de países que aplicaban este tipo de sistema totalitario, tener armas de fuego estaba prohibido. Para tenerlas había que tener muy buenas conexiones o un muy buen cargo en la pirámide burocrática. Pero con esto y todo, en general, solo se conseguían fusiles de caza. El que tenía armas también tenía los correspondientes permisos, claro.

Entonces nadie estaba preocupado por “defenderse” de ningún peligro mortal, ni en la calle, ni en su casa. La amenaza en aquellos tiempos era la del Oeste, la de los países capitalistas; pero ese “problema” lo manejaban en exclusivo las fuerzas armadas.

Naturalmente en esos tiempos, como ahora, existían en Hungría maleantes, ladrones y violadores; también asesinos. Sin embargo, la criminalidad, una vez comenzada la transición democrática, ahí por los años ’80, ha aumentado de forma alarmante, cuadriplicándose, tal como lo demuestran las estadísticas. En el año 1980 se registraron 130 470 crímenes, 20 años después, 505 716. Los ataques violentos contra personas se duplicaron de 9 322 a 18 882.

A partir de 1989-90, los años del cambio, aparecieron nuevas “ramas” del crimen. Ramas que antes no existían y para las que resulta imprescindible una bocanada de fuego. Sin pistolas no se roban bancos.

Hoy en día la tenencia de armas de fuego se ha vuelto legal. El número de armas legales en Hungría asciende, según las estadísticas de finales de 2006, a 228.727 unidades. El discurso mayoritario de los portadores legales culpa de los crímenes a los ilegales y dicen estar hartos de los prejuicios ignorantes de los pacifistas. Aseguran que el número de muertos y heridos por armas legalmente registradas es ínfimo.

Es difícil entender la lógica legalista. Un muerto por un arma de fuego, no dejará de ser un muerto por un arma de fuego porque la pistola sea legal o ilegal. Y tampoco su uso, que no es otro que el de matar, excusa a su propietario de la muerte, aunque logre matizarla legalmente. Ni hablar de los suicidios.

La venta y la posesión de armas están controladas por las autoridades. Pero ¿hay algún sistema que pueda controlar el tráfico ilegal de estos mortales artefactos? Parece que no. El tráfico en nuestro país es un tema serio, y difícil de cuantificar con precisión, pero todos concuerdan en que es, al menos, alarmante; y esto mismo se refleja en el aumento del número de crímenes por munición. ¿Es excusa que se trate de un problema mundial?

En Hungría los asesinatos ocurren, en general, en los círculos criminales, por la misma dinámica del negocio. Pero también, de rebote, personas inocentes pierden la vida. Es triste el número de taxistas baleados el año pasado. ¿Y la familia pastelera ejecutada al completo? ¿Y aquellos dos jovencitos cruelmente asesinados? ¿Y aquel del restaurante de comida rápida? Tenemos una lista larga. Al último, hace menos de una semana, le cayó un disparo cuando estaba esperando el tranvía, por suerte se salvó.

Pese a todo y a la emoción de los recuerdos, Hungría todavía es uno de los estados más seguros de la U.E. El tiroteo es un fenómeno raro. El porcentaje de robos es el más bajo de la Unión, y los homicidios también son muy pocos y disminuyendo, desde 1999. Éstas son buenas noticias.

A fin de cuentas, ¿no habría menos homicidios si no hubieran pistolas, revólveres o fusiles en nuestra planeta? Es difícil adivinar, sin embargo es indiscutible que el disparo es la forma más fácil de matar, mucho más que otros métodos. Uno puede asesinar, independientemente de su constitución física, con alta efectividad y a distancia, incluso de muy lejos. Es la fantasía de matar con la mirada hecha realidad.

¡Qué difícil sería robar un banco o secuestrar a alguien sin armas de fuego! El caso es que el debate sigue fluyendo tan insistentemente como la compra y venta de armas. Hablan y hablan de leyes y decretos, chocan y rebotan los intereses de civiles, políticos y fabricantes de armas, mientras tanto el gatillo no para y mueren a miles.

Fuentes:

Bűnügyi statisztika - EU és Magyarország
A bűnözés-bűnüldözés alakulása
http://www.police.hu/
Fegyverrel vagy fegyver nélkül? Fegyvertartási szabályok Magyarországon

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