por Kléber Mantilla
Hace 9 años, en Chile, se realizó una conferencia titulada “Cómo será la investigación científica en el siglo XXI” y entre los temas más destacados se anunció la manipulación biotecnológica.
El científico Edward David, en ese entonces asesor científicos de la presidencia de Estados Unidos, dijo que en unos 10 años será posible el reemplazo de extremidades humanas por brazos o piernas inteligentes y habló sobre las posibilidades de la clonación y la introducción de las neurociencias. En la misma mesa, David Sabatini, un biólogo celular argentino, planteó la idea de la resolución nuclear magnética que permitiría identificar qué núcleos del sistema nervioso están activados cuando se hace alguna función o se provoca un pensamiento.
No obstante, el que más sorprendió fue un matemático de origen húngaro de nacionalidad estadounidense, quién dijo que la computadora será el leguaje natural de las personas. En realidad se trataba de un especialista en informática perteneciente a la ya famosa Microsoft, de nombre Charles Simonyi, y que había sido socio desde 1981 del hombre más rico del planeta, Bill Gates, pero que luego de 33 años creó su propia empresa y prefirió cuidar las patentes de sus inventos.
Mientras constaba en la lista Forbes con una fortuna de mil millones de dólares, ya en el ámbito científico lo reconocían por ser el creador de los programas informáticos Word y Excel. En 2002 creó su compañía, Intentional Software.
Simonyi, junto a Tomas Hexner -otro empresario científico-, quien habló entonces sobre técnicas genéticas para determinar el cáncer en las personas con 5 años de anterioridad a su aparecimiento, lanzaron juntos la idea de la telemedicina, o sea las cirugías sin médicos.
La conferencia terminó en la Isla de Pascua frente a las estatuas Moais. La búsqueda entre los ancestros polinesios, las huellas de la Atlántida o las líneas de Nazca del Perú, o a lo mejor el calendario Azteca o la ubicación de las gradas de Machu Pichu... en fin, algo volcó la aplicación de la ciencia con los ojos puestos en la astronomía y el cosmos. Fuera del planeta.
Una década después, Charles Simonyi deja de ser el profeta para enrolarse como astronauta. Nació en 1948, en Budapest, su padre era un profesor de ingeniería eléctrica y creció en la Hungría comunista sovietizada. Así conoció las computadoras rusas, hasta cuando viajó, en 1968, a EEUU a estudiar en la Universidad de Berkeley y Stanford.
Ahora, las más importantes cadenas de noticias mostraron como el 7 de abril de 2007, el multimillonario partió desde la base espacial de Baikonur, en Kazajstán, hacia la Estación Espacial Internacional (ISS) a bordo de la nave rusa Soyuz, por lo que pagó, por un viaje de 10 días, 26 millones de euros.
El quinto turista cósmico puesto en órbita, “tal vez el primer profesor chiflado en viajar más allá de la estratósfera”, según sus palabras. Simonyi, piloto de aviones y helicópteros, será el segundo astronauta húngaro, pues su compatriota Bertalan Farkas permaneció 7 días en órbita. Había despegado el 26 de mayo de 1980 a bordo de la nave Soyuz 36, del cosmódromo de Baikonur, junto al cosmonauta soviético Valeri Kubasov.
Y si Farkas, - Lobo en español- fue el Gagarin de Hungría, pues tuvo el título de Héroe de la Unión Soviética; el otro, Simonyi, es el informático del espacio, afición que descubrió cuando, a los 13 años, conoció a Pavel Popovich, el cuarto cosmonauta de la historia.
Después de Dennis Tito (2001), Mark Shuttleworth (2002), Gregori Olsen (2005) y la estadounidense de origen iraní Anousheh Ansari (2006), Simonyi subió como turista a la ISS para realizar varios experimentos biomédicos, los efectos de la radiación y la ingravidez en el organismo. Además explicará desde un blog de internet a la tierra usando una video cámara.
Este viaje, que se muestra como “turístico espacial”, se conecta con el proyecto Julio Verne a cargo de la Agencia Espacial Europea para lanzar cinco Vehículos de Transferencia Automatizados (ATV). Este programa trata sobre operaciones de vuelo, interfaces con la Estación Internacional Espacial (ISS) y prepara el transporte de otro cohete Ariane 5, que será lanzado desde la Guayana Francesa. Por ejemplo, probar la versión final del software para levantar la altitud de las 220 toneladas que pesa la ISS, más 400 de equipos.
Según la Agencia Espacial Europea, el ATV, es el proyecto de nave espacial más ambicioso desarrollado por Europa y por las exigencias de seguridad de la nave, la campaña de lanzamiento en la Guayana Francesa se extenderá casi cuatro meses antes del despegue.
Varios estudiantes universitarios europeos concursaron para realizar experimentos a bordo de la Estación Espacial Internacional. De 80 solicitudes recibidas, el premio fue para una investigación sobre la radiación cósmica propuesta por un estudiante noruego.
Muchos astronautas cuentan que perciben sensaciones visuales inesperadas durante las misiones espaciales, los conocidos como “destellos ligeros de luz”, causados por la radiación cósmica. Estos se registrarán para identificar la actividad eléctrica en la retina o en el cerebro del astronauta a través de un electroretinógrafo, con hardware usado en hospitales.
No obstante, Space Adventures evita usar el término “turismo espacial”. Esta firma estadounidense tiene un contrato con la Agencia Espacial Rusa desde hace siete años para vender asientos a bordo de las naves Soyuz que llevan personal y abastecen a la Estación Espacial Internacional. Parte del dinero pagado por los clientes se invierte en el programa espacial ruso.
Eric Anderson, líder del negocio, dice que la oferta es poder viajar a 160 kilómetros de altitud, considerando que los jets comerciales no pasan de los 10. El costo de ir al espacio es una cuestión de mercado: depende de la demanda. “La meta de Space Adventures es abrir la frontera espacial a todos los ciudadanos con una serie de misiones exitosas, financiadas con fondos privados. Mediante el desarrollo de puertos globales en los Emiratos Árabes y en Singapur. Vamos a proveer más oportunidades de vuelos orbitales y suborbitales a más gente en todo el mundo. Hasta ahora hemos despegado solamente de Baikonur (Kazajstán)”.
Asegura que enviarán dos ciudadanos a la Luna en el 2011. La misión al lado oscuro, llamada DSE-Alfa, incluye una parada de varios días en la Estación Espacial Internacional antes de disfrutar de un primer plano de la Luna y cuesta 100 millones de dólares. Ellos tendrán la oportunidad de experimentar la falta de gravedad, ver la Tierra desde una distancia de 400 mil kilómetros y seguir las huellas de Neil Armstrong y 'Buzz' Aldrin.
Por ahora dice que existen 200 reservas para vuelos suborbitales. “Seremos los primeros en comercializar los vuelos suborbitales a 100 kilómetros de altura, donde comienza el espacio; inicialmente costarán 102.000 dólares”. Los interesados podrán pasar hasta una hora y media fuera de la estación espacial, y entre 6 y 8 días adicionales en la estación.
Las más de 900 horas de instrucción y las pruebas físicas tienen lugar en el Centro de Entrenamiento de Cosmonautas Yuri Gagarin, cerca de Moscú, conocido como la Ciudad de las Estrellas.
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