viernes, mayo 18, 2007

Con permiso para matar

por Kléber Mantilla

El Banco OTP ubicado en la esquina Széna, a una cuadra de la Plaza Moscú, una de las principales de Budapest, fue torpemente casi asaltado por un hombre que portaba dos pistolas de mano. Este aficionado a las armas secuestró tres rehenes y vivió un par de horas más hasta que la Policía lo eliminó en un operativo cinematográfico.

Pese a que paralizó la ciudad por unas horas, su historia quedó registrada como una mala copia del video de Cho Seung Hui, el estudiante coreano, que 19 días antes había disparado a un centenar de estudiantes y profesores, asesinando a tiros a 33. Hecho ocurrido dentro de la Universidad de Virginia Tech, en los Estados Unidos.

Historias paralelas: sueños tenebrosos y un final de muerte. Sin embargo, viene otra vez la pregunta que acaba con la tinta de los periódicos: ¿Por qué es tan fácil comprar armas y más aún para desequilibrados mentales? En Virginia y en Budapest fueron armas de mano.

Hablamos de estados liberales, con respecto a las armas, porque cualquiera las puede adquirir y el chequeo sobre la persona que las adquiere es muy limitado. Cho compró una pistola Walter calibre 22, usada para prácticas de tiro, municiones y una pistola semiautomática Glock 19, que dispara cinco balas de golpe. Todo con su tarjeta de crédito, en una tienda frente de la Universidad.

La globalización cambió el comercio de las armas pero también su uso. Las empresas fabricantes de armas, obtienen los componentes para esas armas en muchas partes del mundo y, para ello, requieren también de mensajes promocionales como cualquier otro negocio pero con distintas magnitudes y direcciones.

“Muchas veces –la industria armamentista- monta sus productos en países donde los controles sobre el destino final de éstos son poco estrictos. Así, muy fácilmente, las armas van a parar a manos de quien no debería tenerlas”, relata un documento titulado “Armas Bajo Control” de Amnistía Internacional.

La carrera armamentista implica varios aspectos: los artefactos nucleares, las armas convencionales y espaciales, pero además la parte promocional y de difusión, que no se incluye en el presupuesto actual que bordea el billón de dólares. Los mayores compradores y usuarios de armas son los países más pobres del planeta.

Y no queda ahí. Por decir, hace pocos días, al estado Húngaro ya no le interesó ni vender, sino regalar armas, pues todo un cargamento bélico caduco y de utilidad obsoleta fue donado a Afganistán. Es decir ahora muchos gobiernos buscan países que sirvan como arsenales o más bien como basureros de armas para reubicarlas. Las autoridades húngaras confirmaron que resulta más barato y efectivo regalar toneladas de material bélico antiguo, que intentar destruirlo localmente. Incluso afirmaron que es demasiado costoso tratar de mantenerlo. Mucho más riesgoso si mencionamos armas nucleares.

Cabe un ejemplo. Un informe de la Fundación Legal de los Estados Occidentales, organización dedicada al desarme, indica que los gastos en armas nucleares de Estados Unidos aumentaron en un 84% desde 1995, hasta alcanzar una cifra de 40.000 millones de dólares. Con ese dinero se mantienen unos 10.000 misiles nucleares, 2.000 de los cuales se encuentran en estado de máxima alerta.

Es que desde el ataque a Hiroshima y Nagasaki en 1945, la producción de la industria armamentista mucho ha cambiado. Ya no se trata de simples razones militares estratégicas como en aquellos tiempos, sino que ahora se impulsa a través de intereses comerciales y propagandísticos de multinacionales, cuyo centro de operación es el Complejo Militar Industrial Norteamericano.

Según Amnistía Internacional, cada año, las armas convencionales matan 300 mil personas, y muchas más mueren, son heridas, sufren abusos, desplazamientos forzados, y lo pierden todo como resultado de la violencia armada. No obstante, el gasto militar global de solo un año supera los 834.000 millones de euros, mucho más que las cifras de toda la Guerra Fría, quince veces más de lo que se gasta actualmente en ayuda internacional. En cuatro años, 100 empresas de armas incrementaron sus ventas en un 70%.

El informe “Project on Government Oversight” (POGO, Proyecto de Supervisión Gubernamental), un grupo que vigila el gasto militar, indica que entre enero de 1997 y mayo de 2004, sólo 20 grandes proveedores recibieron más del 40% de los contratos armamentistas del gobierno estadounidense. “Los 34 principales directores de estas empresas ganaron 1.000 millones de dólares desde los atentados del famoso 11 de septiembre en Nueva York. Los consorcios beneficiarios son Lockheed Martin, la gigante aeroespacial Boeing, Northrop Grumman, contratista de la Fuerza Aérea, Raytheon, y General Dynamics. Además, son firmas con contratos en temas de producción nuclear y viajes espaciales, así como con el área de satélites y misiles.

Las bombas de Hiroshima y Nagasaki no fueron solo para buscar la rendición de Japón, sino también para iniciar la carrera armamentista mundial y aumentar las ganancias de las corporaciones del Complejo Militar Industrial, las mismas que financiaron ese proyecto de bombardeo. Por ejemplo, la firma Boeing fabricó los bombarderos que transportaron las bombas atómicas a Japón en 1946.

En realidad son nueve los países que tienen arsenales nucleares, pero sólo cinco: Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Gran Bretaña, tienen aprobación de la ONU. Sin embargo, la economía de Rusia y EEUU depende del armamentismo, que juntos suman el 95% del arsenal nuclear mundial, que destruirá el planeta Tierra en cien veces, con gran parte del Universo.

Pero, ¿cuál es el papel de los países miembros de la Unión Europea como Hungría? Pues proteger sus propias carreras armamentistas o, de ser el caso, sus arsenales nucleares, pero de acuerdo a la potencia locomotora estadounidense.

Hungría es miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), conjunto de países que tienen en su territorio misiles nucleares estadounidenses y que votaron a favor de una resolución de la ONU para la “reducción de armas nucleares no estratégicas”.

Peter Rudolf, en el diario alemán Aussen-Politik, sobre la expansión de la OTAN, dice que se produce porque responde al interés de Estados Unidos en perpetuarse como potencia en Europa, y no al deseo de “neocontención” de Rusia, supuesta razón original. Sería simplemente una ampliación de la política estadounidense de “hegemonía benigna”.

Por un lado, muchos otros países del tercer mundo hacen gastos excesivos en materia armamentista: Pakistán e Irak han tenido presupuestos militares que duplican su gasto social. Y por otro, la ONU busca evitar el enorme flujo de armas ilegales, que proviene de los excedentes de Europa Oriental y de la ex-URSS, donde se habían establecido fábricas de armamento en la era soviética. Pero Washington bloqueó cualquier resolución internacional al respecto, pues para “los gringos” se infringiría el supuesto derecho del individuo a portar armas para su defensa, un principio apoyado por poderosos intereses dentro de EEUU.

El analista Roberto Palmitesta, dice que los mercaderes de armas o “perros de la guerra”, ganan en el mundo que rinde culto a la violencia. “Aún en tiempos de paz, como se refleja en las numerosas secuencias violentas que aparecen diariamente en la televisión, llenas de batallas, tiros, explosiones y peleas, en programas financiados por gente convencida que se requieren cintas de acción para conservar o aumentar la sintonía de un canal. No es extraño, pues, que exista una mentalidad guerrera y los jóvenes de todo el mundo gusten cada vez más de la violencia, en todas sus formas”.

Cifras de la industria para matar

- El valor de las exportaciones autorizadas de armas es de 21.000 millones de dólares al año.
- Hay 639 millones de armas ligeras en el mundo, una por cada 10 personas, fabricadas por más de 1.000 empresas en al menos 98 países.
- Cada año se fabrican 8 millones de armas y 16.000 millones de municiones, más de dos balas por cada hombre, mujer y niño del planeta.
- Casi el 60% de las armas ligeras está en manos de civiles.
- Se calcula que entre el 80 y el 90% de todas las armas ligeras ilegales provienen originalmente de transacciones aprobadas por los EEUU.
- La proliferación descontrolada y el abuso de las armas se cobran un precio gigantesco en términos de vidas humanas.
- Cada año más de 500.000 personas mueren por el disparo de un arma convencional: una persona por minuto.
- En la Primera Guerra Mundial, el 14% de las víctimas eran civiles. En la Segunda Guerra Mundial, esta cifra ascendió al 67%. En algunos de los conflictos que se libran hoy en día, la cifra es aún mayor.
- 300.000 niños soldados participan en conflictos armados.
- La tortura y los malos tratos a manos de funcionarios del Estado -en su gran mayoría, policías armados- fue una práctica constante en más de 70 países entre 1997 y 2000.
- En los conflictos armados se viola a mujeres y niñas a punta de pistola: 15.700 en Ruanda y 25.000 en Croacia y Bosnia.
- La proliferación y el abuso de las armas destruyen los medios de vida de las personas e impiden que los países salgan de la pobreza.
- Un tercio de los países del mundo invierten más recursos en las fuerzas armadas que en los servicios de salud.
- Cada año, los países de África, Asia, Oriente Medio y América Latina invierten un promedio de 22.000 millones de dólares en armas. La mitad de esta suma permitiría que todos los niños y niñas de estas regiones recibieran educación primaria.
- El gasto de El Salvador en servicios de salud para tratar los efectos de la violencia equivale a más del 4% de su producto nacional bruto.
- En África, las pérdidas económicas causadas por las guerras suman unos 15.000 millones de dólares anuales.
- El gasto total de defensa en Pakistán constituye un tercio de su producto nacional bruto, o la mitad, si se incluye el pago de deudas relacionadas con las armas.

Fuentes:
Amnistía Internacional y Oxfam

No hay comentarios: